La impresionante posibilidad de un TLC interimperialista

La impresionante posibilidad de un TLC interimperialista

Una mirada a propósito de la firma de del acuerdo comercial entre Estados Unidos y China

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
enero 15, 2020
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La impresionante posibilidad de un TLC interimperialista
Foto: Flickr Flazingo Photos (www.flazingo.com) - CC BY-SA 2.0

A juzgar por las primeras noticias del acuerdo comercial entre Estados Unidos y China, esta ha triunfado, sin querer queriendo. El mismo Trump se ha metido una estaca en el corazón pero, en tratándose de vampiros, no morirá pues aun siendo madera de arce que es la más letal, debería enterrársela otro hasta el pegue para que evanezca; eso según la tradición de Drácula, o de los hombres no muertos, que es su generalidad literaria. Ahora ambos son lo más parecido a una yunta de bueyes. Recordemos que festejamos el año de la rata y todavía cabe que una manada de éstas viaje sobre los lomos de aquella yunta y lleguen primero a la cita con Buda.

Entonces estamos ante un TLC interimperialista, conformado por una potencia que decae y otra que viene surgiendo. Entonces el monstruo podría ser algo como un Drácula de transnacionales multiimperialistas; o más bien un Drácula Frankenstein, engendro que rebasa los logros más optimistas de la ciencia ficción hasta ahora conocida, incluidas la megaeconomía política que dio pie a la psicohistoria que suscitó Isaac Asimov; o la otra saga de comerciantes de Dune que quizás medía su riqueza en granos de arena. ¡Diablos! ¡Truenos y centellas!

Todos aquel análisis que previó Vladimir Ilich Ulianov, alias Lenin, en su imperialismo fase superior del capitalismo ha quedado atrás. Ahora, incluso la Unión Europea luce exigua, casi una caricatura. No hablemos ni por asomo del Brexit, por favor; y menos o se diga de la futura alianza de América del Sur de la cual no se tienen ni los más pequeños esbozos, perdidos como están nuestros más encopetados líderes, incluso aquellos denominados hombres superiores. ¿Superiores en qué? ¿En distribuir mermelada subrepticiamente o hacerse los locos y mirar hacia un lado cuando la mermelada discurre Congreso arriba?

¿Y a la cabeza de ese súper recontra súper teracartel quedará Donald Trump? ¿Será que, ahora sí, del 1% de concentración de la riqueza mundial pasaremos al 0,1% con Trump a la cabeza, luego de que sea despedido? Bueno…, cualquiera con un negocito así entre manos puede salir incluso defenestrado (tirado por la ventana); aceptaría ser largado a patadas, a seguirse riendo del mundo.

Hasta ahora se conocían TLC, que llamaremos pecuecos de ahora en adelante, de republiquetas bananeras con grandes países imperialistas, del tipo digámoslo con vergüenza patriótica, Estados Unidos-Colombia. Como sabemos que nuestra economía total no llega a ser la de Harlem, digamos que ese TLC era de Colombia con un barrio de alguna ciudad de Estados Unidos. Y en esa se la pasaron algo más de dos años si no estoy mal.

Trump y sus negociadores, versus su contraparte china, han logrado el primer TLC interimperialista en la bicoca de dos meses.

Estoy tan emocionado con las implicaciones mundiales de este engendro que repaso una por una mis lecturas más codiciosas sobre el tamaño que habían tomado los dinosaurios poco antes de su extinción. ¡Una piedra bajada del cielo los mató a todos!

Colijo todo esto tras la lectura de El nuevo acuerdo de Trump en China consolida el surgimiento del 'comercio administrado', un artículo aparecido en The Washington Post de hoy firmado por David Lynch. Al lado de esta noticia también se imparte que Trump ha destruido la teoría económica en que basaba sus huestes, por enésimos años el partido republicano. Entonces iremos por partes.

Eso del “comercio administrado” es indudablemente es un eufemismo zafio que no creo que perdure. Aparentemente se trataría de que “El presidente está optando por administrar el comercio directamente, en lugar de confiar en los caprichos del mercado, con la esperanza de lograr uno de sus principales objetivos: reducir la brecha crónica entre la enorme cantidad que los estadounidenses compran a China y la cifra más pequeña en la que gastan los clientes chinos productos de EE. UU.”.

Pero en manos de Trump me huele a branding: la marca insignia sería Trump; a través de él pasarían de manera directa o indirecta los negocios de más amplia cobertura —y los más jugosos— entre China y Estados Unidos. Con razón, ha dicho la prensa gringa, Trump perdió atractivo por su impeachment; es posible que para él mientras más rápido lo saquen más rápido correrá a administrar qué es lo que le toca de aquel pastel.

Ahora lo que queda será averiguar cuáles son las costuras del Frankenstein, es decir, si podrá salir del laboratorio vivo. Como es natural hay pronóstico reservado y por ello las informaciones sobre su estado de salud estarán sometidas incluso a las fake news. Entre otras cosas, ¿cómo es que ha cuajado tan rápido? ¿Será que las elecciones próximas tendrán algo que ver?

Ya surgen inquietudes como esta: “Algunos analistas han cuestionado si China tiene la capacidad de aumentar sus compras estadounidenses de manera tan aguda. Los funcionarios chinos han buscado públicamente cierto margen de maniobra, diciendo que cualquier pedido nuevo debe basarse en las "condiciones del mercado".

O como esta otra: “Wendy Cutler, exnegociadora comercial y vicepresidenta del Instituto de Política de la Sociedad de Asia, dijo que los países afectados pueden quejarse ante la OMC por una desviación de comercio inadmisible”. Para darse cuenta de cuáles son las implicaciones globales citamos: “Pero al menos a corto plazo, es probable que China desvíe los pedidos de los proveedores actuales para satisfacer las demandas de los Estados Unidos. Eso significa que los funcionarios estadounidenses podrían estar buscando ayuda diplomática de los gobiernos de Europa o de Japón, donde las corporaciones están perdiendo ventas gracias al acuerdo entre Estados Unidos y China, dijo Barfield” Cualquiera puede imaginarse la pequeña tarea que esto implica, la ingente cantidad de ganadores pero, sobre todo, de perdedores que esto implicará.

De cara a las próximas elecciones, “Los partidarios de la administración dicen que el acuerdo comercial marca una desviación significativa de las negociaciones previas que no pudieron frenar las prácticas comerciales chinas. El presidente lanzó su ofensiva comercial en marzo de 2018, citando el robo desenfrenado de secretos comerciales estadounidenses y los requisitos de licencia de tecnología coercitiva de China”.

Según estos pretextos Trump emerge como un triunfador inmarcesible. Su impronta no se marchitará y necesita un segundo mandato.

Ahora con respecto a la quiebra de la concepción economista del partido republicano según parece y se ha venido demostrando, y seguramente se ratificará vergonzosamente tras el impeachment, sobre eso a los republicanos más conspicuos y de pura raza les importa un rábano; siempre y cuando sus bolsillos estén repletos de dólares. Bueno…claro si no pierden las próximas elecciones. Y peor, si tras Trump no se les sube Bernie Sanders, que parece estar siendo tiempo para ello.

Y mientras todo esto acaece, por ejemplo, qué pasará con las republiquetas. ¿Qué propondrán sus hombres superiores?

Sobre eso cabe la siguiente reflexión que también copio: “El entusiasmo del presidente por el comercio administrado se pondrá a prueba cuando la atención se dirija a la UE, su próximo objetivo comercial. Estados Unidos amenaza los aranceles sobre un impuesto francés sobre las compañías de Internet y las restricciones alemanas del mercado automotor”.

Imaginamos a Trump con este acuerdo bajo el brazo yendo a negociar otro con la Unión Europea, ese enano. ¡Hum!

Definitivamente los caminos que le quedan a este acuerdo son infinitamente intrincados. Desde mi punto de vista, tan escasamente versado como siempre, este acuerdo es tan gigantescamente desproporcionado que es imposible de llevar a cabo. Es indudable que los republicanos perderán el poder. Es imposible sostener la viabilidad de este monstruo durante unas elecciones.

Nadie hubiera podido imaginar que la consigna de Trump, America first again, era en realidad America first with China for the first time.

Pero también parece que es el reconocimiento de que Estados Unidos pretende ganar tiempo. Lo dirá la historia.

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