Tamaño avispero se alborotó con una frase suelta del presidente Juan Manuel Santos que desde París afirmó, como quién comenta el estado del tiempo, que los reinsertados o exguerrilleros podrían integrarse a un fuerza policiva rural o gendarmería en la jerga francesa.
Con eso tuvimos para que los enemigos de la paz brincaran y empezaran a decir que ahí estaba la prueba de que en La Habana se está negociando la restructuración de las fuerzas armadas de Colombia, que le entregaríamos la policía a la guerrilla, que los comandantes de las Farc ahora serían comandantes de nuestro ejército y que con esta medida habría amplias zonas del país controladas militarmente por la guerrilla.
Con tanta bulla que hicieron mucha gente quedó convencida que esto es verdad y no se tomaron el tiempo, ni la calma necesaria para analizar la propuesta presidencial. Para hacerlo hay que partir de los números primero y después de la logística con la que se implementaría una medida como esta.
Aproximadamente en las FF. AA. de Colombia, incluyendo Ejército, Armada, Aviación y Policía hay unas cuatrocientas mil personas mientras en las Farc, las cifras más optimistas aseguran que quedan unos diez mil combatientes. De estos no habrá más de quinientos jefes de cuadrillas y un grupo mucho más reducido de dirigentes, que están casi todos en Cuba.
Digamos que de los guerrilleros, dos mil o máximo tres mil se queden en las ciudades vinculados a procesos de estudio, trabajo político, se marchen al extranjero o compren un taxi, o lo que quieran hacer con su reinserción.
Quedarían entonces ocho mil mal contados para vincular a la las fuerzas militares, sea en la policía rural o otras armas. Esto significa que esos guerrilleros se “disolverían en un cuerpo disciplinado, jerárquico y leal a la Constitución” de cuatrocientas mil personas. O sea que los guerrilleros serían como mucho apenas el 2 % del total de nuestras fuerzas armadas.
¿Ustedes seriamente creen que eso sería una amenaza para nuestras fuerzas armadas? Ese pobre exguerrillero reinsertado en las filas del ejército estará más vigilado que si estuviera en una cárcel. Porque no se dijo que se entregaría un territorio para que lo cuiden los 8.000 o 9.000 guerrilleros reunidos allí, sino que los integrarían a las FF. AA.
Pues lo que parece no es para nada un error, sino una jugada maestra. Primero porque rompen la línea de mando. Si las Farc la “guerrillerada” como la llaman sus dirigentes, dependen de bloques o frentes con un mando directo de un guerrillero de alto rango, ahora estarían bajo el mando de nuestros militares y los antiguos dirigentes ya no tendrían manejo de sus bases. Eso sí que significa cortarle la cabeza a la serpiente.
Segundo, porque como dije antes, se disuelven en un cuerpo homogéneo muy fuerte que no les permitiría ninguna desviación de sus deberes constitucionales.
Y por último, aunque hay muchas otras razones a favor, porque los dejarían hacer lo único que saben y tendrían un sueldo por hacerlo. Esto es mucho mejor que dejarlos sin hacer nada y correr el riesgo de que se reagrupen para delinquir.
Hagan cuentas y verán que esta vez Santos dijo algo muy interesante.
http://blogs.elespectador.com/sisifus/
