“Gustavo Bolívar es el Poncio Pilatos del activismo, se lava las manos con el voto en blanco”: Gale Mallol

“Gustavo Bolívar es el Poncio Pilatos del activismo, se lava las manos con el voto en blanco”: Gale Mallol

La joven candidata a la Cámara se va lanza en ristre contra los promotores del voto en Blanco. Fue edil dos veces, sacó 46 mil votos hace 4 años y ahora su bandera es el voto obligatorio. Perfil.

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febrero 24, 2014
“Gustavo Bolívar es el Poncio Pilatos del activismo, se lava las manos con el voto en blanco”: Gale Mallol

Pese a llevar 14 años en la política -fue ocho años edil en la localidad de Chapinero y los últimos seis ha asesorado líderes hasta en el extranjero- el apartamento de Gale Mallol tiene apenas tres cuartos, un baño y al comedor lo separa de la cocina un mesón de panel yeso. Es un lugar típico clase media bogotana que lo hace mucho más apacible el buen gusto al distribuir las cosas y las imágenes coloridas de los cuadros que su madre un día le regaló. Al contrario de muchos políticos y celebridades colombianas que tienen hasta cuatro garajes en sus pent house o sus casonas, ella tiene uno y lo debe compartir. El citófono de Gale suena y el portero le pide, como lo hace tres veces por semana, que le haga el favor de correr el carro un momento mientras él saca el conteiner de la basura que acumula el edificio.

Son las 8:30 de la noche, mientras baja, llama a su hija que tiene 11 años -Gale tenía 22 cuando quedó en embarazo- para darle las buenas noches y recibir de la pequeña muchos recordatorios del día siguiente. La hija le recuerda las tareas a la mamá. Ella se despide y cuenta que por el agite de la campaña, la niña ha debido quedarse donde la abuela paterna porque no la puede llevar a tanta reunión con los líderes que la conocen de tiempo atrás.

En la pequeña sala se encuentran Sergio y Luz Marina, dos de sus fieles colaboradores quienes estarán presentes en la reunión haciendo el cronograma de trabajo del día siguiente. Uno de ellos pone el tema en la mesa y con una elocuencia envidiable la joven Gale se despacha contra uno de los activistas más reconocidos del voto en blanco; Gustavo Bolívar, escritor y director de telenovelas.

Nunca se advierte que Gale esté en contra del voto en blanco como opción o como herramienta democrática para todos aquellos electores que no vieron en los más de 1000 candidatos al Congreso buenas propuestas que le aporten al país. En cambio si la hace parar de la silla la forma como muchos han hecho campaña para catapultar al voto en blanco como la mejor opción para Colombia.  Sin gritar, pero totalmente indignada le parece que Gustavo Bolívar ha creado una campaña que polariza al país, que divide, que no aporta. Dice que el escritor se ha encargado de poner a tirios y troyanos en el mismo saco maloliente y podrido de la corrupción y la sinvergüencería. Entonces, como si el escritor estuviera presente, porque dice que no lo ha tenido al frente, le pregunta:

“¿Sabe usted cuáles son los nombres y cada una de las propuestas que han hecho los 198 candidatos a la Cámara por Bogotá?, ¿Sabe y conoce de pe a pa, las propuestas legislativas de cada uno de los más de 1200 candidatos a Senado y Cámara de Colombia? ¿Cuáles son los antecedentes o actos de corrupción que condenan a Gale Mallol para no ser digna de llevar y sacar adelante proyectos de ley en el Congreso? ¿Sabe cuales proyectos como Edil sacó Mallol adelante?”, no toma agua, pero va enumerando en sus dedos cada una de las preguntas que le tiene a Bolívar mientras busca más falanges cuando estas se le acaban.

Entonces suelta una hipótesis que ha ido desarrollando desde que empezó a estudiar la historia del voto en blanco en todo el mundo. De hecho, lo último que leyó fue un ensayo del Nobel de literatura José Saramago, donde el portugués argumenta lo peligroso que puede llegar a ser el triunfo de votar por nadie. Gale también asegura que al final los más beneficiados con un gran caudal de votos en blanco, serán de nuevo los políticos tradicionales y sus maquinarias. No le falta sacar un tablero para dar a entender su tesis, la explica mirando a los ojos y con la seguridad de las largas noches de estudiar el tema. Cuenta que está demostrado que quienes son motivados por el voto en blanco, en un gran porcentaje, son los electores ubicados en aquel sector llamado voto de opinión. Aquellos que votan por pasión y no por necesidad.

Pero esa gran masa de indignados que le gusta leer propuestas, que le gusta debatir, también están tentados por el facilismo y la moda. El empute lleva a dejarse ir con la corriente. Aquellos electores que en otrora sí asistieron a debates, que escucharon y se leyeron programas de campaña de candidatos sin tacha, se dejan llevar por la ola, por la más fácil y marcan una equis en la tendencia que les arrojan sus redes sociales: el blanco.

Mientras tanto, aquellas maquinarias políticas que poco le importan los electores de las universidades, institutos técnicos, profesionales, trabajadores y gente medianamente ilustrada que tiene las bases para estudiar los buenos programas —dice Gale— se siguen dando el banquete en zonas pobres y necesitadas donde el razonamiento más frecuente es “yo mejor recibo estos 50 mil pesitos y estas tejas porque después no vuelvo a ver nada”. La joven candidata tal vez no esté lejos de la realidad porque está visto que en las zonas marginales el voto en blanco no cala, porque aún en Colombia no se ha erradicado el hambre y la pobreza.

"La gente siempre está dispuesta a aprender" es una de los lemas de la joven bogotana.

"La gente siempre está dispuesta a aprender" es una de los lemas de la joven bogotana.

Gale toma asiento, baja la velocidad de las palabras y suelta otra grandilocuente metáfora del ejercicio que ha venido realizando Gustavo Bolívar. Dice que el guionista tolimense ha podido transmitir por los grandes canales del país, más de 10 producciones -entre seriados y novelas- basadas completamente en historias criminales, en escenas violentas, y en diálogos contaminados de frases y palabras obscenas; que si enseñaran, serían tenidas en cuenta en clases magistrales a la hora de formar a los niños y adolecentes.

De tal suerte que le pone el siguiente ejemplo al activista del voto en blanco: “Qué tal que yo liderara un grupo que promoviera una campaña de ‘Pantalla en blanco’ para censurar las propuestas de todos los libretistas y guionistas de los seriados y novelas que se hacen en el país. Que agitara a los colombianos de votar para sacarlos de las pantallas por considerar que sus series no proponen y son peligrosas para los adolecentes debido a su contenido. ¿Y fundados en qué argumento? Fundados en el argumento de que hay un escritor, guionista y libretista llamado Gustavo Bolívar que de 13 producciones que ha transmitido en el prime time de la televisión colombiana, 10 han sido basadas en el robo, la muerte y la violencia. Series basadas, en el fondo, en mostrar cómo operan los bandidos y la gran vida de fiestas, lujos y comodidades que se dan. Poner en el imaginario de la gente que Bolívar no tiene más cabeza y propuestas que las de elevar a su máxima potencia a los buitres que hoy tanto critica”. Gale mira una foto de su mamá y redondea la idea.

“Pues no. Pienso que yo no puedo ir echando a todos los guionistas, escritores y directores de la televisión colombiana en el mismo escenario violento por culpa de Bolívar. E incluso, ser injusta y creer que Bolívar solo está condenado a escribir historias violentas. Por cierto, por lo que me han contado, pienso que es un buen tipo pero que sin quererlo algunas de sus series le ha hecho mal a Colombia; no solo lo digo yo, lo dice una gran reflexión de la revista Semana que fue portada por Los tres Caínes. Pues bien, eso es lo que ha estado haciendo Gustavo con su campaña del voto en blanco. Hacer creer en el imaginario de los ciudadanos del voto de opinión, el único que nos queda, que todos, absolutamente todos los candidatos que nos hemos lanzado a un puesto de elección popular somos corruptos, ineptos y malintencionados. Pues no, señor Bolívar. Pues no. Ni tampoco toda la televisión colombiana le deja como ejemplo a los niños del país, como lo vi en Pardo Rubio, de querer ser malos. ‘Me pido El Capo, me pido El Capo’, escuché hace varios meses diciendo a un niño en un comedor comunitario”.

Quizá Gale Mallol Agudelo, habla con tanta propiedad de la televisión colombiana por conocimiento de causa. Su mamá era la escritora y guionista Mónica Agudelo. “Mamá no es la que engendra sino la que cría”, dice el adagio popular. Y así fue en este caso. Mónica fue la persona que levantó, educó, reprendió, amó y aconsejó a Gale. Hizo todas las veces de madre, a pesar de ser su tía. Existe una foto en los anaqueles de la casa Agudelo, donde se ve a Gale viendo escribir en una maquina Olivetti a su mamá. La candidata entonces recuerda que la novela de amor, Sangre de Lobos, fue escrita totalmente con el tecleo en el rodillo. “Mi infancia la recuerdo en la biblioteca de la Universidad Nacional, donde mi mamá estudiaba filosofía y letras (Gale siempre se refiere a Mónica como su mamá), ella me llevaba todos los domingos. Mientras mi mamá hacia sus trabajos -porque en ese tiempo nada de internet y copiar y pegar, la fácil no existía-, yo pintaba o leía los cuentos que ella pedía para mi”.

Para nadie es un secreto que Mónica Agudelo fue una de las guionistas y escritoras más prolíficas del país. Señora Isabel, La madre, Amor amor, La maldición del paraíso, Que bonito amor, Retrato de una mujer, La costeña y el cachaco, Hombres, La hija del mariachi, fueron algunas de sus 22 novelas que se proyectaron en la pantalla chica colombiana. La obra del artista es el reflejo de su vida. Mónica imprimió muchas de las intimidades de su casa en las historias de amor que le enseñaron a amar al país. Tal vez medio Colombia se estaba enterando, sin saberlo, de todo cuanto estaba viviendo sentimentalmente la hoy candidata a la Cámara de Representantes por el Partido Liberal. “Mi gran tusa de adolescente fue contada en La hija del Mariachi. Todo lo que me estaba pasando mi mamá lo metía en los guiones. Un día le dije ‘Ya mamá. Donde mi exnovio esté viendo esta novela va a saber cómo me siento y va creer que me estoy muriendo por él’”, cuenta Gale, con una sonrisa en la cara.

Los humanos aprendemos lo que vemos en nuestra primera infancia. Las madrugadas y trasnochadas que Mónica se metía para entregar los guiones de las novelas que estaban en parrilla, fueron para su hija un ejemplo del compromiso que un profesional debe tener en su trabajo. Gente que ha trabajado junto a Gale se pregunta a qué horas descansa. “Cuando Gale era Edil de Chapinero, uno la llamaba un sábado para salir a caminar o hacer ejercicio y ella andaba era visitando los comedores comunitarios para ver si había que pintarlos, asearlos. Una vez hasta recogió plata entre las amigas, aunque ella puso casi todo, porque unos niños no tenían dónde sentarse para poder almorzar”, cuenta una de sus mejores amigas.

Izq: Mónica Agudelo junto a Gale, recién nacida | Der: Mónica y el escritor Fernando Gaitán

Izq: Mónica Agudelo junto a Gale, recién nacida | Der: Mónica y el escritor Fernando Gaitán

Tras pasar la hoja de Gustavo Bolívar, la candidata toma un cigarrillo, lo enciende y no se da cuenta que puede estar repitiendo la historia de Mónica, su mamá, que adquirió un cáncer de tanto fumar y que hace un año -de manera temprana- se la llevó la muerte. Entonces bota el humo y con documentos en mano argumenta una de sus propuestas legislativas más polémicas por estos días: que en Colombia se instaure el voto obligatorio. Palabras más, palabras menos; da cuenta que solo tres países en toda Latinoamérica no tienen el voto obligatorio, México, Venezuela y Colombia. Que si se compara, estos tres países tiene las tasas más altas de corrupción en sus elecciones, mientras que países como Chile son un ejemplo para mostrar. En efecto, en Chile fue derogada esta ley pero las elecciones parlamentarias se contaminaron de tanta compra de votos, de nuevo, que decidieron volver a instaurar con un plus: personas que se inscriban en elecciones tienen la obligación de votar.

“El voto obligatorio bajo inscripción reduciría altamente el trasteo y la mugrosa compra de estos. Mi propuesta es que las inscripciones se realicen un año antes de elecciones, así les queda más difícil a los corruptos ponerse a llevar plata para: primero hacer inscribir a los votantes; y segundo, volver a llevar plata para que un año después voten por ellos. Además, generaría un compromiso en el votante, el cual se inscribiría un año antes a conciencia y no por conveniencia o por necesidad inmediata. El cambio se hace con pedagogía y no con discursos románticos de ‘estamos indignados, nadie en este país sirve’. No. Mire, el mejor alcalde que ha tenido Bogotá en medio siglo ha sido Antanas Mockus, el tipo enseñaba y enseñó. O como dice Sergio fajardo: ‘para hacer el cambio en los modelos políticos, hay que meterse al charco de la política e irlo limpiando’. Eso a punta de critica no se cambian ni las instituciones ni las dinámicas, aquí es estudiando, implementando y dialogando”, dice la joven que también trae sangre de un gran mediador, su papá, John Agudelo Ríos.

Aunque tampoco es su progenitor, sino su abuelo, Agudelo Ríos fue el hombre que hizo las veces de tutor desde que Gale tenía dos años. Tanto así, que cuando le quitó la patria potestad al catalán que engendró a su nieta, al respaldo del registro civil aparece la firma del colombiano como único responsable. Este abogado laboralista, que jamás hizo política, fue uno de los garantes de paz más importantes que tuvo Colombia. Agudelo Ríos fue el encargado por el gobierno Betancur de firmar uno de los primeros pactos de paz con la guerrilla de las FARC en 1984. Agudelo Ríos y Otto Morales fueron quienes acuñaron la famosa frase de “Los enemigos agazapados de la paz”, la cual hoy cae como hilo para la aguja.

Cuenta el analista León Valencia que: “lo que John Agudelo Ríos iba a significar para el país si le hubieran hecho caso, era magnánimo. Él quiso evitar la más grande guerra de nuestra historia. Agudelo Ríos y Otto Morales eran unos visionarios. Ellos sabían que si no se firmaba la paz con esa guerrilla, que hasta ese momento no era sanguinaria, lo que se vendría sería una barbarie. Después del 84 se une una parte de la elite de este país y comienzan a matar a gente de la izquierda, rompiendo la promesa que el grupo de estos gestores de paz realizaron de buena fe en estas reuniones” .

Así fue. Galé recuerda que en una de las charlas que tuvo con su papá, este lo contó uno de los grandes episodios desconocidos de la historia de Colombia. Al final de una reunión en las selvas de La Uribe, justo cuando los emisarios del gobierno iban a tomar los burros para regresar, Manuel Marulanda, jefe máximo de las FARC, se le acercó a Agudelo Ríos y le dijo: “doctor, será que cuando ya firmemos esto, esa gente me pueden devolver mi finquita”. “Por supuesto”, le respondería Agudelo. El costo de la paz en ese momento era el de un pedazo de tierra, pero todo se vino al piso por ciertos agazapados.

Curiosamente el papá de Gale siempre estuvo alejado de la política, es decir de los cargos de elección popular. Era designado sin pedirlo y eso hasta le costaba gastarse los ahorros porque en aquellos tiempos ganaba más un abogado defendiendo trabajadores que el propio ministro. Así la vida, llegaría el consejo para Gale en medio de su adolescencia. Sentados en la sala de aquella casa de la carrera quinta con calle 70, Agudelo Ríos le recomendaría a su hija que estudiara algo que tuviera que ver con relaciones internacionales, ella le había heredado el don del dialogo y de los argumentos. Así comenzó la carrera de la hoy candidata al Congreso.

Jonh Agudelo Ríos fue garante de paz en los gobiernos Turbay y Betancur. Aquí junto a Gale Mallol.

Jonh Agudelo Ríos fue garante de paz en los gobiernos Turbay y Betancur. Aquí junto a Gale Mallol.

Estudió Relaciones internacionales en la Universidad de los Andes. Después de un trabajo social en la localidad de Chapinero para una materia, lideres de aquel sector la llamarían para ver si se le medía a ser Edil. Por sugerencia de una amiga, antes de hacer campaña se fue a recorrer un mes Chapinero para enterarse de las necesidades que se presentaban. Además, casi que se aprendió el estatuto orgánico de Bogotá. Con tan solo 23 años fue elegida y se encontró con las realidades de la política tradicional: una alcaldesa local que había pavimentado la calle del frente de su propia casa en lugar de las vías que hacía 14 años los ciudadanos habían pedido se les arreglaran; administradores de comedores comunitarios para niños que se llevaban los alimentos para sus casas; curadores urbanos dando permisos para el funcionamiento de bares que en realidad eran casas de citas.

Esta última su mayor denuncia. Tras una investigación exhaustiva logró que no se llevara a acabo la construcción de varias casas de citas en plenas zonas residenciales. Aunque no se oponía a que en Bogotá se abrieran zonas de tolerancia, nunca le pareció que niños y menores de edad se encontraran de camino al colegio con el oscuro mundo que genera la prostitución. Su denuncia fue retomada por un periodista del diario El Espectador quien en ese año se ganó el Premio Simón Bolívar por revelar dicha realidad. A su vez, Gale obtuvo como premio ser reelegida como Edil cuatro años más.

Después se lanzó al Parlamento Andino. Como internacionalista especializada, tenía la plena confianza que este espacio sería valioso para el futuro de la integración de los países andinos. Con apenas 30 años sacó la no despreciable suma de 46.671 votos, pero se quemó porque su partido no pasó el umbral.  Paradójicamente le sacó más de la mitad de votos a candidatos que si ocuparon dichas curules. Gale lo ve ahora como un triunfo por todo lado. No le convenía haber hecho parte de: “un parlamento que se politizó, en el que no hicieron nada, en el que se echaron a las petacas y ni siquiera hicieron relaciones en momentos tan críticos como el conflicto con Nicaragua”, dice con vehemencia. Los siguientes cuatro años fue contratada para asesorar empresas y hasta para realizar proyectos para la presidencia del Senado en materia internacional. Así mismo, asesoró la campaña a la hoy asambleísta del Ecuador –asambleístas en el Ecuador son los homólogos de los congresistas en Colombia- Cristina Reyes Hidalgo, quien fue la mujer más votada del vecino país en las pasadas elecciones.

Gale revisa en su teléfono los nombres de los promotores que inscribieron el voto en blanco. Sonríe como quien ve a un niño peleando con una pared. Entonces, con la seguridad que dan todos estos años de haberse metido a la candela política, suelta su última reflexión: “los promotores del voto en blanco, aquellos que inscribieron esa confusa casilla, como aquel movimiento que se hace llamar S.O.S., denotan que van por un beneficio económico más que por un beneficio para el país. A ellos los invito a que realicen esta reflexión; llegado el remoto caso que el voto en blanco gane ¿Qué va a pasar después?”. Gale se para y toma el aire que le quita fumar.

“La misma pregunta se la hago a Gustavo Bolívar. ¿Qué va a pasar después? ¡Nada! porque como no se han leído y estudiado la ley. Pues resulta que se volverían a realizar las elecciones pero con un agravante, los candidatos a Congreso que pasen el umbral pueden volverse a inscribir, es decir todos aquellos que con su maquinaria compraron su elección. ¿Y qué hicieron los gestores del voto en blanco?, pues ayudar a los buitres. Estas campañas por más simbólicas que sean, son estériles. Es más admirable lo que ha hecho la Fundación Nuevo Arco Iris, o ahora Paz y Reconciliación, que ponen en la palestra pública a cada uno de los bandidos y corruptos. Esa sí es una campaña pedagógica. Eso debería hacer Bolívar si quiere cambiar el país. Darse a la tarea de revelar por cuáles candidatos de los más de 1000 que hay, no se debe votar y el por qué. Y no hacer creer que aquí todos son carroña”.

Gale vuelve a respirar, entonces apaga el tercer cigarrillo, como diciéndole que algún día lo va a dejar por haberse llevado a sus dos grandes mentores: su papá y su mamá.

Por @PachoEscobar

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