No sé describir lo que sentí cuando me enteré de la Resolución No.844 del 26 de mayo de 2020...
"Porque nos quieren mucho", el ministro de Salud y el presidente Duque resolvieron que a las personas mayores de setenta años se les da la libertad de tomar media hora de sol durante tres días a la semana y que el confinamiento para ellos va hasta el 31 de agosto, ¿ah?, ¿quién garantiza que para esta fecha la epidemia haya rebajado, si según los estudios durará en el mejor de los casos año y medio? Con eso claro, me pregunto: ¿el presidente seguirá confinando por año y medio más a los abuelitos que tanto dice querer?
El solo pensarlo me llena de horror. Además, jamás imaginé que estaría en prisión domiciliaria ni que este presidente y sus ministros tendrían mentes tan obtusas. Es que es increíble que cuando se llega al pleno desarrollo mental, se realizan actividades que copan más de las horas laborables de los jóvenes, se toman determinaciones basadas en la experiencia y no en la improvisación, se tiene la mente abierta al cambio y a las nuevas tecnologías, se estudia, se indaga y se cumple con un deber más allá de lo pactado, llegue un presidente joven (que yo ayudé con mi voto a elegir) a decir "quédense en la casa para así protegerlos". ¿Para qué sirve el cariño si viene acompañado de poco conocimiento?
¿Será que el presidente y sus ministros, algunos de los cuales ya están en sus setenta años, piensan que mandando a guardar a una fuerza laboral que apoya a las empresas y en la que basan sus conceptos para determinaciones gerenciales importantes nos está haciendo un gran favor? No, señor presidente, es posible que por su ignorancia sobre lo que somos y lo que sentimos los mayores de setenta nos esté mandando al ostracismo y haga que nos enfermemos de algo más grave que el COVID-19: la depresión.
Yo personalmente no concibo mi día a día asomado en una ventana o sentado en una silla viendo pasar el tiempo, mientras esa inactividad física va haciendo mella en mis huesos y en mi mente. Lo anterior sin contar con que al sentirme tan inútil por culpa de su resolución (que me dice que soy viejo y que me guarde) terminaré por creerlo y entraré seguramente en depresión, enfermedad para la cual no hay vacuna (no la han inventado a través de miles de años).
Yo sé lo que es esa enfermedad, la viví con un ser querido y, antes de que eso me llegue a pasar, prefiero seguir viviendo, no existiendo. Y vivir es eso, disfrutar cada día de lo que hago, para lo que me preparé, pero que usted de un solo tajo lo quiere arrancar. Seguramente, Colombia tendrá que prepararse para tener más médicos psiquiatras, más clínicas mentales y también más ortopedistas.
El peor daño que se le puede hacer a un ser humano es decirle "usted ya no sirve", como usted lo está haciendo con su “gran cariño por los abuelitos”, así que prefiero que no nos tenga tanto cariño y que no nos proteja con palabras, porque esas se van y son del momento. Déjenos esa responsabilidad a nosotros, que hemos demostrado por años que somos responsables, como lo pueden atestiguar las empresas a las cuales prestamos nuestros servicios
