Gabriel Boric, a sus 35 años y con el 56 % de los votos, derrotó en forma contundente por más de 10 puntos a José Antonio Kast, quien intentó irresponsablemente espantar a los votantes señalando que su oponente sin experiencia se convertiría en un títere de sus aliados y cambiaría el aclamado historial del país con la supuesta economía más estable de la región.
Podríamos decir que en las urnas se enfrentaron la lucha de la calle y la protesta social contra un vocero de la economía neoliberal a quien comparaban con Donald Trump. Recordemos que a Kast lo acompaña un historial de defensa de la dictadura militar en Chile.
En medio de una gigantesca manifestación de simpatizantes, Gabriel Boric inició su discurso de triunfo en el idioma del pueblo orignario mapuche. Su intervención, conmovedora, ante miles de seguidores, en su mayoría jóvenes y mujeres, recordó las propuestas presentadas en su campaña como la de acabar con el sistema privado de pensiones de Chile.
Esa estructura pensional es la marca distintiva del modelo económico impuesto por la dictadura de Pinochet. Boric dijo sin titubeos: “Somos una generación que surgió en la vida pública exigiendo que nuestros derechos sean respetados como derechos y no tratados como bienes de consumo o un negocio”, y añadió: “Sabemos que sigue habiendo justicia para los ricos y justicia para los pobres, y ya no permitiremos que los pobres sigan pagando el precio de la desigualdad de Chile”.
Al reconocer el trabajo de las mujeres chilenas, que literalmente salvaron la elección en segunda vuelta con liderazgos de feministas que sabían que un triunfo de Kast sería un retroceso al trabajo de años en los que las mujeres han logrado conquistas en medio de muchos esfuerzos.
Boric prometió que las mujeres serán protagonistas en un gobierno comprometido en ponerle límite a la herencia patriarcal de la sociedad, y con firmeza dijo: "Hemos derrotado no solo al fascismo y a la derecha, sino también al miedo".
En un modelo de aparente educación democrática que rompió con la polarización de la campaña, Kast admitió de inmediato la derrota, y felicitó al presidente electo por su "gran triunfo." Kast se acercó personalmente a la sede de la campaña de Boric para reunirse con él y el presidente saliente Sebastián Piñera, que viene de la orilla conservadora y es un multimillonario que también manifestó su apoyo en la transición que tendrá lugar los próximos meses.
El objetivo de Boric es avanzar hacia una democracia que expanda los derechos económicos y políticos y ataque la desigualdad persistente.
Lo que se plantea en Chile es la lucha no (todavía) por el poder, sino por las multitudes que durante décadas fueron engañadas para aceptar (aunque a regañadientes) el neoliberalismo como una realidad.
La rebelión de 2019 marca una fecha culminante, pues fue la primera movilización de multitudes que no solo expresó una inconformidada, una oposición, sino que también enfiló sus baterías hacia el andamiaje de toda la desigualdad, esto es, el neoliberalismo, al que se propuso combatir y superar.
La rebelión conquistó concesiones extraordinarias por parte de la clase dominante: un referéndum para una Convención Constitucional encargada legalmente con la tarea de redactar una constitución antineoliberal que reemplace la de 1980, promulgada bajo el gobierno de Pinochet.
Un hecho muy importante fue el compromiso público de Boric en su discurso de victoria (19 de diciembre) para apoyar y trabajar junto con la Convención Constitucional para una nueva constitución. Esto ha dado y dará un enorme impulso a los esfuerzos por reemplazar constitucionalmente el modelo económico neoliberal existente.
Después de todo, el pueblo de Chile, sus ciudadanías, han venido saliendo a las calles durante años para enterrar el modelo neoliberal opresor, abusivo y explotador.
La Constitución que permite la nacionalización de todos los servicios públicos y recursos naturales castiga a los corruptos, respeta las tierras ancestrales de los mapuche y garantiza salud, educación y pensiones dignas.
El camino para llegar allí seguirá siendo accidentado y desordenado, pero han ganado las multitudes; ahora con un gobierno que puede transformar el Estado y construir un país mejor.
