No es la primera vez que tengo la oportunidad honrosa de referirme al trabajo acuarelístico del maestro César Bertel. Lo hice por primera vez cuando hace algunos años expuso sus obras en los espacios de la Galería de la Aduana de Barranquilla, en una muestra ciertamente memorable. Para entonces, ya había empezado a asumir el desafío de las primeras acuarelas urgentes, interpelado por las experiencias personales de cuando trabajaba en una empresa petrolera.
La segunda vez cuando con un texto, que está fundido en este que ahora escribo, ilustraba el catálogo para una de las exposiciones suyas en Alemania. Y este que me ocupa que será para imprimir en el catálogo que acompañará sus obras a Dubai, en el Lejano Oriente; y que a finales de año regresarán triunfales a su segunda exposición en la Galería de la Aduana.
Cuando uno descubre que el hombre que ha sabido captar y expresar con tanto acierto y ambición estética la maravillosa urdimbre catedralicia de la selva virgen; el repertorio gozoso del verde innumerable; los espejos corrientes de sus ríos todavía cristalinos; la sabia arquitectura antigua del manglar; es el mismo explorador y artista que ha vivido inmerso durante 15 años en la bella y terrible exuberancia de nuestra selva colombiana, aprendiendo a afinar y a sintonizar la mirada del pintor y del artista con el corazón sobresaltado de un naturalista profundamente persuadido de las realidades urgentes que comporta nuestra naturaleza y nuestro medio ambiente en el contexto de la experiencia ecológica contemporánea, entonces sabemos porqué nos conmueven tanto estos paisajes intactos todavía en el territorio de la obra de arte realizada por este excelente acuarelista colombiano, y pensamos si no será éste el único ámbito donde puedan quedar resguardadas para siempre del apetito predatorio de hombres comunes y corrientes, gobiernos y empresas nacionales y multinacionales, ciegos todos ante la belleza y ante el urgente valor de la naturaleza.
César Bertel traslada con asombrosa eficacia artística el impacto de la magnificencia de selvas, ríos y manglares a los formatos ambiciosos de sus acuarelas, para quitarnos el aliento ante el prodigio de su realización técnica, pero también para invitarnos a una excursión en donde pone a coincidir nuestro espíritu con el de toda esta belleza amenazada haciéndonos sensibles a la dimensión humana, estética y social de esas urgencias.
La suya es también una preocupación que trasciende con mucho la reacción instintiva, sanamente política, claramente ciudadana, ante los desafueros sin nombre que, para decirlo con todas sus letras, siempre se ha hecho víctima a la naturaleza; pero que, hoy por hoy, la omnipresencia de los medios de comunicación, oficiales, privados, personales, gremiales, individuales y colectivos, para desgracia y fortuna, nos llenan cada día con el horror que las imágenes que registran en los manglares del Caribe; en las selvas colombianas del Chocó; en los humedales paramunos de los andes; en los ríos robados de la Guajira; y en los bosques descuajados en los Montes de María. Y en el amazonas brasilero, y en la India y en China, y en todas partes. Y donde quiera que se alimente el apetito inagotable de un sistema global que no tiene que ver con nada que no sea el timbre de su caja registradora.
Uno ve la naturaleza que pinta Bertel y siente una extraña dualidad en su percepción: por un lado, se fascina con los logros estéticos de su oficio y la elección de sus motivos; y por el otro, se duele con la belleza de un trabajo que deja constancia histórica de algo que, por acaso, no tendremos ya más en relativo poco tiempo. Y como lo suyo no es denuncia panfletaria sino, quizá, sublimación de un miedo o una nostalgia anticipada; entonces el efecto es todavía más devastador en nosotros.
Bertel es maestro verdadero de una técnica que ha tenido y tiene en el país grandes cultores, y que tiene en Bertel a uno que conoce con responsabilidad perfectamente asumida los grandes desafíos de su lenguaje.
Esta nota que ilustra también el libro titulado César Bertel, acuarelas en gran formato, publicado por Felipe Grimberg Fine Art, al lado de textos referenciales de García Márquez, Eduardo Márceles, Gustavo Tatis Guerra, Fernando Guinard, Darío Ortiz Robledo, Adriana Herrera, Joaquín Lledó, Álvaro Suescún y Javier Mejía, da alcance a la más reciente exposición de Bertel en la ciudad de Bogotá, inaugurada hace apenas una semana en la Galería Arte Actual de Libardo Torres para invitar a los amantes de la acuarela a una experiencia ciertamente impactante.
Allí están colgadas las obras de este artista del Caribe colombiano, dedicadas a la Madre Tierra y expresadas con un lenguaje en el que asombra y desconcierta la desmesura de unos formatos en los que la acuarela comporta desafíos técnicos dignos de tener en cuenta.
