Es imposible no tomar una posición reflexiva, más que a favor o en contra, frente al escrito del señor Fabio Andrés Olarte donde expone la razón, respetable por demás, por la que renunció a la nacionalidad del país donde nació, se formó y adquirió el carácter y el criterio (paradójicamente) para tomar esta decisión.
Si bien algunas de las razones que aduce son ciertas, es innegable que la motivación estaría mal enfocada. No he visto que masivamente los alemanes renuncien a su nacionalidad por ser éste país quien tuvo, al hasta ahora genocida más cruel del mundo Adolfo Hitler, o los italianos por Mussolini, a los chilenos por Pinochet, y hablando de tiempos más recientes no he visto que masivamente los norcoreanos renuncien a su nacionalidad por la tiranía de Kim Jong Un. Más cerca aún, no veo que los venezolanos renuncien a su nacionalidad a pesar de la situación, para los muchos que se ven afectados, que viven por su gobierno perpetuo, sino que más bien (nos debe servir de ejemplo) hacen lo que les es posible y esperan (de tener esperanza) que todo cambie y mejore. Además como colombiano, tengo claro y hago respetar el hecho de que solo hubo o hay, según el caso, un Pablo Escobar, un ‘Tirofijo’, un Carlos Castaño y un Juan Manuel Santos, incluso la mayoría de los extranjeros saben que es así. No falta uno que otro ignorante que pregunta sandeces.
Nuestra nación, refiriéndome a su territorio, gobierno, leyes y población en general, está enferma. Adolece la indiferencia de su población en todo el sentido de la palabra. Y lo que es peor odio, que hace que, como en este caso, las personas nieguen y renuncien a su patria
Desde que tengo uso de razón los políticos que hemos tenido han sido corruptos, pésimos gobernantes y la constante es mantener sus intereses particulares y perpetuar a la misma calaña en el poder. Todos los apelativos descalificadores que utiliza el señor Olarte “infame, corrupto, miserable y desgraciado” son válidos pero no para nuestro país sino para nuestros gobernantes.
Ahora bien, es verdad que nosotros (la población) somos culpables. No hemos sido capaces de elegir un buen gobierno en las pocas veces que hemos tenido alternativa, No hemos sido capaces de hacer valer nuestros derechos utilizando la unión y la protesta como arma y no hemos sido capaces de muchas otras cosas de las que deberíamos ser
El gran problema en mi humilde opinión radica en que todos pensamos de manera tan individualista, no nos damos cuenta que juntos somos más. Y sobre todo de manera independiente no obramos en forma correcta, integra y honesta.
Tengo la esperanza de que nuestro país cambie, no por sus gobernantes pero si por su gente, sea por iniciativa propia o porque no hay alternativa. Sueño que un día la gente “buena” no necesitará un policía para obrar de manera honesta, que la gente vote a consciencia, que nos demos cuenta que dar limosna no es ayudar, que tener malicia y ser vivo no es tumbar a los demás, que ingenio colombiano no es delinquir en otros países, que hacer protesta no es hacer vandalismo, que exigir los derechos no es pelear y sí dignifica, que no botar basura en la calle; respetar las señales, ser amable, ayudar al que necesite y así cada buena acción individual que haga ayuda a mejorar nuestro país. Estos cambios no pueden ser impuestos por nadie, simplemente cada quien debe decidir hacerlo
Particularmente pienso en la posibilidad de salir de Colombia para mejorar mi condición personal y familiar, pero con la firme intención de poder hacer algo que redunde en mejorar mi país y precisamente por ese sentido de patria y de pertenencia no renunciaría a mi nacionalidad porque es a mi modo de ver la aceptación de que no fui capaz de aportar lo que puedo para que mi país, de donde soy, mejore. Y estaría dándole la razón a los delincuentes de cuello blanco de que esto ya no vale la pena.
