“… Tenía un lindo nombre mi guía, Natalie…
… le tomé un brazo y sonrió; …
… Cuando todos ya se fueron
y estuvo la fiesta en silencio,
quedé yo solo con mi guía, Natalie...
… Qué vacía se quedó mi vida,
más sé que un día en París,
seré yo quien servirá de guía, Natalie, Natalie”.
Durante la temporada de protestas que inició el pasado 28 de abril y que ahora ha entrado en relativa calma, en la que Santiago de Cali se erigió como epicentro y capital nacional de la resistencia, algunas personas de esta ciudad asumieron un papel de particular relevancia, sea desde la resistencia misma, sea desde la sociedad civil que prestó su apoyo incondicional a aquellos, sea de las organizaciones sociales y de derechos humanos que asumieron los riegos que su acompañamiento a “la causa” les representaba, sea desde la prensa independiente y alternativa, o, inclusive, desde la institucionalidad, en donde personas con verdadera vocación de servidores públicos se atrevieron a ponerse a disposición de la colectividad, del pueblo, de acuerdo con la Constitución Política y las leyes, muy a pesar seguramente de lo que pretendieran sus “jefes”.
En tal sentido, es particular interés lo sucedido con algunos miembros de la Subsecretaria de Derechos Humanos y Construcción de Paz del Distrito de Santiago de Cali, quienes, a pesar de su vinculación con el Estado y que se pudieran considerar blindados por ello, en no pocas ocasiones fueron objeto de amenazas, hostigamiento y agresiones físicas y verbales por parte de la fuerza pública, “ciudadanos de bien”, y por qué no, jóvenes manifestantes que en un principio no tenían claro el trabajo que aquellos venían realizando.
Quien fuera designada para dirigir la Subsecretaria de DD. HH. sería la Dra. Natali González Arce, psicóloga, con especialización en Neuropsicología Infantil y magíster en Neuropsicología, perteneciente al partido de Los Comunes, quien ya venía de un tiempo atrás coordinando actividades con las organizaciones de derechos humanos de la ciudad, en el acompañamiento de las manifestaciones y protestas que legítimamente se venían presentando, logrando, con relativo éxito, desplazar la intervención de la fuerza pública y el Esmad en muchos de los espacios.
Aunque no es “nacida en navidad”, sí pareciera serlo, ya que, si bien, como dicen los que estudian el significado de los nombres, el suyo es el de una mujer fuerte, independiente, con carácter firme, disciplinada y hasta cierto punto egocéntrica, también lo es que sabe ser alegre y jovial bastante a menudo. No sé si le gusta llamar la atención y ser el centro del universo (por lo que se dice de su nombre), pero al final termina haciéndolo y siéndolo en no muy pocos espacios, restando así protagonismo a otros.
Creo que aciertan en el diagnóstico al decir que las Natali efectivamente necesitan hacerse de cierto poder de dirección, mando y gobierno, y que sería por ello por lo que suelen terminar triunfando en los escenarios en los que les toca desenvolverse; claro está, ello puede tener su contrapartida, y es que, al ser tan estricta, el amor de pareja pueda no resultarle tan fácil, si es que acaso lo busca, no obstante que, seguramente, muchos hombres quieran ganarse su amor.
Es de una particular belleza, en la que se saben combinar los rasgos de la mujer negra, la blanca y la indígena, cabello largo y rizado, piel alabastrina, tersa y rojiza por su exposición regular al sol, rostro hermosamente proporcionado, con una cejas pobladas y perfectamente delineadas, ojos miel de mirada tierna y cansada, nariz pequeña, pómulos y barbilla levemente pronunciados, el trazo de son labios son delgados por donde fluye una voz dulce y suave, y un cuerpo que, sin corresponder a los modelos impuestos en occidente, expresa toda la sensualidad y belleza de la mujer latina, o mejor, de la mujer de la América, morena y mestiza.
Y esos rasgos físicos son el reflejo a su vez de un interior que, aunque convulsionado por una historia, resulta más admirable y bello, ya que corresponde al de una descomunal energía, un alma y un espíritu, que optó por dedicar su existencia a la causa de “los condenados de la tierra”, esos herederos de una cultura de vasallaje y despojo, de colonización y neocolonialismo, que, como tal, solo ha sabido responder con violencia a los legítimos reclamos del pueblo; en tal sentido, la vida no le ha sido fácil, y no solo por su condición de clase, por su posición política y su compromiso social, sino también por su condición de género, de mujer enfrentada a una sociedad machista y patriarcal.
Muy a pesar de las adversidades que le ha tocado enfrentar, Natali ha sabido abrirse espacio para reconducir, desde el espacio en que le ha correspondido actuar, una de las funciones más importante del Estado Social de Derecho como lo es la defensa de los derechos humanos, misma que abandonaron hace mucho tiempo las Personerías y Defensorías del pueblo, que se dedicaron a refrendar el accionar arbitrario de la fuerza pública en todos los escenarios.
No es por otra cosa que Natali fue objeto de agresión física por parte de miembros de la Policía Nacional, en las instalaciones de la Universidad del Valle, el pasado día 23 de abril, cuando los jóvenes estudiantes se habían congregado en el interior del alma mater para protestar por el deterioro en la educación superior, pero también, por el mal manejo dado a la pandemia, y en fin, por la desastrosa conducción del Estado en todos sus niveles; así pues, lo sucedido en Univalle sería el anuncio de lo que vendría después dentro del marco del “paro nacional”, cuando se desatara la violencia del Establecimiento en contra de los protestantes.
De allí en adelante la relación de intervenciones de Natali en “el terreno” sería de admirar, más si se tiene en cuenta su condición de alta funcionaria del Distrito, quien, como otros, se pudo dedicar a manejar la situación desde la comodidad de su oficina, o, por qué no, desde la casa, gracias a las ventajas que brinda la virtualidad del internet hoy en día; en tal sentido se le vería haciendo presencia en terreno verdaderamente hostil, tal como efectivamente lo fue el barrio Ciudad Jardín, tanto cuando se dio la arremetida de paramilitares en contra de la Guardia Indígena (y al final de la jornada se viera rodeada por fuerza pública y “civiles de bien” en la estación de policía del sector), así como cuando, al conmemorar el mes de resistencia, terminara forcejeando con miembros del Esmad buscando evitar (fallidamente) la privación injusta de la libertad de un joven trabajador, ello en medio del accionar de armas de fuego por parte de civiles que eran protegidos por miembros de la Policía Nacional (como es públicamente conocido por todos); también se podrían contar las intervenciones en momentos supremamente violentos del Paso del Comercio (paso del aguante), el sector de La Virgen en Andrés Sanín, y, principalmente, en Puerto Resistencia, donde se esperaba un saldo trágico importante al final del desbloqueo, pero que, por la participación en conjunto de personas con la misma vocación social y de servicio como Natali, se fueron generando las condiciones para que no fuese así.
Natali González Arce, una persona que, con su amor por la vida, su compromiso con los derechos humanos, y su capacidad de comunicación efectiva, de crear comunidad, contribuyó a que el saldo fatídico de las protestas no fuera mayor (ganas no faltaron por parte de sectores de extrema derecha de multiplicar las masacres en la ciudad), al tiempo que se convirtió en uno de los pocos interlocutores válidos y reconocidos que tiene actualmente la administración distrital con la comunidad.
