La izquierda en cabeza del líder Alexis Tsipras, se impone en las elecciones griegas

La izquierda en cabeza del líder Alexis Tsipras, se impone en las elecciones griegas

El movimiento Syriza que surgió en oposición a las drásticas medidas financieras de Europa, cambiaría el rumbo de los griegos este domingo

Por: Felipe Pineda
enero 23, 2015
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
La izquierda en cabeza del líder Alexis Tsipras, se impone en las elecciones griegas

Hace tres años, al calor de la peor crisis económica que Europa ha experimentado desde la segunda guerra mundial, la opinión pública global se veía conmocionada con la hecatombe de la gran depresión griega.

Corría el primer semestre de 2012 y las imágenes de la nación helénica en los noticieros daban cuenta del magma social que se aglutinaba en las principales ciudades de Grecia: manifestaciones, huelgas de hambre, millares de personas acampando en las plazas emblemáticas, tenían lugar ante la indiferencia de un gobierno deslegitimado, dedicado a cumplir a cabalidad las imposiciones fiscales de la denominada troika, compuesta por el FMI, el Banco Central Europeo, la banca privada alemana y francesa, que exigían ajustes significativos como condición sine qua non para otorgar créditos.

En aquel momento la balanza electoral, previa a las elecciones de mayo de ese mismo año, oscilaba entre el radicalismo de derechas de Nueva Democracia y el partido neo fascista Amanecer Dorado en disputa contra la agrupación social-demócrata PASOK, que en su periplo en el pasado al frente de los destinos griegos no se diferenció mucho de sus rivales de turno. La ciudadanía que acudió a las urnas decidió en aquel momento jugar a favor de la troika, Goldman Sachs, JP Morgan Chase y las decenas de empresas de carácter financiero que invirtieron durante casi una década en la crisis como factor de rentabilidad expedita.

En dicha oportunidad no causó sorpresa alguna que ambas colectividades políticas, que en campaña fingían ser rivales, formaran una coalición en el congreso a fin de asegurar las mayorías necesarias para gobernar. Lo único revelador de aquellos comicios fue la inesperada acogida electoral que tuvieron las agrupaciones Syriza (de izquierda) y Amanecer Dorado (de extrema derecha). La primera poniendo en el centro del debate el rescate de las conquistas sociales desmanteladas por el neoliberalismo en las últimas dos décadas, la segunda encarnando un proyecto político populista coincidente con otros en el viejo continente en contra de la inmigración, los sindicatos y a favor del gran capital.

En el cierre de campaña líderes de izquierda europeos como Pablo Iglesias acompañaron a Tsipras

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Grecia, laboratorio económico del Banco Central Europeo desde 2008, acudirá a nuevos comicios este 25 de enero. La agrupación política favorita para imponerse en la contienda electoral griega este domingo se denomina Syriza, una coalición de partidos de izquierda, 9 en total, formada en 2004, que formalmente irrumpió de manera protagónica en la coyuntura de la crisis de 2011, recordada por la dimisión del anterior primer ministro Yorgos Papandréu, en un ambiente dominado por una turbulencia aprovechada por los sectores financieros para imponer reglas fiscales inusitadas en la Europa contemporánea.

Paradójicamente, el ascenso de Syriza ha tomado alturas insospechadas gracias a la injerencia de los grandes poderes de la Unión Europea y los acreedores de la banca franco-alemana, quienes han despertado un sentimiento nacionalista inesperado que le abre las puertas del poder a la agrupación liderada por Alexis Tsipras, un joven político de 40 años, con fuerza cada vez mayor.

Algunos esbozos cronológicos de la deuda griega.

Para explicar la Grecia de comienzos de 2015 y el favoritismo de Syriza, es necesario recabar en hechos del pasado que marcan su calamitoso presente, poniendo en el centro del debate la razón de la catástrofe: la deuda. Lo que hoy en día sufre el país helénico va más allá de una simple crisis de representatividad; es la sustitución del poder de las mayorías sociales y políticas por la de los sectores financieros, algo conocido en algunos ámbitos como deudocracia (1).

Grecia es una economía cuyas obligaciones financieras recaen principalmente en el sector público, la economía griega presenta el índice más alto de deuda con respecto al PIB de los países despectivamente denominados PIGS (2) (Portugal, Irlanda, Grecia y España), sigla que hace alusión a aquellos países que presentan déficit fiscales superiores a su producto interno bruto; niveles de industrialización más bajos y déficit en su balanza comercial con la Europa hegemónica, producción de bienes con bajo valor agregado y que en casos como el español o griego cuentan con castas políticas consociativas dedicadas en las últimas décadas a alternarse en el poder y actuar en connivencia en situaciones de crisis.

La omnipresente influencia del sector financiero y bancario europeo en la agenda griega, posibilitó que el 96% de los dineros de los rescates financieros hasta 2011 hayan ido a parar a las cuentas de los bancos e inversionistas franceses y alemanes, los cuales decidieron seguir prestando dinero a pesar de la imposibilidad de pago del estado.

La deuda, como medio de imposición y rédito a mediano plazo, se ha convertido en el instrumento utilizado por la troika para establecer una agenda fiscal rigurosa que ha cercenado el desarrollo social. El rescate no ha sido para la ciudadanía griega, más bien ha sido direccionado a compañías que influencian los entornos políticos globales mediante actividades de lobby encaminadas a viabilizar blindajes normativos que consoliden el poder corporativo.

Revisando el ayer y el hoy, existieron múltiples formas de estafa y connivencia entre los gobiernos griegos de los últimos años y los entramados financieros. Una de las más recordadas fue la que trasladó en el año 2000, parte de las acreencias griegas de una moneda (dolar/yen) a otra (euro) con tasas de cambio desactualizadas para precipitar la entrada de Grecia a la zona euro.

Este tipo de operación, conocida como SWAP, o contrato entre dos partes que deciden intercambiar cantidades de dinero en fechas futuras, estuvo asesorada por Goldman Sachs quien se convirtió en uno de los acreedores principales, obteniendo en dicha operación de convertibilidad monetaria 2300 millones de euros, al lograr que la deuda pasara de 2800 a 5100 (3).

Los años siguientes estuvieron colmados de endeudamiento por parte del estado griego con la banca privada europea y entidades como el Banco Central Europeo, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Los futuros planes de rescate financiero, como el de julio de 2011, estuvieron condicionados a una condonación de los intereses de las acreencias pasadas a cambio de solicitar nuevos préstamos con plazos más extensos para pagarlos. Dicho rescate endeudó al estado helénico por 140.000 millones de euros adicionales. El incremento de la deuda griega entre el año 2000 y junio de 2014 ha sido de 176.528 millones, al pasar de 140.971 para situarse actualmente en 317.499 millones de euros, una variación del 125% (4).

25 de Enero: la confrontación inaplazable entre democracia versus mercados.

La Grecia de la actualidad, arruinada y políticamente dominada por un círculo reducido de familias, grupos financieros, empresarios y lobbistas profesionales, se asemeja a la Latinoamérica de principios del siglo XXI. La irrupción de Syriza reivindica la necesidad de una alternativa social y económica al neoliberalismo que ha llevado a la quiebra fiscal a la denominada Europa periférica y pone en el centro del debate la necesidad perentoria de un nuevo pacto fundante en los estados contemporáneos del viejo continente. Conceptos como autonomía, soberanía, constitución, estado de bienestar y democracia han adquirido en la actualidad nuevos alcances, nuevas dimensiones ante los ojos del sujeto político europeo.

El hastío de la población griega con los poderes fácticos que dominan la Europa contemporánea es evidente. La atribución, parcialmente exitosa, de la crisis endilgada a los derechos básicos de las personas, lectura alimentada por los medios masivos de comunicación. Las conquistas sociales se presentan como “anormales”, “suntuosas” o innecesarias culpando a la inversión social del descalabro fiscal. La ciudadanía en la coyuntura actual ya no tolera seguir tragando entero.

El electorado helénico más que indignado por depositar su confianza mayoritariamente en los partidos tradicionales en las elecciones de 2012, siente haber sido engañado por estos. No es de extrañar, que gran parte de dichos votantes, prefiera esta vez apostar y hasta perdonar las equivocaciones de Alexis Tsipras al frente de los destinos de Grecia que ser nuevamente víctima del Primer Ministro Samaras (5) y la troika en su conjunto.

Señalaba recientemente Juan Torres, en su blog para el diario Público, respecto a la percepción generalizada de una amplia proporción de la ciudadanía europea, con una inusitada sensatez sobre el momento actual lo siguiente: “La gente también se está dando cuenta de que para llevar a cabo estas políticas los gobiernos han ido desmantelando la democracia en Europa y que a la hora de tomar decisiones no obedecen a los pueblos que los han elegido sino a poderes económicos y financieros que se mueven en la sombra y que nunca se presentan a las elecciones. Es cada día más evidente que Europa se convierte poco a poco en una dictadura cuando sus responsables amenazan si se dan unos determinados resultados electorales o si la gente respalda políticas que no sean las que quieren aplicar los grandes poderes” (6).

No deja de ser paradójico que en aquella premisa del secuestro de Europa por parte de una casta de sectores financieros y políticos coincidan sectores al otro lado del espectro político de Syriza. Recientemente, la líder del partido francés de extrema derecha Frente Nacional, la ultra nacionalista Marine Le Pen, refiriéndose a las elecciones griegas de este domingo, no disimuló su regocijo si una eventual victoria de Syriza se llegase a consumar. En declaraciones para el diario Le Monde Le Pen señaló “Hay una fractura en Europa que pasa por que el pueblo recupere su fuerza frente al totalitarismo de la Unión Europea y de sus cómplices, los mercados financieros” (7).

De otra parte, ha sido tan virulenta la arremetida del bloque de poder político-económico en contra del sistema de bienestar, que la disputa de hoy en día en la arena electoral fluctúa entre la abolición total de las conquistas sociales versus el restablecimiento parcial de los derechos de que gozaban los ciudadanos antes de 2007. Sin duda, la victoria de Syriza significaría un freno parcial a la política neoliberal que ha dominado la arena europea en la última década y delinearía un eventual panorama para las elecciones venideras en países vecinos.

El destino del cambio de rumbo en Grecia, ligado a un posible triunfo de Syriza en las urnas, se puede convertir en casi una categoría política para las economías excepcionales en Europa, capaz de allanar el camino para establecer un nuevo equilibrio entre democracia y mercados, que se convierta en un freno paulatino a la asfixia presupuestal que ha terminado por desacelerar el consumo interno, las políticas expansivas y la demanda en la zona euro mal llamada periférica. El momento político requiere de medidas que gradualmente superen la socialdemocracia y las terceras vías para avanzar hacia políticas de más hondo calado.

Syriza y su comunión con las mayorías sociales no es producto del azar, el caso griego se presenta como el ejemplo perfecto del riesgo que una partitocracia (8) puede transferir a una nación, en donde intereses particulares de castas minoritarias priman sobre los del conjunto de la ciudadanía. En efecto, mientras el déficit fiscal helénico ha alcanzado dimensiones insostenibles, la tributación impuesta al gran capital, como en el caso de las principales compañías navieras, no ha sufrido aumentos considerables. Para cubrir este desajuste, los gobiernos del binomio PASOK-Nueva Democracia prefirieron, durante casi una década, endeudarse de manera barata en el extranjero, aumentando el déficit en la balanza de pagos para mitigar dicho desbalance.

No es una mera casualidad que el ascenso de Podemos en España y el Sinn Fein en Irlanda coincida con lo sucedido en Grecia. La contienda del domingo venidero constituye un juego de todo o nada para millones de habitantes abocados a decidir si reivindican el papel de los estados, su autonomía y el poder de las mayorías sobre las minorías o, por el contrario, diluyen la posibilidad de cambios profundos y con esta decisión fortalecen casi de manera definitiva al statu quo que se ha encargado sistemáticamente de subir la deuda europea del 72% del PIB en 2007 al 103% en 2014, y en el caso griego del 103,1% al 174,9%.

El programa de Salónica: la carta de navegación programática de Syriza.

Más allá de la lucha discursiva entre visiones políticas antagónicas, la contienda griega tiene en lo económico a su actor principal: mientras el actual primer ministro Antonis Samaras da un parte de victoria en el manejo y reducción de la deuda con la banca europea, Syriza habla de la necesidad de una moratoria, en donde los intereses se suprimen y el plazo para pagarla se extiende a cuatro décadas, hasta que el porcentaje de la acreencia se reduzca al 20% del PIB, esto con el fin de no desfinanciar las políticas sociales y de redistribución necesarias para reactivar el crecimiento.

Dicha moratoria, a la que Syriza hace alusión constantemente, se complementa con una auditoría de la deuda, que retoma el tratamiento que la conferencia europea sobre la deuda, realizada en 1953, acordó para Alemania estableciendo condiciones para el pago de sus obligaciones financieras en condiciones que no afectaran su gasto social ni su crecimiento económico. La propuesta de la colectividad liderada por Tsipras intenta que su renegociación se convierta en un referente para reorganizar estructuralmente el sistema económico y financiero de la eurozona, blindando el acuerdo de la irrupción de especuladores y fondos buitre, como sucedió en el caso argentino recientemente.

Estos elementos de orden económico están condensados en la hoja de ruta programática que en septiembre pasado la colectividad de izquierda radical lanzó, como antesala a lo que sería su campaña por la conquista del gobierno.

El denominado programa de Salónica (9), es una plataforma de 40 puntos que tiene cuatro bastiones principales: combatir la crisis social que se ha apoderado de Grecia; la reestructuración de la deuda privada y pública para posibilitar el crecimiento y la reactivación de los sectores productivos; la reforma estructural del estado y un plan de choque para aumentar los puestos de trabajo y el salario mínimo, que pasaría de 586 a 750 euros mensuales.

Dicho programa, según las proyecciones de Yannis Miliós (10), jefe de economía de la colectividad, costaría alrededor de 12.000 millones de euros y sería pagado con la reforma fiscal y el crecimiento sostenido producto de las nuevas medidas.

El programa inicial tiene un amplio énfasis en su ejecución inmediata, etapa a la que han denominado “los cien primeros días”, en donde se supone se radicalizarán los previsibles grupos opositores y de presión. Por ello, en las huestes de Tsipras la movilización social y el apoyo popular serán tan importantes como ganar la elección para asegurar la gobernabilidad posterior.

La troika y el pragmatismo del sector financiero.

A pesar de la andanada mediática de la troika en contra del partido liderado por Alexis Tsipras, que ha incluido desafíos descomunales, como suspender el rescate financiero hasta después de las elecciones helénicas, y la incursión en campaña de la derecha continental, con Rajoy, Samaras y Merkel a la cabeza, lo cierto es que el pánico económico creado por el bloque político en conjunto de cara a la opinión pública dista mucho de la realidad. De hecho, en repetidas oportunidades, el líder de Syriza durante las últimas semanas ha repetido una y otra vez, que de llegar al poder Grecia no se saldrá de la zona euro ni suspenderá las acreencias. Lo que sí ha dejado claro Tsipras en este periplo es la necesidad de auditar la deuda y de suspender la austeridad fiscal.

Los grupos influyentes del sector financiero han reaccionado, contrario a lo que pregonan sus voceros políticos, de manera pragmática. En reciente informe enviado a sus clientes, el banco norteamericano Merill Lynch compara a Tsipras con Lula Da Silva evocando su origen y pragmatismo: "Lula da Silva, presidente de Brasil entre 2003 y 2010, era un antiguo líder sindicalista de la izquierda que demostró que el miedo de los mercados [por su ascenso al poder] era infundado, y ahora se le da crédito por la impresionante trayectoria económica de Brasil. Aunque el entorno externo de Grecia es más complicado, el caso de Lula prueba que Tsipras podría sorprender positivamente de forma similar a los mercados acelerando reformas estructurales" (11).

Hacia esa misma dirección, la de la sensatez por encima del miedo, apunta Yanis Varoufakis, catedrático de economía de la Universidad de Atenas, quien será uno de los encargados de negociar con la troika la transición financiera y los términos en que se negociará la deuda entre Atenas y los múltiples acreedores.

Varoufakis decidió aceptar la invitación del líder de Syriza, de convertirse en uno de los asesores económicos de cabecera de la agrupación de izquierdas y ocupar un escaño en el parlamento. Sobre el futuro de la negociación Varoufakis vaticina: "La señora Merkel es una política muy hábil y altamente pragmática. En el momento en que note que la marea está cambiando lejos de ella, ella también cambia con la marea. Nuestra tarea debe ser triple, a fin de minimizar los conflictos y maximizar las posibilidades de un acuerdo mutuamente beneficioso: en primer lugar, debemos asegurarnos de que los cambios en el ‘programa griego’ sean lo suficientemente grandes como para que sean significativos en el sentido de hacer que Grecia se vuelva sostenible. En segundo lugar, debemos ofrecer a la señora Merkel una forma de envolver el nuevo acuerdo para que ella pueda venderlo a sus parlamentarios. En tercer lugar, debemos asegurarnos de que cualquier cambio terapéutico aplicado al programa griego no se limite a Grecia, sino que se extienda a todo el continente para permitir que éste escape de su crisis eterna" (12).

Sin duda, ese unanimismo de ciertos sectores financieros privados va en dirección a lograr salvar al menos parte de la deuda con Grecia, partiendo de una base muy sencilla: el problema en este momento es para quien tiene que cobrar cifras astronómicas a quien no tiene cómo pagar.

Lo esperado este 25 de enero: sondeos previos y posibles coaliciones.

Todas las encuestas para este domingo, como las llevadas a cabo por el instituto demoscópico Public Issue, el periódico Alco y la Universidad de Macedonia, coinciden en los balotajes del primero y segundo lugar, en donde Syriza encabeza con ventajas que oscilan entre los 4 y los 6,5 puntos sobre la agrupación conservadora Nueva Democracia y que al ser promediados le otorgan a la coalición de Tsipras entre un 28 y un 32% de los votos, lo que le daría 146 de los 300 escaños del parlamento griego, ubicándola muy cerca de la mitad más uno de los asientos que se necesitan para conformar un nuevo gobierno, en un sistema denominado Proporcional Reforzado (13), para lo cual, de acuerdo a la legislación vigente, cuenta con dos días de plazo posterior a los comicios.

El verdadero dilema de este domingo corre por cuenta de quién se hará al tercer puesto, clave en la consolidación de las nuevas mayorías. En esta carrera, que en la actualidad marca un empate técnico, compiten el centrista To Potami del presentador de televisión Stavros Theodorakis, la agrupación de extrema derecha Amanecer Dorado y el Partido Comunista Griego (KKE).

Algunos analistas coinciden en que la coalición natural de Syriza debería orbitar sobre sus aliados a la izquierda del KKE. Sin embargo, el radicalismo de los comunistas en torno a la salida de la zona euro y los reiterados ataques contra la agrupación líder en las encuestas, a la cuál acusan de “traidora”, “entreguista” y "funcional a la troika”, acercan más a Syriza a la visión europeísta y muy flexible de To Potami. En todos los casos se descarta una alianza de Syriza con el xenófobo Amanecer Dorado, que en la actualidad tiene a la mitad de sus parlamentarios en la cárcel.

Podría ser exagerado inferir de manera apocalíptica que las elecciones del domingo en Grecia sean la batalla final entre democracia y barbarie, como señalan diversos analistas de la izquierda más ortodoxa. Sin embargo, en el ambiente geopolítico actual, multipolar y diverso, la victoria de Syriza moderaría la unipolaridad de los mercados y los sectores financieros, al igual que el unanimismo bipartidista que reina en la Europa de hoy.

* Felipe Pineda Ruiz, publicista, activista social e investigador del Centro de Estudios Democracia Hoy.

Notas
(1) Sistema político en el que se ha producido o se produce la asunción de la deuda privada, en especial de la deuda de los bancos, por los poderes públicos. El término tomó relevancia en España y Grecia durante la crisis económica de 2010 y 2011.
(2) James Heredia, Jourdy (2014), La crisis de deuda soberana de los PIGS de la zona euro, en Contribuciones a la Economía. Fuente: http://alturl.com/ueqgz
(3) Febbro, Eduardo. El gran truco que usó Goldman Sachs con Grecia. Diario Página 12, marzo 13 de 2012. Fuente: http://alturl.com/k3hs4
(4) Deuda pública de Grecia. Portal datosmacro.com, junio de 2014. Fuente: http://alturl.com/fxvei
(5) Antonis Samaras, líder del partido de corte conservador Nueva Democracia que ganó las elecciones en 2012.
(6) Torres López, Juan, ¿Son irrealizables las propuestas de Syriza o Podemos? Diario publico.es, enero 15 de 2015. Fuente: http://alturl.com/b4pa3
(7) La ultraderechista Le Pen “se alegrará con una victoria” de Syriza. Diario el País, enero 20 de 2015. Fuente: http://alturl.com/ey8f4
(8) La partitocracia o Estado de partidos, consiste en una forma oligárquica de gobierno en la que unos pocos partidos políticos (generalmente dos) mantienen secuestrada la libertad política de la sociedad civil. Se caracteriza por la carencia de separación de poderes, que se concentran en el dirigente del partido que ostenta el gobierno en cada momento. Tampoco existe representatividad de la sociedad civil. Normalmente, los partidos políticos están directamente financiados por el Estado y se les permite recibir donaciones de entes privados, lo que les convierte en órganos/instituciones del propio Estado.
(9) Programa de Syriza. Portal de Izquierda Unida, septiembre de 2014. Fuente: http://alturl.com/2e5p7
(10) Syriza excluye la salida del euro porque significaría "romper la eurozona". Lainformación.com, enero 14 de 2015. Fuente: http://alturl.com/giwqh
(11) Merrill Lynch cree que Tsipras puede ser el 'Lula' griego. www.expansion.com, enero 13 de 2015. Fuente: http://alturl.com/5hhs4
(12) "Greece will neither want to leave the euro nor threaten to do so", entrevista a Yanis Varoufakis. Portal Open Democracy, enero 12 de 2015. Fuente: http://alturl.com/5r6m8
(13) El sistema electoral parlamentario que rige en Grecia se denomina sistema proporcional reforzado, en el 250 escaños se asignan proporcionalmente entre aquellos partidos que superen el umbral mínimo del 3%, y las 50 curules restantes son otorgados al partido que más votos obtenga durante la elección.

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