Es evidente (se puede deducir de los diálogos que han mantenido por los delegados del gobierno y el comité del paro cívico) que la declaratoria de emergencia es inviable, en palabras del gobierno. ¿Qué nos espera, a nosotros, habitantes de Buenaventura? Es triste reconocerlo, pero el panorama es incierto. El comité del paro cívico tiene muchas luces sobre la Buenaventura que una gran mayoría pide a gritos. No obstante, muchos se levantan y van a sus lugares de trabajo, o sencillamente se quedan en sus casas esperando a que los del comité resuelvan, a que un grupo entre los muchos marchen, realicen actividades, organicen diferentes tipos de movilización, o que alguna luz milagrosa ilumine a los negociadores del gobierno.
También hay una minoría a los que no le interesa en nada el desarrollo de la ciudad, dentro de ellos hay gente que tiene una buena posición económica, pero también hay pobres que sencillamente seguirán siendo pobres toda la vida. Incluso, están los vándalos que se aprovechan de la situación, y como no les importa nada, generan acciones que son incompatibles con un proceso de lucha inteligente. La verdad, los que tienen buena posición económica ya no tienen remedio, los que quieren seguir siendo pobres no me interesan, los vándalos me preocupan porque están entorpeciendo un proceso que es necesario y que quizás nunca se vuelva a repetir en Buenaventura.
Los muchos, creo que, con estos, ¡sí!, con los muchos se pueden generar grandes transformaciones para Buenaventura. Ni la música, ni el teatro, ni la danza, ni la pintura lograrán trasformar la situación de Buenaventura, esto no quiere decir que estas bellas artes no tengan una utilidad práctica a la hora de animar a la gente; ni las arengas, ni las marchas, ni decir que el gobierno es hijo de putas, nada de eso sirve, al margen de que ayuda a subir los ánimos.
Lo cierto es que debemos desarrollar una conciencia que nos posibilite asumir y enfrentar el desafío de construir comunidad, una cuestión que desborda generosamente el principio y el fin del paro cívico, sin perjuicio de la importancia que tiene el paro cívico en este preciso instante. Sin embargo, ¿qué hacemos los muchos frente a esta situación urgente que requiere de nuestra atención?, ¿seguir marchando?, ¿para qué sirvió la marcha del 20? Para decirle al mundo que los muchos no somos vándalos, ¿para qué sirvió la multitudinaria marcha del 21? Para conmemorar el día del afro-colombiano y visibilizar nuestra lucha ante el mundo, ¿para qué sirvió la marcha del 22? Para respaldar la lucha de los docentes, ¿pero ¿cuál fue el beneficio en términos prácticos? La verdad no sé, y sería muy pretencioso de mi parte inventar algo aquí, sin embargo, esto me arroja luces de que somos muchos, y que, si los muchos nos proponemos, se puede marcar la diferencia.
Si somos muchos, como lo demostró la marcha del 21, ¿por qué esos muchos no nos tomamos nuestro territorio, si de verdad es nuestro? Y el territorio incluye también la única vía que hay en la ciudad, ¡claro que sí! Todos los días transitan por esa vía alrededor de 5000 tracto camiones que han dejado centenares de muertos, porque entre otras cosas, los conductores exceden el límite de velocidad. Por otro lado, hemos aguantado el ruido de todos los días, el pavimento destruido por el peso de los camiones y la carga, sufrimos las sustancias químicas que deterioran nuestra salud y que con el tiempo será una epidemia que va a diezmar a la población, vemos todos los días pasar la riqueza ante nuestros ojos que van en esos tracto-camiones.
¿El territorio es nuestro? Entonces hagámonos responsables de él. Si diez mil personas sobre la vía es mucho, imagínense cien mil divido en los puntos más álgidos.
Hoy, después de hacer un análisis concienzudo y ver cómo el paro cívico ha sido debilitado por las estrategias del Estado: intimidación a la comunidad a través de la militarización, abuso de las fuerzas antidisturbios, (ESMAD), el famoso toque de queda, que no es ni siquiera para la comunidad, sino para todos los que se movilizan en favor del paro.
Santos jugó su mejor partida, como en el ajedrez. Cuando en las tres primeras jugada el comité del paro le cantó jaque, Santos movió sus peones (ESMAD y militares) sus dos alfiles, (Dilian y Eliécer) fueron simplemente parte de la jugada que se propuso: toque de queda, distracción. La jugaba con los caballos ministro de ambiente y viceministro del interior) fue una jugada para ganar tiempo, evitar el jaque, y debilitar la jugada del comité que era negociar con el rey, (Santos); es decir Santos nunca se enrocó (no se movió de su sitio) y en esta altura del juego es difícil que se enroque, ya que el comité está en jaque, por una sola mala jugada, la del 19 que incluso, fue una celada (una celada es la trampa que se le plantea al adversario al ofrecerle material a cambio de una compensación mayor).
A esta Altura los “espacios autónomos, incluso las mesas de trabajo, representan ganancia para el Estado, en cualquier momento Santos dice: jaque mate, porque el pueblo esta atemorizado y la famosa arenga: “el pueblo no se rinde carajo” va quedando como un simple recuerdo de la lucha de los primeros días.
A mi juicio, podemos abortar la partida (cosa que sé que nunca haremos), pedir tablas, (empate ) negociar algunos puntos de las propuestas y que nos den garantías, o en su efecto, la única jugada que podría llevarnos a la victoria, sería arriesgar el todo por el todo y de esa jugada depende la respuesta inteligente del pueblo. La jugada de los muchos (100.000) a tomarse el territorio.
