Era la navidad de 1973 en Manizales. Jaime Jaramillo tenía 18 años y estudiaba geofísica en la Universidad Johanes Gutemberg en Mainz, Alemania. Había regresado a la ciudad donde nació para pasar las fiestas de fin de año. Caminaba en una tarde soleada y vio que de un carro cayó la caja vacía de una muñeca. Un grupo de niños de la calle jugaba en una esquina. Una niña vio la caja caer en la mitad de la avenida. Esquivó los carros, recogió la caja y feliz se la mostró a Jaime. Estaba tan contenta que no vio venir la tractomula. Jaramillo la vio morir aplastada. Desde entonces su vida nunca fue la misma.
En esa época ya meditaba y había visitado por primera vez el Tibet. Tenía esas ganas de desprenderse de todo. A los 25 Jaime era millonario. Tenía una empresa petrolera en los Estados Unidos. Su socio, Robert Henderson, lo llamó una mañana de 1982. Le contó que la empresa había quebrado. Después de colgar Henderson se pegó un tiro en la sien con tan mala suerte que no murió sino que quedó ciego y reducido a una cama el resto de su vida. Eso si, todas las deudas pasaron a ser de Jaime quien tuvo que vender todo para no ir preso. Vivió en un hotel durante tres años y empezó a reinventarse. Sin apariciones divinas, sin epifanías estruendosas, entendió que lo único que le devolvería las ganas de vivir sería ayudar a los demás.
Con la imagen de esa pequeña atropellada Jaime arrancó con una tarea que muy poca gente en el país –ni el mismo Estado- adentrarse en ese Averno que son las alcantarillas donde vivían en la década del ochenta tantos pequeños. Él les brindó atención médica, comida y hasta un lugar para vivir. Desde ese momento se convertiría en el consuelo para tantos otros pequeños que lo llamaban con el nombre con el que sería conocido en todo el país hasta el punto de convertirse en una leyenda: Papá Jaime. En 1988 creó la Fundación Niño de los Andes con la que ha beneficiado, 32 años después de su fundación, a 85 mil muchachos. Su labor quedó inmortalizado con el Premio Mundial de Paz y Justicia en 1991.
¿De dónde sacó la plata? Es que Jaime, a pesar del golpe tan duro que significó perderlo todo en su primera gran crisis, siguió explorando y descubriendo pozos petroleros. Pero a comienzos de este siglo dejó esa actividad, acumuló la suficiente plata para dedicarse a escribir libros y a seguir ayudando a la gente, sobre todo a los niños. Sin embargo un porrazo peor que perder toda sus propiedades.
Era en 2009 y Jaime Jaramillo practicaba en Antioquia una de sus pasiones, el parapentismo. Sobrevolaba entre las montañas cuando se encontró de frente con un cable de alta tensión, al esquivarlo se chocó de lleno contra un árbol. Creían que no sobreviviría. El golpe le produjo un aneurisma. Perdió el gusto, el olfato y hasta la memoria. Parecía que su sueño, el de vivir hasta los 108 años, se iba a truncar. Empezó a trabajar en su recuperación y logró, después de tres años de intensa terapia abandonó la silla de ruedas, se levantó y volvió a ser el mismo. En realidad no completamente el mismo porque Jaime tiene problemas de visión fragmentaria y, además, se convirtió en escritor y conferencista.
Además tiene un programa de entrevistas en Youtube y sigue convirtiéndose en el consuelo de más de 85 mil niños en todo el país que reciben sus ayudas, sus regalos, sobre todo en esta época, tan feliz para los que tienen a alguien, tan triste para los que no tienen nada.
