Poco después de la Copa América del 2019 en Brasil nadie disputaba a Carlos Queiroz como seleccionador nacional. Si bien no se habían llegado a semifinales, el equipo mostró una solidez, una consistencia que le permitió salir del torneo invicto, incluso ganándole a la Argentina. Para los partidos preparatorios de noviembre del 2019, Queiroz hizo dos cosas que terminarían por clavarle un puñal por la espalda: no convocar a James, insinuar que deberíamos acostumbrarnos a jugar sin él y, sobre todo, darle la camiseta número 10 al joven Stiven Alzate.
Parece un detalle menor pero Javier Hernández Bonnet así lo afirmó: "Me aseguran que la relación después de haberle entregado la camiseta número 10 a Alzate, la relación, por lo menos la confianza de James hacia el técnico no fue mucha. No sé si enderezaron el camino" Desde ese momento James aprovechó cualquier momento de inseguridad para ahondar una crisis. Quiere el control absoluto del grupo, que nadie sea más importante que él dentro del terreno de juego.
Si, James ha sido fundamental para el alza de Colombia en los últimos diez años pero su actitud y la de varios de los referentes del equipo han dejado mucho que desear por eso incluso exjugadores como Rafael Robayo han opinado sobre el tema: "Llega un Mister que exige, que cambia la mentalidad, la exigencia, que busca futbolistas para ser campeón y que no le gusta la mediocridad y se va perdiendo en los dos partidos que no estuvo el referente, que es Falcao. Yo como jugador nunca vi ese pensamiento, al final la imagen de uno es la que queda mal, a quienes les metieron 9 goles fue a los jugadores y los que hicieron el oso fueron ellos".
La Selección se encuentra en un mal momento anímico y futbolístico y no hay mucha claridad sobre quien sería el técnico nacional. Incluso se rumorea que sería Bolillo Gómez lo que sería nefasto.
