El lunes 30 de junio de este año a las 8 de la noche, Paola Gómez fue hacer una llamada a la tienda de su barrio, en Barbosa (Santander). Óscar Rojas, su expareja, de 30 años de edad, estaba bebiendo cerveza con unos amigos y familiares justo en el sitio donde ella haría la llamada. De modo que Paola decidió ir otro lugar con el fin de que él no la viera. Pero la vio. Apenas ella terminó la llamada Óscar comenzó a insultarla, se le acercó y le dio un puñetazo que la tiró al asfalto.
Al parecer, dice Paola, ese golpe se lo dio con una roca que la dejó inconsciente. Acto seguido, mientras Paola aún se encontraba desmayada, la tomó del rostro y le dio un mordisco en la oreja derecha. “Sentí un dolor muy fuerte, como si me hubieran desgarrado”, cuenta Paola. En medio del shock que produce la sangre, vio que no estaba una buena parte de su oreja. Para acabar de rematar el hombre que la atacó, con la que había convivido en unión libre cinco años, salió corriendo con su pequeño hijo y con lo que le había arrancado.
Un periódico de la región informó que la auxiliaron varias personas que presenciaron los golpes y la mordida que le dio Óscar a Paola, pero ella dice que eso es mentira, porque nadie la ayudó ni la defendió. Llegó sola, sangrando a un hospital cercano pero en vista de las heridas fue trasladada al Hospital de Bucaramanga, a la 1 de la mañana.
Minutos después el papá y hermano de Óscar llevaron el pedazo del cartílago a la clínica, pero ya era tarde. Los médicos le dijeron que los nervios habían muerto. La mamá y una hermana de Óscar fueron quienes le insistieron para que entregara la parte de la oreja.
A las 6 de la mañana Paola entró a cirugía para suturarle la herida que le dejó el mordisco. Además, le realizaron una tomografía que arrojó como resultado una inflamación en la cabeza y en su oído derecho.
Pero la pesadilla no paró ahí. El miércoles 2 de julio, dos días después del hecho, Paola entabló la demanda en la Fiscalía. Mientras la alegría de ver nuevamente a su hijo menguaba el dolor y la tristeza que sentía como mujer, Óscar apareció. Le envió un mensaje de texto en el que la amenazó con arrancarle la otra oreja si seguía hablando de lo ocurrido con la Policía y publicando fotos de la cicatriz en su perfil de Facebook, donde hizo que su situación se convirtiera en vox populi.
Días después la llamó y en un tono más pausado le imploró que lo perdonara, porque, como sucedió en los anteriores episodios de maltrato, según el hombre: “la culpa había sido de ella, por haberlo abandonado”. Pero Paola, con voz que no esconde la angustia perniciosa que siente por su vida o la de su hijo, afirma que no lo quiere perdonar, al menos no por ahora. “Qué lo perdone Dios por haberme hecho esto tan grande”, expresa.
Una de las cosas que más le duele, cuenta, es que Óscar David, el hijo de los dos, sabe todo lo que el papá le hizo a la mamá. La vio tirada en el suelo y sangrando, pero evita que esté enterado del desenlace de la trágica historia. Sin embargo, cada vez que le preguntan por qué su mamá no tiene una parte de la oreja y tiene morados visibles en su cuerpo, el niño responde que fue papá el que le pegó.
En Colombia los diferentes maltratos a la mujer no son hechos aislados. Los factores culturales y económicos son las principales causas de violencia de género en los que la agresión a la pareja es el principal germen del maltrato contra la mujer, pues el 88 por ciento de los casos reportados se deben a este tipo de agresión. Gran parte del país aún recuerda casos como los de Rosa María Cely, que fue brutalmente violada y empalada en el 2012 en el Parque Nacional de Bogotá. O uno reciente, el de Natalia Ponce de León, que fue quemada con ácido a inicios de abril de este año.
Solo en el año 2012, la Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer informó que denunciaron más de 65 mil casos de violencia intrafamiliar y de género, en los que Cali, Medellín, Bogotá, Montería, Chocó y la Costa Atlántica se llevaron, tristemente, los primeros lugares como escenarios constantes de esta clase de violencia, y según la Corporación Sisma Mujer en el mismo año fueron asesinadas 138 mujeres por su pareja o expareja.
Y lo preocupante es que las cifras continúan en aumento: en el primer trimestre del 2013, fueron asesinadas en Colombia 514 mujeres de las cuales 79 eran niñas entre cero y 17 años, según Medicina Legal. Y en el mismo período de este año, las denuncias en materia de violencia contra la mujer ascendieron a 30.4 por ciento, un 3.4 más que en el mismo período del año pasado, según cifras del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género.
Uno de los factores que ayuda a que las cifras aumenten es el miedo a denunciar el maltrato físico y/o psicológico. Según especialistas, algunas mujeres creen que si sus esposos las celan, no las dejan usar determinada prenda de vestir o no las dejan trabajar es porque eso es el verdadero amor. Por eso en muchas ocasiones llegan a perdonar o ignorar los maltratos de su esposo o compañero sentimental, como le sucedió en un principio a Paola, que lo perdonó varias veces hasta que, cansada de los maltratos físicos y verbales, tomó la decisión de buscar la independencia económica para irse del lado de su compañero.
Hoy, ella está buscando personas o empresas que le ayuden a financiar la costosa cirugía que le reconstruirá casi el 50 por ciento que perdió de su oído externo, mientras espera que las autoridades encuentren lo más pronto posible a la persona con la que convivió por 5 años para que responda por lo que le hizo ante la justicia, porque ni ella, ni las autoridades ni la familia de él conocen su paradero.
@Sebastiandiazlo
