Es vergonzante la promiscuidad política que vivimos en nuestro país, ya no importan los ideales, no importa la gente, importa quedarse con su parcela, su territorio; la gran finca llamada Bogotá.
No es nuevo que los candidatos y los mismos partidos hagan todo tipo de malabares para conseguir el poder del país, del departamento, de la ciudad, de la JAL o cualquier otro que esté en la puja. Tenemos en la baraja varias cartas: Álex Vernot (Movimiento Pueblo, Tierra y futuro), Daniel Raisbeck (Movimiento Libertario), Rafael Pardo (Unidad Nacional), Carlos Vicente de Roux (Alianza Verde),Enrique Peñalosa (Equipo por Bogotá), Clara López (Polo Democrático Alternativo) y María Mercedes Maldonado (MAIS Progresista). Empiezo por los independientes porque siempre los han ninguneado en cada debate, y tienen mucho que mostrar; a las mujeres de últimas porque el “primero las damas” lo usaban para usarlas y no por buenos modales.
Solo me dedicaré a dos candidatos: Clara López y Rafael Pardo. En las últimas horas ha sorprendido la decisión de un grupo del partido Liberal de apoyar a Clara con la justificación de la cercanía con el partido por encima de Pardo.
Lo anterior, impulsado por Alfonso López Caballero, primo de Clara y perteneciente del partido Liberal, que en una carta pública solicita apoyarla por su cercanía al partido y los altos cargos que ha obtenido en esa colectividad. Por otro lado, menciona apartes del pasado de Pardo, un hombre que ha marcado su oposición a los liberales en muchos momentos de la historia (miembro de la campaña de Pastrana, fundador de Cambio Radical, y que como senador radicó el proyecto de reelección de Uribe).
La información mencionada no nos deja dudas, aclara el panorama para muchos, que es obvio para otros: “Son los mismos con las mismas”. Y lo dijo Gaitán hace más de 60 años: Colombia no tiene dos partidos, a Colombia la han partido en dos; esa división es del país político y el país nacional. El país político está constituido por minorías y la oligarquía que utiliza la política para sus intereses propios y enriquecerse; el país nacional, constituido por las mayorías, que sin importar partido político ni oficio trabaja por el bien del pueblo y en colectividad.
Cada día nos dan una muestra de la mezquindad con la que miran al pueblo, con cara de voto, de un número más, no como personas que sienten, que piensan, que trabajan, que quieren un país mejor o un futuro más bello para los pequeños.
Necesitamos algo más que promesas, necesitamos una persona diferente (no otro López), necesitamos “la Restauración Moral y Democrática de la República”, como lo diría el gran colombiano Jorge Eliécer Gaitán.
