La noticia parecía una tomadura de pelo. El grupo paramilitar de extrema derecha, tristemente llamado Águilas Negras, amenazaba al candidato uribista Federico Gutiérrez.
Es decir, las escopetas tirándole a las escopetas. Dos imágenes se atravesaron en mi mente cuando leí la noticia. La primera, las sorprendentes palabras Tu quoque, fili mi? del emperador Julio César cuando cayó apuñalado por su propio hijo, el famoso Bruto.
La segunda, que además me causó risa, la del flautista de Hamelin. Sí, es como si el flautista en su inexorable marcha, seguido de ratas, de repente diera media vuelta, convertido en gato, y empezara a cazar a sus seguidores.
La amenaza de las Águilas negras debería tomarse con jocosidad si otras fueran las condiciones políticas del país.
Por primera vez en la historia de Colombia, un político socialdemócrata tiene la mejor de las opciones para ser presidente. Su nombre Gustavo Petro, su aspiración como primer mandatario: instaurar un gobierno de corte liberal. Eso que en cualquier democracia del mundo no sería ninguna novedad, en Colombia, es un fantasma peligroso que recorre lo ancho y largo del país.
Y ese espanto, piensa la derecha paramilitar, se tiene que detener cueste lo que cueste. Lo mejor sería “quitarlo del camino” pero las consecuencias serían demasiado imprevisibles. En el mejor de los casos, Latinoamérica quedaría compuesta por tres países más, pues sobre el mapa colombiano se pondría centrada una cruz y por sus costados se trazaría las fronteras de cuatro países.
Uno, para la mafia narcotraficante. Otro para los políticos de profesión. Otro más para los paramilitares y el último para los grupos alzados en armas.
¿Entonces qué hacer para evitar que Petro gane? Pues sencillo: matar a su rival que al fin y al cabo es solo una ficha sin importancia alguna. Ya se dice a vox populi que ese candidato es la prolongación del desmeritado actual gobierno.
Es decir, sobre su espalda carga el costal de un gobierno criminal y descarado, que entró en la recta final del profundo desgaste y desacredito. Federico Gutiérrez como candidato no tiene ninguna opción de llegar a la presidencia por más dinero que le inviertan, por más prebendas que le ofrezcan a los electores, por más compra de votos, por más fraude que hagan y demás.
Pero si es bastante importante este político de falaz lenguaje para obstaculizar la llegada a la presidencia del candidato socialdemócrata. Y la mejor manera de hacerlo es que la extrema derecha lo sacrifique violentamente. Con la muerte de Fico, no habrá elecciones y el camino a un gobierno militar quedaría despejado. Y viéndolo bien, la derecha colombiana no necesita sacrificar un candidato más de izquierda, como antes lo hicieron con Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán, Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo.
No, la derecha paramilitar ha entendido que asesinando a Petro el país se les sale de las manos. En cambio, sacrificando a Federico Gutiérrez, como ya lo anunciaron, les sale mejor la jugada. Así que Fico, cambie de jerga porque mafia es mafia, y cuídese mucho que por el momento su vida es importante solo con su muerte.
*Colombiano residente en Suecia.
