El próximo jueves 4 de junio la Universidad Nacional de Colombia verá algunas partes de su campus custodiado por cantidades de unas particulares figuras tutelares: los espantapajarracos. Estas extrañas y amistosas efigies serán elaboradas por profesores, estudiantes y trabajadores durante los días previos al jueves y serán instaladas en medio de un acto ritual, a las 5 de la tarde, para luego, a las 6, con faroles y antorchas, salir a rodear la Universidad.
Los espantapajarracos tienen la misión de proteger a la comunidad universitaria y su bien más preciado: el libre ejercicio de la palabra, el debate, la expresión argumentada de las ideas y la defensa de la diferencia, como condición necesaria para la academia y el arte. Los espantapajarracos fueron urgentemente invocados porque el pasado 7 de mayo la Universidad Nacional de Colombia fue gravemente vulnerada por las Águilas Negras a través de un panfleto en el que dirigen amenazas de muerte contra los profesores Mario Hernández, excandidato a la rectoría y Leopoldo Múnera, exvicerrector de la Sede de Bogotá, así como contra la profesora Piedad Ortega de la Universidad Pedagógica Nacional y contra un grupo de 11 estudiantes de la Facultad de Ciencias Humanas. Días después dos estudiantes más, de la Facultad de Agronomía, fueron objeto de la misma intimadación.
Los espantapajarracos tendrán como misión espantar estas aves portadoras de macabras intenciones. Serán cuidadosamente construidos con retazos que preserven el tejido social que los pajarracos intentan deshilachar; estarán zurcidos con una inmensa dosis de tolerancia, con fibras que recobren el hilo de la discusión en torno al respeto por la diferencia y la crítica que se ha querido silenciar; con colores muy vibrantes porque los pajarracos siniestros no gustan de la sensualidad ni de la coquetería; están en cambio empecinados en la obscenidad de la crueldad. Vendrán rellenos de mucha alegría porque los pajarracos “nos quieren tristes”, como alguien anotaba. Traerán sus mochilas llenas de semillas, de argumentos y del valor que hace algún tiempo perdió la palabra en la universidad. Sus pies podrán venir desnudos, con zapatillas, tacones o alpargatas, pero en todo caso, nunca con botas militares porque estas, sean de uno o de otro ejército, pisotean las semillas, enturbian los bebederos, borran los caminos que recorren y son el calzado preferido de los pajarracos.
