Hace poco veía un programa de fútbol en Argentina dirigido por Martín el Colorado Liberman, quién al mejor estilo de los aficionados colombianos despotricaba de una forma muy ordinaria de Lionel Messi, uno de los mejores jugadores argentinos de todos los tiempos, y para muchos entendidos de fútbol, el mejor jugador de fútbol mundial actual, por encima de Cristiano Ronaldo, que es considerado solo un cazador de área.
Yo me pregunto cuántos países y cuántos aficionados al fútbol lo darían todo por tener un jugador como Messi en sus países y este comentarista argentino despotrica de Messi con adjetivos bastante insultantes, olvidando que Argentina es un equipo con Messi y otro equipo muy inferior sin este valioso jugador.
De la misma manera sucede en Colombia con nuestro nuevo gran ídolo Nairo Quintana, que guardando las proporciones es nuestro Messi criollo del deporte de las bielas.
Ahora resulta mucho aficionado diciendo una cosa u otra, y como digo, es falta de memoria del aficionado que se vuelve aficionado de un día, sin tener la precaución de mirar un momento atrás, en la época de los 90 cuando los precursores del ciclismo colombiano como lucho Herrera, Fabio Parra Oliverio Rincon, Chepe González y demás ganaban etapas, porque básicamente eso era a lo que iban, a "ganar etapas" a Europa.
Todavía recuerdo que el país se paralizó cuando Lucho Herrera ganó en Alpe d"huez o cuando Fabio Parra ganó en Lans en Vecors, o la victoria de Lucho ensangrentado en Saint Ettiene. De hecho, la victoria más grande hasta ese momento fue la del año 87 de Lucho Herrera en la vuelta a España, hasta ahora la mejor gesta de un ciclista latino en Europa.
Solo para tener una idea del portento de ciclista que tenemos en Nairo Quintana, hay que ver las entrevistas que hacen los medios a leyendas del ciclismo como Lucho Herrera, Santiago Botero,Cochise Rodríguez, Fabio Parra, en donde expresan conceptos como que Nairo con 27 años es el mejor ciclista colombiano de todos los tiempos, o que llegó Nairo y nos "borró a todos". Ellos mismos son conscientes de que Nairo no solo es el mejor de ciclista de Colombia sino uno de los mejores ciclistas del mundo de todos los tiempos y uno de los llamados a marcar historia como Indurain, Merx, Anquetil.
Pocos ciclistas han hecho podio en las tres grandes vueltas en las ocasiones en las que han participado, un primer y un segundo lugar en el Giro, dos segundos lugares en el Tour y un tercer lugar en el 2016. Además, campeón de la vuelta a España en el 2016 y un retiro por caída siendo líder, más un cuarto lugar en el 2015.
Muchos también le critican que pierda uno o dos minutos en una contrarreloj plana contra un tanque como Domoulin o Froome; olvidan que ciclistas como Lucho Herrera, Oliverio Rincón o el mismo Chepe González en su tiempo perdían más de 7, 8 y hasta perdidas escandalosas de más de 10 minutos en este tipo de contrarreloj, por eso mismo no podían aspirar al podio de estas grandes vueltas.
En medio de su efusividad de un día y de sus críticas a Nairo les queda difícil analizar que de acuerdo con la misma contextura física de Nairo con 1.67 de estatura y 57 kg de peso no puede competir con hombres como Tony Martín, Froome o Domoulin de 1.87 cm y 75 kg de peso, que pueden mover multiplicaciones más elevadas y otro tipo de bielas que si mueven los europeos.
Y por último, el aficionado común y corriente también le crítica a Nairo que pierda segundos en una escalada, que porque si supuestamente tiene el título de "mejor escalador del mundo" por qué debe perder tiempo con Froome, Aru, Nibali, Porte o Contador. Les queda difícil analizar que los demás ciclistas también se preparan en la montaña y no corren amarrados de las piernas, también suben y pueden hacerlo igual que Nairo.
Yo los invito a que dejemos de ser como el argentino Colorado Liberman con Messi. Dejemos de criticar tanto a Nairo y entendamos que vivimos la mejor época de nuestro ciclismo, con el mejor corredor colombiano de todos los tiempos. Disfrutemos sus victorias y apoyémoslo en sus derrotas, porque él, como cualquier ser humano, también puede perder.
