Claudia Villafañe, la madre de sus dos hijas mayores, Claudia y Gianinni, la mujer que lo acompañó en su momento de gloria a mediados de los 80, cuando se convirtió en Santa Maradona en Nápoles y en el Dios del fútbol para los argentinos, declaró ayer que los años que pasó con él habían sido una tortura sicológica por las continuas humillaciones y las golpizas que le infringía. El enfrentamiento empezó cuando Maradano acusó a su ex pareja de haberle robado 8.7 millones de dólares de sus cuentas. Claudia, que había mantenido un silencio prudencia desde que Diego habló en octubre del año pasado, estalló ante la justicia argentina y dejó entrever el monstruo que se le despertaba al crack cada vez que inhalaba una línea de coca.
Los que lo conocen afirman que a Diego el licor y las drogas lo alteran. Esta metamorfosis se evidenció en el 2014 cuando, en su apartamento en Dubai, se levantó tambaleante de su sofá, con un vaso de whisky en su mano, acercándose a Rocío Oliva, la ex futbolista de River con la quien tuvo una relación hasta finales del año pasado, y la empezó a insultar sólo porque ésta mantenía una conversación en su celular. Luego vendrían los puñetazos en su rostro que quedaron evidenciados en este video, al parecer filtrado a los medios por su propio sobrino:
No sería la primera que se metiera con Rocío. Unos meses después de la reconciliación pública con el futbolista, Olíva fue acusada por el propio Maradona de haberle robado un portátil, smartphones y joyas por valor de 400.000 dólares de su apartamento en Dubai. Oliva estuvo presa durante 15 horas hasta que un Maradona arrepentido, y enguayabado, retiró su denuncia.
Sus celos patológicos han hecho que hasta gente que se acerca a sus parejas reciban el embate de su furia. Mientras estaba en un teatro de Buenos Aires en el verano del 2015, Diego Maradona insultó y abofeteó a un periodista porque creyó que éste le había guiñado el ojo a Oliva.
Pero la misoginia de Diego no sólo está representada en las golpizas, insultos o procesos judiciales que le ha interpuesto a sus parejas. A la italiana Cristina Sinagra, con la que mantuvo un romance fugaz en 1985 en Nápoles, años en los que se había convertido, por sus goles y gambetas, en el santo patrón del sur de Italia, le tardaría 15 años reconocer que Diego Armando, el niño que nació de ese affaire, era su hijo. Lo mismo le paso a Valeria Sabalain cuando tuvo a Jana, la quinta hija del astro del fútbol.
El drama con Claudia Villafañe, la mujer con la que compartió 15 años de su vida, apenas comienza. Los abogados de Maradona dice que los tres apartamentos que tiene en Miami y los tres millones de dólares que tiene en un Banco de Uruguay son del crack. A Maradona su avaricia le puede salir su cara su avaricia: Villafañe guarda secretos que la prensa mundial se muere de ganas de escuchar.
