En la teoría macroeconómica hay un concepto que explica cómo actúa normalmente el consumo a corto plazo que depende de la renta. Este es la propensión marginal a consumir, el cual mide los cambios en la proporción de renta que se destina al consumo cuando aumenta la renta (es una forma muy simplificada pero acertada de definirlo). Esta sencilla noción puede ayudar a entender cómo las políticas en el corto plazo, que permitirán salir de la crisis, pasan por aumentar la renta de las personas con pocos ingresos y salvar las pequeñas y medianas empresas.
De esta forma, propuestas como la renta básica y la reestructuración de los oficios del hogar (particularmente ante la vulnerabilidad de las mujeres por la brecha de género) pueden ser alternativas no solo equitativas sino eficientes en términos económicos; es decir, se deberían aplicar por el hecho de que somos todos ciudadanos con igualdad de derechos y a quienes se les debe satisfacer las necesidades básicas, pero, además, porque en términos de crecimiento es eficiente aumentar la renta de las personas con mayor propensión marginal a consumir.
Explicándolo con un ejemplo, si suponemos que una persona se le da como renta un millón de pesos es alguien que con ese recurso satisface sus necesidades y prácticamente consume todo el ingreso ( por ejemplo en vivienda, comida, transporte etc.) por lo que su propensión marginal al consumo es 1 (100% de la renta), mientras que alguien que gana 10 millones puede satisfacer su consumo con 2 millones de pesos, lo que quiere decir que en términos netos consume el doble de quien gana un millón, pero su propensión marginal a consumir es de 0.2 (20% de la renta), es decir que aunque consume más en términos netos el porcentaje destinado al consumo es mucho menor y por tanto el efecto multiplicador (variación en la renta nacional cuando varía el consumo, la inversión o el gasto público) sería también menor, y por tanto no dinamiza de la misma forma la economía en el corto plazo.
Esto es importante porque muestra que es necesario que personas con renta baja o que no tengan renta reciban las ayudas del gobierno los próximos meses para que activen el consumo, puesto que son las personas que van a destinar prácticamente todos los ingresos a consumir, provocando un aumento importante en la demanda. Esto se hace más relevante al ver que el consumo es prácticamente el 70% del PIB del país, según cifras del Dane, por lo que si se dinamiza se robustecería la mayor parte del PIB y aumentará más rápidamente el producto.
Ello se debe complementar con ayudas a las pequeñas y medianas empresas, puesto que el único problema actual no es de demanda sino de oferta. Por ello rescatar y no dejar quebrar a las pequeñas, medianas empresas y economía campesina supone rescatar casi el 80% de la generación de empleo del país (cifras del Dane). Por tanto la próxima reforma tributaria no debe pasar por más exenciones tributarias a grandes empresas, que demandan mucho menos empleos, sino de gravar rentas más altas para rescatar a los sectores que demandan empleo (principalmente el formal) y ayudar a los empleados informales con renta básica que a su vez dinamiza el consumo.
Esto implica cambiar el erróneo enfoque del gobierno durante los dos años anteriores, donde plantearon constantemente que darle más dinero a las personas con rentas altas haría que se invirtiera más y se demandara más mano de obra, algo que claramente no pasó y sí provocó que aumentara el desempleo. Este enfoque desconoce la estructura productiva del país, la alta informalidad y los principios básicos, como que las empresas no van a producir solo por tener más recursos o menores salarios (como plantean algunas personas ahora), sino porque tienen a quien venderle; es decir, que si la demanda sube (jalonada principalmente por el consumo), los empresarios verán la necesidad de producir y así podrían invertir más y contratar más personas. Así, aunque las empresas tengan más dinero y menores costos, si no hay a quien venderle simplemente no van a producir, más que todo si la demanda externa cae por la crisis que provocaría que las exportaciones no sean una salida dinámica en el corto plazo, como sí lo es el consumo interno para la producción nacional.
