Antes de responder la pregunta debo decir que me hubiera gustado que Claudia López fuera la escogida por el pueblo bogotano. No quiere decir que descalifique totalmente al hijo de Luis Carlos Galán o a Hollman Morris, pero creo que la candidata verde hizo un buen trabajo denunciando la corrupción político-administrativa y merecía coronar esa gesta.
Las razones para prever que Galán será el elegido no son ningún misterio. Las tendencias están claramente marcadas en las últimas encuestas y las actitudes tanto de los (as) candidatos (as) como de sus seguidores muestran cómo se afianzan y consolidan las preferencias. Veamos:
1. Claudia solo podía ganar esa elección si lograba mantener el perfil de ser una candidata antipolítica, es decir, venida de afuera de la política. Ese perfil se lo apropió hábilmente Galán y actualmente está consolidando esa imagen.
2. Claudia tenía que cuidar la coalición que construyó con Gustavo Petro desde la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2018. No pudo hacerlo y hoy se encuentra con una Alianza Verde y un Polo Democrático divididos y con escasos apoyos de otros partidos.
3. Claudia debía anular o debilitar la imagen de ser una especie de “inquisidora o vengadora anti-corrupta” y construir un perfil de eficiente administradora y de ser una líder incluyente y magnánima. No ha logrado desmontar esa percepción que le genera gran rechazo.
4. Claudia no podía ser la mayor opositora de Peñalosa. Trabajó con él y éste tiene importantes apoyos en la Alianza Verde. Ese tema requería de una finísima filigrana política que necesariamente debía ser concertada con Petro. No lo pudo hacer y, en la recta final, Galán se fortalece en forma indirecta con la inauguración de obras que Peñalosa está haciendo.
Estos son los aspectos más importantes que definían la forma y el contenido de la campaña de la candidata verde. Eran factores que debían ser muy bien trabajados para cuidar los acumulados alcanzados y evitar los desgastes propios de una campaña que arrancó con tanta antelación.
Es indudable que lo principal era el acuerdo con Petro. Lograr que el líder de la Colombia Humana se involucrara en la campaña sin chocar con Fajardo. El eje debía ser la construcción de una coalición democrática amplia e incluyente, con gran sentido de ciudad y respeto por los ciudadanos. Era la alternativa al uribismo y al gobierno de Duque. Sin extremismos insulsos porque un Alcalde tiene que relacionarse necesariamente con el presidente de la república.
Al no lograrse ese objetivo, sea por las razones que sean, Petro se vio obligado a sacar su candidato. A pesar que Hollman no tiene ninguna posibilidad y es solo un comodín, Claudia se la tomó en serio, cometió una serie de errores que acentuaron la confrontación y causó su declive. El abrazo con Fajardo, lo de los “pepes”, los ataques “feminazistas” a Hollman y hasta lo de que “nunca votaría por Jorge Iván Ospina en Cali”, fueron actos infantiles para una política fogueada.
Y, a partir de allí, todo empezó a ir mal. La guerra de trinos con Petro y Hollman desestabilizó a Claudia, la hizo perder el norte y entró en caída libre. Todo el mundo le cayó encima dado que era la candidata que lideraba las encuestas. Ahora, es difícil que recupere la iniciativa.
Ni Miguel Uribe ni Hollman Morris pueden aprovechar la situación. El primero tiene el perfil de secretario de Peñalosa y se muestra inmaduro queriendo posar de gran ejecutor. El segundo, si llegare a crecer, lo haría a expensas de Claudia y tiene un techo bastante limitado. Es posible que los asesores de Galán hubieran previsto algunos de estos aspectos señalados, pero, en gran medida, fue la misma Claudia la que le puso en bandeja la posibilidad del triunfo a Galán.
Habría que agregar que los temas programáticos no han sido totalmente determinantes en esta campaña. Los problemas que sufren los habitantes de Bogotá como la inseguridad, el desempleo, la movilidad y otros, están sobre-diagnosticados; se requieren acciones urgentes y creíbles. Pareciera que la gente buscara un gobernante que actúe con diligencia, eficiencia y no corrupción, y que no se involucre en conflictos de carácter ideológico. Se agotó la paciencia.
Petro fácilmente podía haber posicionado la propuesta del metro subterráneo entre la mayoría de los capitalinos, no como una meta personal y partidista sino como una causa ciudadana. Así, cualquier candidato que fuera elegido tendría encima la presión social y popular y él seguiría creciendo como estadista. Pero el ego es terrible y traiciona hasta a los políticos más preparados.
Si no ocurre nada especial en este último mes, Carlos Fernando Galán será el alcalde de Bogotá. Así se muestre independiente (que no lo es) será algo favorable para el gobierno de Duque y para el saliente Peñalosa. Claudia y Petro habrán perdido así una oportunidad de oro para el futuro.
