En la guerra no armada tenemos que ser victoriosos
General Juan Pablo Rodríguez, comandante de las Fuerzas Militares de Colombia
No me cabe la menor duda de que el alto oficial que filtró el video interno de las Fuerzas Armadas —y que publicó en primicia el Canal Caracol—, quiso hacerle daño a su comandante, el general Juan Pablo Rodríguez quien por sus palabras suena insubordinado, y ya les cuento por qué. Digo el alto oficial, porque es lo que evidencia el periodista del noticiero cuando asegura en su informe que “este video circula entre los más altos oficiales de las Fuerzas Armadas”.
Para quienes no vieron el informe, el general Rodríguez envía un mensaje de tranquilidad ante las preocupaciones que rondan a los uniformados respecto a sus pensiones e ingresos, una vez se firme la paz.
Tras referirse al sustento jurídico para las decisiones que se tomen frente al futuro de todos los militares, aseguró que el siguiente paso es “la firma del acuerdo para el fin del conflicto. Esa es otra cosa que hay que tener muy claro. No vamos a firmar ninguna paz. Vamos a firmar el acuerdo para finalizar el conflicto ¿entre quién? Entre las Farc y el Estado colombiano”.
Sí señores, tal como suena: “No vamos a firmar ninguna paz”, sino “el acuerdo para el fin del conflicto entre las Farc y el Estado colombiano”, dicho por un General de la República que se supone obedece a su autoridad suprema —el Presidente de la República— y sigue sus lineamientos. Pues me da pena, pero con estas frases no los sigue; suena insubordinado. ¿Y saben qué es lo peor de todo? ¡Que tiene razón! y, además, me parece bien que esté siendo claro con sus tropas. Si bien no lo hace su jefe con todos los colombianos, él sí con sus subalternos, con quienes se juegan la vida todos los días por el país. Así debe ser. O díganme si no quedamos con el ELN, todas las bacrim que van a resultar de la firma del acuerdo, y con una sociedad insatisfecha y violenta desde su base: la familia. ¿Cuál paz?
Pero quién es y qué representa el general Juan Pablo Rodríguez. Él representa a una de las dos vertientes de pensamiento y de escuela dentro de las propias Fuerzas Armadas de Colombia. Por un lado están los troperos que él dirige y —por el otro— están los que aunque tienen el mismo entrenamiento militar, son más de escritorio, ejecutivos, por decirlo de alguna manera.
Me dicen que el general Rodríguez es un hombre de combate, de la guerra que ha visto morir a sus compañeros, de modales no tan refinados, directo, extremadamente práctico, que se debe sentir aprisionado en una oficina. Es el estratega militar avanzado que se ha ganado el respeto en el monte, en la selva, en los ríos; fácilmente se sentaría con usted a comerse una empanada y a tomarse una gaseosa en un andén. Me aseguran además que es tan francote en sus palabras, que en el discurso del video publicado sabía qué estaba diciendo, a quién se lo estaba diciendo y por qué razón lo estaba diciendo, y que como es de combate, está en su escenario, no tiene problema y es sin duda el amplificador de lo que siente gran parte del Ejército nacional.
La otra vertiente es la de los militares que denominé más ejecutivos. Como dije, los integrantes de esta otra ala tienen el mismo entrenamiento militar, pero son más de escritorio. Un gran representante de este grupo, más pequeño, es el Comandante del Ejército, general Alberto Mejía Ferrero. Bien hablado, educado, con un gran don de gentes. Se ha ganado el reconocimiento más por su formación que en la guerra. Es un dandi, elegante, rubio, erguido, estético si se quiere. Muy amable, buena gente. Representa la vertiente sosegada, tranquila, cumplidora del deber, intelectual y él, mínimo, habla tres idiomas por sus estudios y agregadurías en el exterior. Aunque en este grupo saben qué pasa, en su caso toman todo con tranquilidad porque les espera la jubilación y las posibilidades de continuar activos con asesorías en seguridad; son gestores.
Estos dos generales, Rodríguez y Mejía tienen cerca de cuarenta condecoraciones cada uno. Con solo pararlos juntos, se resaltan sus diferencias.
Así las cosas, detrás de las palabras del general Rodríguez hay un General de la República insubordinado a quien, nada raro, ya le deben haber aconsejado ir comprando el Everfit.
¡Hasta el próximo miércoles!
