¿Por qué los comicios regionales significan un déjà vu?

¿Por qué los comicios regionales significan un déjà vu?

Ahora le toca al pueblo, le toca a usted. Entonces, ¡vote!, vote por lo que su conciencia le indique, por lo que su instinto le ordene, pero prepárese...

Por: Jackson Eustaquio Chaverra Mena
octubre 26, 2023
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¿Por qué los comicios regionales significan un déjà vu?

¡Levántese, hoy es Domingo! Los gritos prosélitos, junto con los mercados, el cemento y las hojas de zinc enseñan la generosidad de la jornada electoral. En la radio, escuche las encuestas populares que fijan la realidad política de la región.

Salga a la calle y no se sorprenda por la agitada pelea de dos grandes amigos, luego se reconciliarán. ¡Prohibido cocinar! Los sándwiches, envueltos y pasteles están a la orden del día. También el anisado: ley seca, ley muerta. El capitán político barrial lo proporciona todo. ¡No corra! Todo vehículo cumple funciones públicas de transporte. Recuerde: gratis hasta las 4:00 P. M. ¡Tómese su tiempo! Ese afán desmesurado por cumplir con su deber democrático arroja cansancio y no le permite reflexionar sobre la elección que debe hacer.

La precipitud lo dejará aún pobre y con más hambre. Acaso ignora que los últimos votos valen muchísimo más? ¡No se boletée! Esto le impide mirar con claridad, escuchar atentamente, repasar la última indicación y/o negociar competitivamente. Elegir; Le resta independencia y serias posibilidades de regresar a casa con su única gratificación cuatrienal. En fin, si no le dan nunca, ¿por qué no recibir ahora? Llegó la hora, todo está listo! ¡Ahora le toca al pueblo, le toca a usted. Entonces, ¡vote!, vote por lo que su conciencia le indique, por lo que su instinto le ordene.

Al final, la casilla marcada es producto de una reflexión seria y meditada. Desprovista de pasiones políticas y basada en altruistas motivaciones democráticas. Patria, dinero o especie es lo mismo. Ya hay un convenio entre usted y su candidato con una retribución directa y anticipada. No sienta culpa si desconoce la hoja de vida o el eje programático, son composiciones poéticas realizadas por el mejor culebrero del aspirante en carrera.

Ahora, con la satisfacción del deber cumplido, Relájese! Nos esperan, in extenso, cuatro años más de descrédito nacional: violencia, corrupción, desempleo y hambre; un cuatrienio entero de más niños moribundos y jóvenes sin futuro; de más escuelas sin techos, maestros, tizas, ni pupitres. Niños sin el PAE. Se viene otro periodo entero sin hospitales, con centros de salud henchidos de pacientes, pero sin médicos, ni enfermeras, gasas, ni aspirinas. Tranquilo, habrá más hogares sin siquiera para el pan, el huevo o la agua de panela, pero sí muchos cerdos engordados con bienestarina. Fresco, brincaremos por nuestras malogradas trochas, seguiremos defecando en las orillas y bebiendo sólo del agua de nuestros ríos y quebradas. Esa es la potable, al final, acaso no ve que todo lo sucio va agua bajo. Queda tiempo para redactar quejas y denuncias ante organismos con resultados débiles e ineficaces, así como para repetir las burladas marchas populares y los famosos paros cívicos regionales.

Por ahora, lo único cierto es que votamos por quien nos calme el hambre, quien sacie fugazmente nuestra histórica necesidad. Como lo hace el perro galgo por el hueso, corremos alegremente alrededor de la urna tras la frágil lisonja que nos da nuestro amo. Nuestro patrón.

Al día siguiente, nos quitan el hueso y ladramos rabiosamente, logrando una fuerte patada intercostal, allí, justo en la boca del estómago. Dónde duele: en nuestra hambre. Volvemos sumisos y cabizbajos, maldiciendo nuestra suerte.

Entonces, a los cuatro años, oh sorpresa ¡Déjà Vu!. Repetimos nuestra mísera historia. Volvemos a bailar esa misma embaucadora melodía.

Y es que, como dijo Maquiavelo: “más daña a los pueblos el apetito de sus ciudadanos, que la rapacidad de sus enemigos.” Nuestra voluntad aún está sometida por las necesidades a las que tristemente nos sumergieron y en las miserias que aún hoy nos mantienen.

Nos acostumbramos a que nos tilden, maltraten y vilipendien. El INRI de ladrones o corruptos no incomoda. Dantesco escenario reiterado en cada certamen electoral. No miramos opciones diferentes, no tenemos voto de opinión.

No castigamos socialmente a clases o dirigencia política alguna, por el contrario: los premiamos con su perpetuidad. Duele decirlo, pero no tenemos coraza, sino costra Nos echaron cebo en la cara, pero nos faltó el barniz de la libertad moral, un pequeño toque de autoestima. Nos faltó un crisolado tinte de dignidad.

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