Eficiencia. Una palabra que fue todo cuando Daniel Otero cogió una bicicleta eléctrica para moverse por las calles de Madrid, España. Era 2015. Había visto cientos de estaciones por todo lado: en la plazas Mayor, Puerta del Sol, Colón; cerca al estadio del Real Madrid, sobre la Gran Vía. El ingeniero bogotano --que para ese entonces estudiaba un MBA en el Instituto Empresa—nunca había visto un sistema como ese en su ciudad natal: cómodo, práctico, público y seguro. ¿Por qué no implementarlo en el caos llamado Bogotá?, pensó antes de terminar su maestría. La idea se convertiría en su tesis de grado.
Un año después, recién desempacó maletas, Daniel Otero llamó a Miguel Ocampo, su colega de la Universidad de los Andes y a Iván Jaramillo, su amigo que programaba desde los 12 años. Con las buenas nuevas de su regreso, Otero les comentó a sus colegas que tenía una idea buenísima en la punta de su lengua: crear un sistema de bicicletas eléctricas compartidas que funcionara a través de una App para que la gente se transportara en Bogotá. Tomaba un tiempo y necesitaba socios. Ocampo y Jaramillo no lo pensaron dos veces y se montaron en ese bus. Lo llamarían MUVO.
Primero pensaron en inversionistas. Tocaron las puertas de varias empresas hasta que Auteco, la compañía paisa que produce motos, creyó en MUVO y decidió invertir 50 bicicletas eléctricas. Luego vendrían las alianzas. Con el primer arsenal de caballitos de acero se necesitaba un lugar seguro donde parquearlas. Los tres socios presentaban el proyecto a cuanta empresa encontraran. Había que agotar instancias. Y llegaron a City Parking, la empresa de parqueaderos, esa que predomina en la Zona Rosa de Bogotá. Bingo. Las 50 bicicletas podían ser recogidas y parqueadas allí. Definirían las estaciones más adelante.
Con la Alcaldía de Bogotá a su lado, los muchachos de MUVO sabían que el negocio pegaría duro. Otero lo había vivido en España: BiciMAD era un sistema público. Pero se dieron cuenta que el simple hecho de hablar con el Distrito reduciría el tiempo para implementar. Decidieron que MUVO sería un servicio privado por el momento.
Las bicis eléctricas de MUVO tienen un candado inteligente que funciona como el corazón tecnológico del sistema. Está pegado al marco de las bicicletas y cuenta con un GPS que permite rastrear su ubicación. Pero lo más interesante es que tiene un código QR que se escanea automáticamente – usando la APP—y empieza a contar el tiempo de uso de la bicicleta. 3.000 pesos por cada 30 minutos es lo que cobra MUVO a cada usuario. El pago, por el momento, se descuenta de una tarjeta de crédito pero se espera incluir tarjetas tipo monedero.
El candado inteligente funciona con un código QR que se activa a través de la App. Por el momento funciona en celulares tipo Iphone pero muy pronto estará disponible para Android
Aunque los tres socios llevan trabajando más de un año, MUVO lanzó sus operaciones en noviembre de 2017. El sistema cuenta por el momento con cinco parqueaderos ubicados en el norte de Bogotá, de la 93 con 11 hasta la 71 con 6. Sin embargo, se encuentran instalando dos más: en la 98 con 11 y en la 100 con autopista
Cada bicicleta tiene una autonomía de 40km y alcanza una velocidad máxima de 25km/h.
En tan solo un mes, la App de MUVO se ha descargado en más de 500 celulares iPhone y las bicis han sido usadas más de 100 veces. El resultado de una estrategia de redes sociales orgánica, sin pagar pauta y a través de la exposición a los parqueaderos de bicicletas eléctricas que está haciendo su principal aliado: City Parking. Pero cuando inauguren la App para Android, los muchachos de MUVO comenzarán a inyectarle tiempo y recursos a una estrategia de Marketing.
Por lo pronto MUVO seguirá expandiéndose por Bogotá. Chapinero y Usaquén serán los puntos neurálgicos pero esperan consolidarse no solo en el norte sino en todos los rincones de la ciudad. Y más adelante esperan llegar a Medellín, a Cali y a Bucaramanga. Y a las principales ciudades de Latinoamérica.
