No sé si decirles ciudadanos porque su actuación no es de personas que se merezcan esta denominación y más cuando se aprovecharon de un ejercicio constitucional como la movilización social para adelantar desmanes y cometer delitos.
En todo caso, mil gracias vándalos, porque la noche del 21/11 amanecer del 22/11 pude sentir la unión de miles de vecinos particularmente en Bogotá que no iban a permitir que unos pocos desadaptados cometieran ataques o delitos en nuestros bienes.
Mil gracias vándalos, porque a pesar del frío, pude compartir con otras personas de diferentes tendencias, los variados asuntos que nos tienen cansados y coincidimos en que la corrupción, el desempleo, la desigualdad, la pobreza, la caótica migración venezolana y el desgobierno, son los principales flagelos que nos consumen. De lo anterior, hasta algunos ciudadanos conservadores estuvieron de acuerdo.
Mil gracias vándalos, porque en esa noche gélida los corazones de cientos de ciudadanos recibieron calor a través del tinto en leña, de los chistes, de un improvisado juego de banquitas. Instantes que permitieron la integración a pesar de la tensión.
Mil gracias vándalos, porque sus abyectos actos no lograron opacar el sentir popular de millones de ciudadanos que a través de sus arengas y cacerolas fueron ejerciendo presión pacífica para que este gobierno se siente a concertar con el pueblo a ver si se remedia en algo el descontento, porque no creo en milagros.
Mil gracias vándalos, porque sin ustedes muchas personas no hubiesen sido conscientes de lo serio de esta movilización, que de parte de la institucionalidad también hay crasos errores que dejaron heridos y a otros les violentaron derechos, a quienes participaron de manera tranquila en las marchas.
Mil gracias vándalos, porque me ayudaron a ratificar la ineptitud de las “autoridades” y su poca capacidad de respuesta, porque hasta hoy no es claro si judicializaron a aquellos que destruyeron bienes públicos sobre todo en Suba y Kennedy.
Mil gracias vándalos, por hacernos sacar a miles nuestros instintos primigenios de autoprotección y por eso les digo que si sus acciones fueron instintivas para causar el mal, o por recibir un “estipendio” de desestabilizadores, y si se les ocurre atacarnos, pues que con mucho los atenderemos en nuestros barrios con todo el afecto que pueden dar los garrotes, las varillas y los palos de escoba.
