Esta famosa revista, ahora con sus nuevos propietarios, se hace vocera del establecimiento y las élites que han mal gobernado el país. Su editorial del 22 de mayo centra su foco en el papel de Gustavo Petro en las marchas y protestas y le atribuye su liderazgo y conducción.
El contenido del editorial refleja un grito de desespero por el desarrollo que han tenido las marchas, el paro, la compleja violencia que se ha desatado y la afectación de la economía, que en el fondo no es más que el reflejo del miedo por las dimensiones que ha tomado el movimiento ciudadano más grande en la historia del país, que hace temblar el establecimiento y culpa a Petro de ello.
Al respecto es importante tener en cuenta:
En primer lugar, que el movimiento ciudadano nace el 21N por iniciativa espontánea de millones de ciudadanos que salimos a las calles cansados del régimen, la corrupción y el mal gobierno, y que estaba suspendido por la pandemia, que ha despertado y retomado sus banderas (y enfrentando al otro virus del COVID-19).
En segundo lugar, que aprovechando el anunciado paro el pasado 28A y las marchas del día del trabajo, por primera vez en la historia de los paros sí se haya producido un paro en el sentido literal del término. Los gobiernos estaban acostumbrados y de forma tácita las centrales obreras que las marchas y protestas no pasaban del desfile, los discursos y el desorden al final de la tarde sin que se produjeran cambios en las políticas económicas y laborales.
Pero no faltaba más que los señores de semana insulten y menosprecien al pueblo que se cansó de este estado de cosas, de una pseudodemocracia formal, de un estado capturado históricamente por élites, y de la implementación y ejecución de un modelo económico injusto y explotador y un modelo político plutocrático y clientelista y le atribuyan a Petro su autoría, liderazgo y conducción.
Es posible que sus seguidores hayan estado presentes en las marchas y protestas al igual que el señor Petro marchó, pero de ninguna manera se puede decir que es su organizador y capitán como ningún otro político se lo puede atribuir. Es más ni siquiera el comando de paro puede atribuirse su autoría, estos al contrario han tenido serios cuestionamientos en su legitimidad que vienen de tiempo atrás.
El movimiento ciudadano nacido el 21N-2019 y continuado el 28A -2021 no tiene ni padre ni padrino, es el resultado de años de inconformismo social y hartazgo político con la clase dirigente y política de las últimas décadas y que tiene el apoyo del 80% de la población, es decir de más de 30 millones habitantes, que no pertenecen a ningún partido, ni son los seguidores de ningún caudillo. Con el protagonismo de las juventudes organizadas y motivadas en las redes que se volcaron a las calles y, eso que los mayores de cuarenta en un 70% no salieron a la calle por el temor a un contagio con el virus, pero que lo apoyan.
Las élites menosprecian al pueblo y lo marcatizan señalándolos de izquierdistas, de anarquistas, o de irrespetuosos de las instituciones, ignorando deliberadamente que la ira expresada en las calles es de todo el pueblo, sin distingo ideológico ni de color político.
Las elites no han superado el paradigma de que el inconformismo y la protesta social no son propiedad de la izquierda y que el pueblo liberal, y conservador, y todas sus sectas, apolíticos, creyentes y ateos, también sufren y se expresan en las calles. Que estos partidos no son, sino máquinas electorales y clientelistas divorciadas de las necesidades de sus votantes y que no los representan.
Quieren confundir y echarle la culpa de su lastre de gobierno y la reacción ciudadana a un caudillo de izquierda a quien por demás ponen en serio riesgo y subvaloran al pueblo indignado.
El pueblo es superior a sus gobernantes decía Gaitán y en los tiempos modernos no necesita de caudillos, solo de las redes sociales.
