En el corazón del departamento de Boyacá, entre montañas, se encuentra ubicado un municipio colombiano que es un tributo a la perfección. Gente que con un 'sumerce' en la boca me robó el corazón hace años, paisajes mágicos, humildad, paz y vida eran, hace años, los componentes del único municipio. De hecho, sigo pensando que soy tan sogamoseño como cualquiera de los que fue parido en esa hermosa tierra. Lamentablemente, ese paraíso terrenal lleva meses pasando por épocas complicadas. Como todo municipio, en expansión, ha recibido en la última década a miles de pobladores foráneos. Llaneros, bogotanos, caleños, paisas, entre otros, actualmente viven en la ciudad. Por cosas de la divina providencia la inseguridad, en Sogamoso, ha llegado a cifras impactantes. Hurtos, asesinatos, robos, riñas, terrorismo y vandalismo tienen a mi gente contra las cuerdas. Lo peor del caso, por desgracia, es la apatía de la administración municipal y de la fuerza pública con la que manejan el problema.
Sogamoso no merece esto. No lo merece por ser un pueblo bueno. El problema, como en casi todo el país, es la indiferencia del poder público. Lamentablemente, allá, quien debería ser el empleado del pueblo parece no sentir nada tras ver casos como el del pasado domingo en la madrugada cuando uno de nuestros jóvenes perdió la vida en lo que aparentemente fue un intento de robo. Miguel Ángel García Pérez, alcalde municipal piensa como muchos otros de sus colegas en el país que la inseguridad es culpa de los triunfos de la Selección Colombia, y lo que es peor del alcohol, desconociendo totalmente el grave déficit de sana convivencia que ataca al municipio. Pues, respetado alcalde, déjeme decirle que sus medidas dictatoriales no sirvieron de mucho ¿No sería mejor replantear o diseñar un plan de seguridad constante y eficaz para proteger al pueblo? En vez de estar decretando, a diestra y siniestra, leyes secas y toques de queda sería mejor autoevaluar su gestión durante estos años, al frente del municipio. Probablemente pido mucho. La apatía de ese señor, ante los problemas del municipio, ya no me sorprende.
La reacción, esperada por mi persona, debería nacer de las entrañas del pueblo y no de esa clase indiferente. Perdón, quise decir dirigente. Conozco muy de cerca a miles de sogamoseños y estoy, plenamente, convencido de que son muy pocos los que tienen a mi ciudad en ese absurdo caos. El pueblo sogamoseño debe expresar, tajantemente, su repudio antes estos hechos. Sería magnífico que ese mismo pueblo exiga que se garanticen sus derechos. El pánico en Sogamoso, hoy por hoy, reina y nadie dice nada. El grupo social, además, debería empezar a impulsar grupos de prevención ante la delincuencia. Si un sogamoseño cuida a otro se puede actuar contra estos personajes que siembran el caos en los sectores urbano y rural. Lamentablemente, en nuestro país nos han enseñado a ser, vulgarmente, individualistas. No podemos permitir más que haya asesinatos por robar un teléfono celular. No podemos seguir desde la comodidad de nuestras casas viendo como hacen, unos pocos, lo que quieren con nuestra paz. El sábado, lamentablemente, se perdió una vida ¿Creemos, entonces, los demás estar exentos de vivir una desgracia similar? Hay que exigir el aumento del pie de fuerza en el municipio. Es una necesidad, desde hace años, pedir una mejora en la iluminación de calles del municipio. Si no estamos, ni siquiera, denunciando los hechos no vamos a tener un cambio. Basta de vivir con miedo. Sogamoso tiene que volver a tener paz.
#DESPIERTACOLOMBIA
Generando consciencia tendremos nuestra verdadera revolución.
witter: @andresolarte
Facebook: facebook.com/olarteandres
Gmail: andresolartea
