En los próximos días se estrena la nueva temporada de South Park, una serie que en sus inicios era mordaz, altamente escatológica y que a pesar del cliché lograba ser muy cómica, en especial para pubertos, que al igual que yo, gozábamos con un lenguaje que era común para nosotros y que de igual modo nos enriqueció nuestra jerga vulgar y soez. De mi parte puedo decir que la serie me enseñó cosas. Contrario a lo que muchos creen la serie tenía una amplia crítica social que ponía a pensar a más de uno y le sacaba cientos de canas a muchos, en especial a los padres más conservadores, para quienes era un mal ejemplo y un atentado contra las buenas costumbres (doble moral).
Los temas que la serie tocaba eran muy polémicos, agudos y profundos, lo cual le hizo ganarse muchos enemigos. Por ejemplo, cuando caricaturizaron a Mahoma, los caricaturistas Parker y Stone recibieron censuras y amenazas. También, recibieron fuertes críticas luego de un capítulo donde Jesús y George Bush defecaban la bandera de Estados Unidos.
La serie que era un claro reflejo de nuestra sociedad ha decaído. Los clichés que dejaron a un lado y que le dieron éxito a cientos de series como El Chavo y los Simpsons le hacen falta. Además, la muerte de varios personajes como Chef, la metamorfosis constante de personajes como Garrison, y la entrada de otros como el director PC ha hundido de a poco la serie, que se volvió sumisa y fofa. Son muchas las series que han tratado de ocupar el vacío que ha dejado la decadencia de South Park, pero todas esas copias baratas han fracasado.
Esperemos que esta serie que inspiró muchas otras como El Siguiente Programa, donde Moure y de Francisco se burlaban de la política y farsandula criolla, vuelva a sus orígenes o que de lo contrario le deje su herencia a otras más frescas como Rick y Morty o BoJack Horseman.
