Cuando la Corte Suprema de Justicia ordenó el arresto domiciliario al expresidente Álvaro Uribe, las reacciones no tardaron en aparecer. Una de las primeras voces fue la de Paloma Valencia, senadora por el Centro Democrático, quien propuso una asamblea nacional constituyente para reformar la justicia. Es un camino largo y dispendioso casi imposible sacarla adelante, por la coyuntura que vive el país donde es manifiesta la polarización política.
La Constitución de 1991 contempla los requisitos para convocar una asamblea constituyente en los artículos 58 al 63 del título VI. Pasos que van desde la aprobación por la mayoría de los miembros de una y otra cámara, hasta la consulta a la Corte Constitucional para que esta decida previamente sobre su constitucionalidad.
Ante un panorama nada alentador, los promotores de una constituyente ahora enfilan sus propósitos hacia un referendo tal como lo señaló el expresidente Álvaro Uribe desde la hacienda El Ubérrimo: "Es más fácil por la vía del referendo". Este mecanismo de consulta sería más viable y expedita. La Ley 134 de 1994 regula tal iniciativa popular. Es la convocatoria que se hace al pueblo para que apruebe o rechace un proyecto de norma jurídica o derogue o no una norma ya vigente. Esta es la vía que propone ahora Uribe.
Y para desviar realmente su propósito final de reformar la justicia, Uribe disfrazaría su objetivo diciendo que la idea es "que ese referendo disminuya el Congreso y cree el Ingreso Solidario para los mayores de 65 años". Pero todo parecer indicar que el trasfondo es la creación de una corte única que unifique a los altos tribunales en el país, derogue la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y revoque a los magistrados de las altas cortes, tal como lo propusó en el 2019 el movimiento Libertad y Orden.
Ahora, habrá esperar el paso siguiente de los peones del Centro Democrático ante la jugada de Álvaro Uribe. El presidente Duque estará alineado a lo que diga su mentor, mientras los afiles sin duda avanzarán estratégicamente para socializar el campo entre los sectores políticos. Por otra parte, la caballería y la artillería se dedicarán a encontrar los espacios propicios para sacar adelante el referendo.
Así las cosas, de aprobarse, cada vez nos acercaríamos a una línea muy delgada de abuso de poder y a un gobierno cada vez más autónomo, con leyes ajustadas a los intereses de quienes creen que por el solo hecho de tener una curul en el Congreso pueden hacer y deshacer a su antojo las leyes y acomodarlas a su conveniencia, y desconocer cualquier pronunciamiento judicial que vaya en contravía a sus intereses.
Ya lo hemos visto infinidades de veces cuando incluyen los consabidos "micos" en los proyectos de ley en el Congreso que responden a intereses políticos particulares, o iniciativas como la doble instancia para "Uribito", y las múltiples declaraciones ante la prensa para justificar sus actuaciones. No más recordar las palabras de Uribe cuando cayó el comandante en jefe y miembro del Secretariado de las Farc, Alfonso Cano: "Debería darse la aprobación constitucional del fuero militar y exploración de mecanismos para dar libertad a generales presos en virtud de cadenas judiciales".
Una de las virtudes de Uribe (no todo es malo, también tiene su coranzoncito como cualquier ser mortal ) es su persistencia para sacar adelante lo que se propone, aún a costa de desconocer cualquier autoridad si no ve un apoyo a sus iniciativas. Es una persona de amores y odios extremos. Esa firmeza y constancia va unida a su declarado odio hacia las Farc cuando asesinaron a su padre en su hacienda Guacharacas, en el municipio de San Roque, Antioquia. Igual aversión tiene contra los magistrados de la Corte Suprema de Justicia desde el momento en que empezó a investigar a Mario Uribe Escobar, su primo, por sus presuntos nexos con la parapolítica, y que ahora acusado por soborno a testigos. Por eso no se entiende, tal vez fue un lapsus mental, la felicitación a Sandra Ramírez del partido Farc al posesionarse en el Congreso como segunda vicepresidencia del Senado. Varios de sus peones rechazaron con vehemencia tal designación.
La figura de la consulta popular no le ha ido muy bien a Uribe ni al Centro Democrático en sus intenciones de referendo. En el 2003 realizó el referendo constitucional y solo uno de los 15 articulados fue aprobado. Algo que quedó en el tintero fue otorgar curules a los grupos alzados al margen de la ley que se desmovilizaran en el proceso de paz durante la presidencia de Uribe (dícese paramilitates). Paloma Valencia insiste nuevamente en reformar la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, a pesar que Uribe había admitido que era imposible eliminar el componente de justicia del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición. También siguen insistiendo en la existencia de una sola corte.
El trasfondo del referendo estaría, entonces, en revocar a los magistrados de la corte. De no lograrlo, Uribe volverá seguramente a leer a Hernando Valencia Villa, jurista colombiano y experto en derechos humanos, sobre cómo las constituyentes son como armas para atacar a la oposición y a sus intereses. Las constituciones se han usado como “guerrilla ideológica” y el derecho se convirtió en “gramática de la guerra”. Lo llamó “cartas de batalla”. No solo se lo grabará en su memoria sino lo aplicará para "eliminar" a sus contricantes (dícese cualquier persona que vaya en contra de sus intereses políticos), en pos de lograr tan anhelado sueño de ver a las Farc y a los magistrados de la corte en jaque mate.
