Sí, listo lo suspendieron por nueve partidos a Luis Suárez quien por tercera vez muerde a un rival en un campo de fútbol.
Hay que recordar que en dos ocasiones anteriores, una con el Ajax (Holanda) y otra con el Liverpool (Inglaterra) el ariete con sus dientes agredió a sus rivales. Nuevamente lo hizo, pero esta vez en el Mundial Brasil 2014. Chiellini de Italia fue la víctima.
Lo de Suárez debe servir a los uruguayos, sobre todo, para que le paren bolas a este caso. La medida de sacarlo de las canchas es una simple anécdota. Es hora de que le hagan seguimiento a la parte mental y espiritual del jugador.
En los medios de comunicación los sicólogos y siquiatras hablan que puede ser un acto reflejo de violencia intrafamiliar de la cual fue víctima posiblemente en su infancia Luis Suárez. Otros que es una forma de expresar que le tiene miedo a perder o al triunfo. En resumen, ya es hora de que lo sometan a un tratamiento para que controle su ira.
A veces me parece, que los equipos donde milita, incluyendo la selección “charrúa” y sus seguidores se preocupan más por la “máquina” de hacer goles que es Suárez y no por el ser humano.
Por un lado, es discutible que los hinchas hablen que lo ocurrido con Suárez en Brasil 2014, sea una simple situación de juego. Se les olvida que es la tercera vez que pasa. No se puede confundir que esta agresión sea un acto de forcejeo común entre jugadores. Esto es un hecho de violencia extrema que si no es corregido profesionalmente podría acarrearle en muy corto plazo problemas al ser humano, Luis Suárez.
Si la escena con Chiellini fue tan evidente. Es reprochable lo expresado por el técnico del onceno uruguayo Tabarez quien dijo en rueda de prensa que esto es un Mundial, como quien dice que se vale todo. Y que hay una persecución mediática a Suárez. Desconociendo que no es la primera vez que muerde a alguien.
No se puede enviar un mensaje a la sociedad de que se debe ganar algo como sea y menos en el deporte. Se debe admitir que hay un serio inconveniente con un ser que es un referente y no actuar como el padre alcahueta que le admite a su hijo malos comportamientos, todo porque hace goles y de una u otra forma sacan provecho de él.
Es hora de dejar lo “popular” y el fanatismo de lado. De creer emotivamente que Suárez es un jugador con garra y “guevos” y que por eso hace lo que hace. Esto se trata de recuperarlo y de evitar que una cólera lo lleve a cometer un acto de agresión peor y que termine en la cárcel o con su exitosa carrera. No es un problema menor.
Porque si llega a verse involucrado en una fatalidad por no tener autocontrol se podría perder al ser humano y a la figura del fútbol internacional.
Hay cientos de ejemplos de deportistas que se han entregado a los excesos, todo porque les acolitan sus actos. Después de “sacarle jugo” a su talento, los dejan tirados.
Si realmente lo quieren y valoran tanto ayúdenlo, terapéuticamente hay alternativas.
¡Por favor, piensen en Suárez, el ser humano!. No le hagan un autogol.
