Con fuerza y vigor entró en la vida cotidiana la hinchada del gol, del campo de batallas, de los jugadores, la falsa nacionalidad furiosa —como decía Borges—, el compromiso con los juegos y las estrategias.
Por eso, el fútbol es el tema protagonista de la exposición en la Casa Cano donde los artistas y curadores, son ahora directores técnicos en el campo y creadores. Por eso, resulta divertida la muestra. También dramática. No estoy segura que todas las instalaciones tengan un peso artístico. Pero eso sí, se divirtieron realizándola, sin duda alguna.
Artistas de verdad contribuyen a la muestra. Por ejemplo, en colaboración, Nadín Ospina aporta un equipo de su mundo de Bart Simpson y los contrincantes son un simulacro de esculturas de Botero en un futbolín que tiene comentarios y sátiras políticas hasta en las esquinas de la cancha.
Dramático, que los muñecos verdaderos y rotos de la máquina de juego, con sus uniformes de la bandera nacional, se convirtieron en un relato de nuestra violencia en Colombia mientras los colocan sobre una banca escolar desvencijada y pobre y, la vuelven el escenario de la masacre del Salado donde cabezas ruedan como pelotas.
Otra propuesta muy divertida es el cambio de la moda de las camisetas según los diseñadores: la camisa de Ricardo Pava que, como pingüino campesino, vistió ridículamente al presidente Uribe en un acto con los antiguos reyes de España, otra camiseta al estilo liquiliqui como frondosamente la utilizó Gabo cuando recibió su Nobel en Suecia o, una camiseta con plumas diseñado por Alfredo Barraza. También se encuentra el diseño de las rodilleras con temas políticos. Y cuelgan las camisetas de viejos campeones prestadas por la Federación Colombiana del Fútbol. Por el lado de la moda, Fernando Cano intervino una foto de Liliana Toro donde al Tino Asprilla se salió el gran miembro por la pantaloneta.
Interesante eso sí, otra obra realizada por Fernando Cano —que es otro de los artistas y socio de la cancha— donde hace un montaje de religión y sociedad mientras realiza un ensamblaje de el Niño Jesús del 20 de Julio dentro de una maquinita de futbolín. En la instalación se puede prender una vela que garantiza el golazo histórico. Todo vale en este mundo. Rezamos para que nos ayuden a curar, a matar o a meter goles.
En la exposición existe un interesante cartel ilustrativo sobre lectura histórica entre los mandatos presidenciales y fútbol y la mafia. Vale la pena ir a verla completa. Carrera 7 A # 69-45.
En otra versión más femenina está la exposición de la recién inaugurada galería La Esquina en Bogotá en la calle 77 No 12-03 donde se encuentra expuesta Gloria Herazo cuya obra se compromete con la mitología de la mujer de los años sesenta pero continúa vigente la simbología de una estructura mental. La moda hace parte de la apariencia social, la felicidad y el amor son sus más cercanos referentes, el hombre tiene la determinación sobre su carácter, la arandela mental se confunde con el encaje del vestido o la apariencia física es un trabajo disciplinado de gimnasia. La cotidianidad está impregnada y acomplejada de convenciones comerciales y culturales. El desgaste mental viene cargado de oficios banales y la artista los realiza con una pulcritud interesante. Los hace en collages de revistas y periódicos de la época y en la publicidad que venden los destinos predestinados, escribe y dibuja mientras cose en la fragilidad del papel los mandatos sociales.
Ella misma anota en el catálogo “Te desplazas por un plano social delimitado por discursos simbólicos y culturales, es un mapa de memorias personales y colectivas, de experiencias propias y confluencia de eventos. Las imágenes funcionan como brújula en ese territorio mental”. Fracciones de seres alienados por el convencimiento del otro cotidiano.
