Recientemente, la administración distrital ha señalado que por primera vez en Bogotá se implementará un ejercicio de presupuestos participativos, con la destinación del 60% del presupuesto asignado a los fondos de desarrollo local, afirmación que además corresponde a una promesa de campaña realizada en su momento por la alcaldesa Claudia López.
El mencionado planteamiento fue resaltado como uno de los aspectos positivos por el Consejo Territorial de Planeación de Bogotá al plan de desarrollo distrital y presentado en el proyecto de acuerdo que posteriormente debatió el Concejo de Bogotá.
Es así cómo uno de los enfoques del plan de desarrollo aprobado para Bogotá es el de la participación ciudadana y una de sus metas es la implementación de los presupuestos participativos en los fondos de desarrollo local.
Sin embargo, la propuesta que hasta hoy ha socializado la administración distrital para la implementación de los mismos tiene mucho de presupuesto y muy poco de participativos; si bien la situación de aislamiento actual ha propiciado la imposibilidad de realizar encuentros ciudadanos presenciales, la alcaldía de Bogotá ha tomado la decisión de centralizar el ejercicio participativo, proponiendo una misma estrategia para todas las localidades de la ciudad, desconociendo la autonomía que gozan los consejos de planeación como instancias de participación ciudadana para proponer la metodología de los encuentros ciudadanos.
No siendo poco con lo anterior, ha diseñado un tarjetón para que los ciudadanos inscritos en los encuentros ciudadanos voten en orden por proyectos de inversión impuestos, que desvirtúan la planeación participativa y se alejan de la propuesta de “gobierno abierto” aprobado en el plan de desarrollo distrital.
Así, el ejercicio de planeación participativa prevista para los encuentros ciudadanos impide la oportunidad de que sea la ciudadanía la que identifique las problemáticas más importantes para sus territorios y determine las propuestas de solución para posteriormente proponer un porcentaje de presupuesto que debiera asignarse a cada una de ellas.
De manera que no es posible realizar un ejercicio de presupuestos participativos sin planeación participativa, en ese caso, preferible hubiera sido la destinación de solo el 10% del presupuesto local para la realización de un legítimo ejercicio de presupuestos participativos y no el 60% en un ejercicio que desvirtúa y pisotea la participación ciudadana.
