Hace poco se cumplieron los primeros cien días de gobierno del presidente Iván Duque. Este periodo ha sido muy polémico, ya que el presidente se ha dedicado a viajar: por Colombia con sus talleres Construyendo País (que más bien parecen un aquelarre uribista, donde cualquier crítica, cualquier idea opuesta al gobierno es abucheada e ignorada) y fuera del país atendiendo los compromisos de su cargo. Por ejemplo, fue a Roma (junto a su familia, amigos y unos periodistas) para conocer al sumo pontífice y alardear sobre el proceso de paz y la lucha anticorrupción, proyectos en los que no ha demostrado el más mínimo interés por sacarlos adelante.
Los cien días de gestión de Iván Duque han sido tan criticados por la sociedad y por el Congreso, que hizo que la favorabilidad del presidente cayera considerablemente. El proyecto más controversial y más rechazado, que impulsó el gobierno a cabeza del ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla (y por el que creo que la popularidad del mandatario fue al piso y provocó el arrepentimiento de muchos de sus votantes), fue la ley de financiamiento (eufemismo de reforma tributaria), donde se propone ponerle 18% de IVA al 80% de la canasta familiar, entre otros puntos igual de polémicos.
Duque recibió el desfinanciamiento de la educación del pasado gobierno de Juan Manuel Santos. Esto ocasionó la gran movilización por la educación, que ya completa más de un mes. Los estudiantes han rogado reunirse con Duque, pero él siempre repite: “La ministra de Educación va en representación mía”. Duque tiene tiempo para ir con su familia a conocer al papa Francisco, tiene tiempo para reunirse con cantantes urbanos, tiene tiempo de hacer la veintiuna, pero no tiene tiempo para reunirse con los estudiantes de Colombia.
Además, van más de 35 líderes asesinados desde que Duque asumió la presidencia en agosto del año 2018; se dispararon los crímenes contra niños y niñas en Colombia; el proceso de paz con la guerrilla del ELN está en un retroceso gigantesco, sin ninguna voluntad de negociación por ambas partes. En ninguno de estos casos se ha visto una voluntad de avance por parte del gobierno.
Los incumplimientos de los acuerdos pactados con los educadores, con los transportadores, con los campesinos, con las víctimas del conflicto, sumado al discutido gabinete que han creado propuestas que golpean totalmente a la clase baja, media y media alta, ha despertado la indignación del pueblo, provocando marchas pacíficas, bloqueos, plantones, tomas pacíficas de algunos centros administrativos, como por ejemplo: la sede administrativa de la Universidad Nacional y la sede administrativa del Ministerio del Interior.
La crisis de Colombia es algo que no se puede arreglar en cien días de gobierno, pero en esos cien días sí se pudo y todavía se puede dialogar personalmente con los manifestantes, en esos cien días sí se pudo y sí se puede poner la debida atención a los amenazados y a los familiares de las víctimas de las Águilas Negras y a las víctimas de todas las bandas criminales organizadas, sí se pudo y sí se pueden presentar proyectos favorables para todos.
Presidente Duque, está a tiempo de poder arreglar un poco este país tan violento, tan dividido.
