El Congreso recién elegido tendrá que allanar el camino para la paz, reformar la institucionalidad del país y tramitar las reformas estructurales pendientes a los sistemas de salud y educación y la Justicia, entre otros temas importantes.
Por las cámaras también pasará el mecanismo para refrendar los acuerdos entre el Gobierno y Las Farc, en caso de que se firme la paz. Por estas razones, los versados en política lo consideran una suerte de constituyente. De ser reelegido Santos tendrá que poner a prueba su capacidad para hacer acuerdos, para poder asegurar la gobernabilidad que no tendrá la misma holgura de estos cuatro años.
La gran sorpresa fue el Uribismo que aunque no llegó al número de curules que se había propuesto, 33, disputa la segunda fuerza electoral del país. El Centro Democrático, encabezado por el ex Presidente Álvaro Uribe, obtuvo más del 14 por ciento de las curules en el Senado. Esa mordida de la torta electoral, significó el repliegue de las fuerzas políticas que integran la coalición de Unidad Nacional que acompañó al Presidente durante los primeros cuatro años.
La coalición de gobierno, llamada Unidad Nacional, perdió 19 curules en el Senado. Santos, en la legislatura saliente, había logrado el apoyo de una mayoría aplastante y sin precedentes con 89 curules en el Senado (de 102) y cerca del 82 por ciento en la Cámara. Esa fortaleza política le permitió sacar adelante leyes como la de las víctimas, las casas gratis para los más pobres y las reformas al fuero penal militar y al sistema tributario del país, entre otras.
En la gran coalición estaban el Partido de La U, con 28 curules; el Partido Conservador, con 22; el Partido Liberal, con 17; Cambio Radical, con 8 y el Partido Verde, con 5. De manera informal, el PIN (hoy llamado Opción Centro), que tenía nueve curules, acompañó varias iniciativas del Gobierno aunque no era reconocido por este como parte de la coalición.
La coalición mayoritaria de Santos forma parte del pasado.
Hoy esa coalición se ha disminuido. La permanencia del Partido Conservador en ella es un enigma y ya no está el Partido Verde (hoy Alianza Verde). En total, la Unidad Nacional incluyendo a los azules, cuenta con 65 curules. Si se suma Opción Ciudadana, o sea el antiguo PIN, serían 71. Es decir, 18 curules menos.
El Partido de La U, del presidente Santos, obtuvo 21 curules en el Senado. Aunque conquistó la mayor proporción del electorado, el 15 por ciento, perdió siete curules. Ese revés es significativo para un partido que pese a haber obtenido buenos resultados aún no se le conoce su identidad ideológica y programática.
El Partido Conservador, que tenía 22 curules, perdió tres y quedó con 19. Los azules disputan con el Centro Democrático el puesto por la segunda bancada en importancia. Aún es incierto si este partido, conocido por su capacidad de acomodarse a las circunstancias que más lo favorecen burocráticamente, se mantendrá en la coalición, pues para las elecciones a la Presidencia un sector, en franca rebeldía, prefirió tener candidato propio y elegir a Marta Lucía Ramírez, a pesar de que la mayoría en el Congreso prefiere apoyar la reelección de Santos.
El resultado para los rojos también fue una sorpresa. La mayoría de encuestas y analistas daban al Partido Liberal como el mayor elector de estas elecciones. Pero la fuerza solo les alcanzó para mantener el número de curules que obtuvieron en 2010, 17. Los resultados en el Senado les dejaron un sabor agridulce si se tiene en cuenta que a la cabeza estaba una figura como Horacio Serpa, un barón electoral que por años ha estado en la lista de presidenciables.
Cambio Radical fue el único partido de la coalición de gobierno que respondió a las expectativas de la campaña. Ganó una curul y pasó de tener ocho a nueve.
El polémico Partido Opción Centro, el antiguo PIN, perdió cuatro curules y quedó con cinco.
Los verdes, que se salieron oficialmente de la coalición de gobierno el año pasado, mantuvieron sus cinco curules, con Claudia López, que fue uno de los fenómenos políticos de la jornada.
Pero el presidente Santos no solo tiene una desventaja numérica en el Congreso. El mandatario, si es reelegido como predicen hasta ahora las encuestas, se enfrentará a un Congreso con figuras independientes que harán más complicada su capacidad de maniobra. Para comenzar tendrá como contradictor a su antiguo jefe el expresidente Uribe y su bancada que llega sólida.
Desde ya Uribe anunció su oposición que podría convertirse en obstrucción a los diálogos de paz en La Habana.
Pero Santos incluso podría recibir fuego amigo pues esta vez llegaron al Senado personajes como Serpa, Navarro, Claudia López, Viviane Morales, que están de acuerdo con su idea de firmar la paz, pero que también tienen su agenda propia.
Como dijo Alejandra Barrios la directora de la Misión de Observación Electoral, “como muy pocas veces al Congreso se le devuelve la densidad de la representación política. La mermelada no va a tener el mismo efecto y mover los debates con un desayuno será más difícil”. ¿La razón?, Lo que esas nuevas figuras políticas en el Congreso aportarán en altura al debate político, se lo quitarán en gobernabilidad.
A esto se suma que el presidente Santos ha perdido favorabilidad en las encuestas. Según el estudio de opinión más reciente hecho por Gallup para varios medios de comunicación, solo el 35 por ciento tiene una opinión favorable de él, 3 puntos porcentuales menos que una encuesta similar hecha en diciembre. Aún así la intención de voto por él es la más alta.
Por todo esto el panorama de la Unidad Nacional no es tranquilo. Con un poco más de la mitad de las curules el presidente Santos puede conservar la calma. Pero las alianzas que tendrá que hacer con los conservadores, Opción Ciudadana (el PIN) o la Alianza Verde le va a salir cara. Su gobernabilidad del segundo tiempo va a ser más complicada y el juego aún no comienza.
