Con motivo de la elección de Trump y del triunfo del No en nuestro plebiscito, se han dedicado los medios convencionales a mostrar que fue por engaños y mentiras divulgadas a través de las redes sociales que se logró ese resultado.
Bien leídas esas afirmaciones se acompañan del intento de reivindicar la mejor naturaleza de la prensa tradicional en sus diferentes formas, y de descalificar la calidad y la confiabilidad de la información que corre por los nuevos medios.
La verdad es que tanto los unos como los otros pueden movilizar a la opinión pública a través de informaciones falsas o por lo menos deformadas. Es más, se puede sostener que es lo que han hecho sistemáticamente los medios convencionales en la medida que contaban con una especie de monopolio de la información que hacía que fueran los creadores de la opinión pública más que quienes la reflejaban.
Es claro que no solo la opinión sino las decisiones de la gente se toman de acuerdo con la información que reciben, y que para quienes han tenido su actividad alrededor de la distribución de información solo excepcionalmente tienen por primer interés el informar correctamente como un servicio a la comunidad. Lo normal es que para los dueños de los medios esto es un negocio en el cual lo importante es vender más para ganar más, y para los ‘cargaladrillos’ es un camino de promoción personal, pero en ambos casos el objetivo es el rating que les permite cumplir sus metas; también otros intereses o convicciones personales pueden ser intermediados a través de la forma o de la selección de lo que se divulga, pero en todo caso el cuento del altruismo de la profesión se puede descartar: es un sector donde los participantes tienen similares motivaciones a los de cualquier otro, solo que con más poder ante la población.
Aclarado que no hay razón para que el periodismo convencional sea más ‘puro’ que lo que aparece en las redes, y que lo que se ve hoy es que estas empiezan a tener más poder que aquel, lo pertinente es saber si en efecto son más peligrosas siguiendo el principio de que entre más poder más controles son necesarios para que quienes lo ejercen no abusen de él.
Al poder desaparecerse el responsable de una información,
pero poder volver ‘realidad virtual’ lo que esta genera,
hay más campo para movilizar opinión hacia las causas buenas o al contrario
Lo que sucede hoy en las redes es que al poder desaparecerse el responsable de una información pero poder volver ‘realidad virtual’ lo que esta genera, hay más campo tanto para movilizar opinión para buenas causas como para lo contrario.
Es conocido como un día histórico para la radio el caso de la emisión de la radionovela de Orson Wells La guerra de los mundos que generó pánico y caos en los Estados Unidos porque muchos de los radioescuchas creyeron que era verdad que los marcianos habían iniciado una invasión. Algo similar puede producirse con facilidad hoy si no se establece alguna regulación cuyo propósito específico sea esto. (En ese caso la cadena CBS tuvo que sacar un comunicado incluso antes de que terminara la emisión).
Lo que puede suceder lo ilustra un banal ejemplo:
Me han llegado de tres fuentes diferentes una nueva programación para el ‘pico y placa’.
No sé el origen primero de ninguna de ellas, y no he visto anuncio oficial al respecto. En este momento puede ser que sea cierto ese cambio, o que no lo sea; para este análisis lo importante es que puede ser falso, y que de los millones de bogotanos que como yo lo reciben muy pocos tienen la inquietud respecto a la posibilidad de que esto no sea cierto, y, si la tienen, menos son los que tendrían acceso a formas de aclararlo.
Así las cosas, el 1 de febrero (fecha señalada para el cambio) varios centenares de miles de infractores podrían aparecer creando un caos no sólo en el tránsito sino en el sistema de control y castigo para ellos.
Lo peligroso de las redes sociales es que son algo como el equivalente a los medios convencionales (con las características de poder y peligro que estos representan) pero multiplicado a niveles inimaginables gracias a los avances tecnológicos.
