Es motivo de celebración que esta sea la primera vez en mi vida —y tristemente en la vida de muchos colombianos— que saldré a votar por convicción y no por "el menos malo" o "en contra" de algún político que considero corrupto, mediocre o populista. Esta vez no votaré en contra de Santos o en contra de Uribe ni siquiera en contra de algún partido político o de las Farc sino por lo que yo creo más apropiado para para el país, para todos y para mí.
Es desconcertante que los políticos no estén a la altura que merece este plebiscito. Tanto Santos y cía. como Uribe y su equipo se han preocupado más por defender sus posiciones (el primero con displicencia y el segundo con amargura) que por realmente informar desde una posición neutral y objetiva porque, como siempre ocurre, cada uno está "remando pa' su lado" por estar más interesado en su beneficio personal que en el bienestar de todos los colombianos.
La irresponsabilidad y el engaño que han manejado las campañas por el Sí y por el No explican en gran medida porque después de 50 años todavía no hemos sido capaces de resolver un conflicto armado con la guerrilla: porque los políticos trabajan principalmente para ellos y no para el bien común... Por eso roban en vez de hacer obras, se hacen zancadilla en vez de trabajar en equipo, demeritan el trabajo del otro (así ellos no hayan hecho nada) y el poco tiempo libre que les queda para hacer algo productivo lo tienen que gastar defendiéndose o justificándose.
Las campañas del Si y el No
han manejado una publicidad engañosa
En esta ocasión (de nuevo), ambos han manejado una publicidad engañosa. La Corte fue muy clara en indicarle al Gobierno que debía distinguir entre propaganda y pedagogía, pero no solo la pedagogía ha sido prácticamente inexistente (crear una página web y montar el acuerdo es insuficiente) sino que además la propaganda ha sido tramposa de lado y lado.
Doctor Santos, primero, no se firmó la paz, se firmó un acuerdo, que son dos cosas muy distintas; segundo, quienes quieren votar por el No, no están en contra de la paz ni en contra suya, simplemente están en desacuerdo con lo que usted acordó y consideran que ese camino no es el indicado; tercero, quienes apoyan el No tampoco le están diciendo sí a la guerra, ellos también valoran la vida de cada colombiano y quieren reducir a cero las muertes de soldados, civiles y guerrilleros; cuarto, la implementación de los acuerdos no es gratis, está muy bien que resalte las bondades, pero no se olvide también de compartir objetivamente lo que exige este acuerdo en términos económicos; y así con los demás "argumentos" fraudulentos, subjetivos e incompletos que utiliza el Gobierno como si estuviera vendiendo un producto cualquiera de consumo masivo.
Por el lado de la oposición, en vez de dar ejemplo y manejar el tema con altura, han utilizado su artillería para desacreditar el acuerdo a como dé lugar solo resaltando lo difícil, lo complejo y lo confuso. Doctor Uribe, de acuerdo, el documento de 297 páginas tiene muchos puntos negativos, ¿pero será verdad que no tiene ni uno bueno? Los defensores del No han llegado hasta tal punto de hacer el oso (sí, el oso) de escribirles cartas a presidentes y candidatos presidenciales de otros países como si ellos fueran a dejar los problemas de sus naciones para darle prioridad a los nuestros.
Ahora bien, no podemos culpar a los políticos ni de su egoísmo ni de su mediocridad. Nosotros (los votantes) hemos permitido que quienes nos dirijan sean malos gobernantes. Invito a cada colombiano a que haga caso omiso de lo que dicen Santos, Uribe, la guerrilla, la comunidad internacional y todos aquellos con conflicto de interés en el resultado del plebiscito, y que más bien lea, se informe, reflexione y decida libremente y por convicción propia.
Espero que cada colombiano evalúe el acuerdo no solo de cómo se afecta él o ella sino también cómo afecta a los demás; que analice no solo los beneficios y bondades sino también los costos y los riesgos; que no se deje asustar de que si no se aprueba el acuerdo, la violencia hará la vida imposible en el campo y la ciudades, y que la única salida es "echar bala", así como tampoco se dejen amedrentar que si gana el Sí este país será como Venezuela. Ni el Sí ni el No son la salvación, tampoco el apocalipsis. Ambos caminos dan miedo, son inciertos y difíciles, pero el 2 de octubre votaré por el camino que, después de estudiar el tema a fondo, considero la mejor salida. No comparto mi voto porque mi intención no es polarizar ni convencer, sino evitar que se manipule nuestra intención de voto con mentiras.
En todo caso, independiente de si gana el Sí o el No, ambos caminos son complejos y difíciles. Por lo tanto, espero que quien votó diferente no tome la posición "sí ve, le dije que esto pasaría, resuelva usted el problema", sino que tome la decisión de la mayoría como propia y ayude a remar para el mismo lado... ¿Escucharon Santos y Uribe?
