El viernes a las dos, el centro de Medellín hierve de gente. Llegamos graneaditos, con abrazos, sonrisas y la pregunta común: “¿Cómo vas?” Esperamos a que abrieran el auditorio de Confiar y un montón de treinta y cinco personas, bien contadas, nos juntamos. “Gracias por venir”, tomó la vocería Julián Marín, líder de la Comuna 13, el pasado 5 de febrero.
El propósito de la reunión era conocer posiciones con respecto a los artículos publicados en algunos medios de comunicación* sobre la nueva directora del Museo Casa de la Memoria, Adriana Valderrama. Algunos de esos relatos recogían declaraciones del nuevo enfoque de Valderrama.
Unas diez organizaciones, mal contadas, hacían presencia entre las personas que empezaron a opinar. Algunos hablaban del Museo y otros hablaban de la Casa. “Se supone que es uno de nuestros lugares para estar y hacer actividades”. “Siempre pedimos que fuera más Casa que Museo, más para las víctimas que para los académicos.” “Parece que no están claros los procesos que deben continuarse en el Museo”. “Avanza febrero y aún no se convoca a una reunión con las organizaciones que vienen trabajando en procesos con la Casa”, “¿Cómo así que la nueva directora dice que el Museo-Casa no es de las víctimas? ¿Entonces quiénes lograron hacerlo realidad?”.
“La casa museo necesita conformar una Junta Directiva con miembros de organizaciones de víctimas”, alguien enfatizó.
“La nueva dirección no ha convocado a las organizaciones de víctimas y de memoria pero sí ha anunciado que traerá la exposición de Ana Frank. ¿Cuáles son las prioridades?”. “Detrás de esas declaraciones de Adriana Valderrama hay una intención política del nuevo alcalde, por eso debemos debatir con él”. “Sí, un debate con Federico Gutiérrez sobre la construcción de memoria en Medellín y el papel de las organizaciones que vienen trabajando, porque este cuento no puede ser cambiado cada que llegue una persona nueva a la administración”.
Las últimas sentencias fueron las que más calaron entre todos. Sí, definitivamente urgía iniciar un debate sobre la construcción de memoria en Medellín y sobre el papel del Museo Casa de la Memoria en Medellín, un museo que al que las víctimas prefieren más como una casa: no un lugar para simples exposiciones, sino para compartir. “Desde el principio dijimos que debía ser una casa, no un museo y parte de la problemática actual se debe precisamente a esa divergencias de enfoques” alguien aseguró.
“Si acaso piensan cambiar de rumbo y olvidar lo construido, entonces será necesario refrescarle la memoria a la nueva dirección del Museo Casa de la Memoria”, otra persona dijo, y esta frase generó emoción. Alguien propuso un pendón para recoger esa frase y hacerla visible. Se habló de una declaración pública y de una “acción directa”, programada para el 23 de febrero.
“Hagámosla ahí mismo, afuera del museo”, “y desarrollemos las actividades que veníamos haciendo con la casa para poder refrescar la memoria”, “convoquemos a los medios de comunicación”.
Así entonces se dará inicio a un interesante y urgente debate político con el nuevo alcalde de la ciudad, Federico Gutiérrez, y con la nueva directora del Museo Casa de la Memoria, Adriana Valderrama, sobre el rumbo del museo, el respeto al acumulado social y el papel de las organizaciones de víctimas, de memoria y de Derechos Humanos en la construcción del Plan de Desarrollo de Medellín.
Algunas de las organizaciones presentes: Mujeres Caminando por la Verdad, Movice, ENS, IPC, Observatorio de Seguridad Humana de Medellín, Corporación Jurídica Libertad, Madres de la Candelaria, ACJ-Comité de Impulso de Acciones de Memoria (C13) y Lluvia de Orión.
