El pasado 2 de junio todo era felicidad para Patricia Llosa. Su esposo, con el que acababa de cumplir cincuenta años de matrimonio, recibía el doctorado Honoris causa de la Universidad de Princeton. La familia se reunió en el apartamento del escritor en Nueva York. Los boleros y los corchos de Dom Perignon flotaban en el aire.
Tres días después Mario Vargas Llosa estaba ya montado en un avión para encontrarse en con Isabel Preysler en Londres quien lo habían invitado a participar en la cena benéfica que organizaba anualmente el príncipe Carlos. La pareja no disimuló en el Palacio de Buckingham. Su encantamiento recorrió kilómetros hasta llegarle a Patricia vía la prensa del corazón. La mujer que ha compartido la vida del escritor desde el joven invierno parisino de 1964, ni siquiera se sintió extrañada por la inquietud que despertaba la prensa.
Estaba acostumbrada a rumores e infidelidades. Como aquella que en 1976 llevó al fin de la entrañable amistad entre su marido y Gabriel García Márquez. Una amargura que ni el tiempo ni los buenos momentos de ambos logró reparar. Fue el consejo de un divorcio oportuno que le dieron Gabo y Mercedes a una Patricia desconsolada por el romance de su marido con su media hermana Sussy, el detonante la ira eterna de Vargas Llosa con Gabo.
Para ella todo siguió siempre igual a la pasión que los unió en 1964 en París cuando se reencontró con su primo Mario quien estaba casado con su tía Julia. Una tormenta familiar que inspiró diez años después la famosa novela. Bastó un concierto, dos cines y un museo para sellar una relación que había estado a prueba de todo durante medio siglo. Al año los primos estaban casándose en Lima en una frugal relación que dio tres hijos, una candidatura presidencial y muchos libros: La guerra del fin del mundo, La casa verde, La primavera en la otra esquina y muchas más que lo elevaron al podio de Estocolmo en el 2010.
La soirée de Buckinghm fue solamente un aperitivo que voló a Madrid, donde residen los dos. La cita fue en el restaurante 99 Sushi bar en el hotel Eurobilding. Preysler, personaje obligado en las páginas sociales e imagen perenne de La Porcelanosa, advirtió del encuentro a la revista Hola para asegurar su registro. La primera imagen que circuló en el mundo y le llegó a Patricia era más que evidente: Mario e Isabel tomados de la mano. La filipina que hace 44 años paralizó a España con su matrimonio con Julio Iglesias se salía nuevamente con la suya. El nobel, su nueva conquista entraba a formar parte de la lista de sus potentados esposos: Iglesias, el Marqués de Griñón y Miguel Boyer, el ex ministro hacienda de Felipe González a quien enterró hace diez meses. Preysler reaparecería triunfal en las páginas de Hola después de dos años de ausencia por la enfermedad de Boyer.
A sus 79 años Vargas Llosa tampoco se le escabulló a los paparazzi. Él, siempre tan celoso con su intimidad y con su tiempo libre, esta vez no quiso disimular la brizna de una felicidad recién descubierta que quiso elevar a los cuatro vientos de la que seguramente saldrá una nueva novela.
