Gracias, Santos, por las elecciones más pacíficas
Opinión

Gracias, Santos, por las elecciones más pacíficas

No hubo abstención, el candidato vencido y el presidente electo le bajaron el tono a la polarización en sus discursos, queda la incógnita del centro

Por:
junio 18, 2018
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Gracias a la perseverancia de Santos en sacar adelante el proceso de paz, fue posible que las elecciones presidenciales del 2018 transcurrieran, sin voto obligatorio, con la menor abstención en muchos años y sin muertos ni quemas de puestos de votación. Los traslados de algunas mesas se debieron a riesgos climáticos, relacionados con algunas cercanías de Hidroituango.

Se creía que la abstención sería mayor ayer. Se constata que el fútbol no es el opio del pueblo y que la gente, disciplinada, vio los partidos y salió a votar en las pausas entre uno y otro.

Qué contradictorio: se entrega el mando a un presidente cuyo soporte político principal ha denigrado del acuerdo de paz. Están frescas la imagen del líder de las Farc votando en primera vuelta y las repetidas alusiones a las estadísticas de menor número de homicidios en décadas, gracias al acuerdo. Y la noticia de Timochenko reconociendo ayer el resultado. Gracias, Santos, votos y no balas.

Aunque la victoria es clara, el resultado fue posible, entre varios factores, al éxito de la campaña del miedo. El coco castrochavista fue la constante. En Norte de Santander no había necesidad de campaña alguna por Duque, que ganó con el 78 %. También refleja la bronca a las Farc. Departamentos de presencia histórica de estas, como el Caquetá y el Huila, se fueron en brazos del Centro Democrático.  La ecuación Petro = Chávez + Farc funcionó en amplias zonas. En otro escenario, con Fajardo o de la Calle, hubiera sido, quizás, diferente.

 

Aunque la victoria es clara,el resultado fue posible,
entre varios factores, al éxito de la campaña del miedo

 

Algunos pensaban que, cualquiera que fuera el veredicto de las urnas, el país amanecería aún mas polarizado el lunes. De lado y lado, ciertos trinos del sábado lo auspiciaban.  “Mañana Colombia puede escoger si prefiere un traqueto como rey en la sociedad de cada municipio, o el profesor, la profesora, el médico o la médica”, trinó el candidato Petro. Y este, del otro lado, salvaje: “De bandido a candidato presidencial. Se me hace imposible pensar que el pueblo colombiano pueda elegir una porqueía del calibre del terrorista del M-19”, de amplia difusión.  En ambos casos, los autores les faltan al respeto, no tanto a los candidatos adversarios, como a los votantes, es decir, a millones que, por distintas razones, eligieron una de las dos opciones; receta infalible de polarización.

Sin embargo, después de escuchar los discursos sentí algo de tranquilidad por la tónica del candidato vencido y del presidente electo. A su manera, procuraron despolarizar.

Voté, con orgullo, en blanco. Pertenezco a una pequeña minoría del 4 % que no se sintió representada por ninguno de los finalistas y que fue agredida por algunos fanáticos de lado y lado.

Dicho lo anterior, debo decir que vi a Petro, pese a algunas referencias en primera persona plural, con aire estratégico de ganador. En realidad, triunfar ampliamente en Bogotá, en el Pacífico, en Putumayo, movilizar a la juventud, crecer en tres semanas en mayor medida que su adversario, es decir, reunir mas de ocho millones de votos, marca un hito histórico en Colombia. Ganar en zonas que sufren las mayores brechas de inequidad interregional apunta a que los olvidados son y serán petristas. De lo importante en el discurso, a mi juicio, el reconocimiento de Petro a su contendor: se refirió a él, repetidas veces, como el presidente Duque.

No sé qué ocurrirá con Fajardo y con el llamado centro, si le queda espacio político, ya que Petro está montado sobre una plataforma de ocho millones de votos. La pelea que se avecina comienza a finales de este año: la de la pugna por los entes territoriales, alcaldes y gobernadores. Buscar hegemonía, convertir las elecciones regionales en palancas de movilización será los objetivos del CD y de Petro. Su rol como senador no será el conocido, el de los debates. Buscará ampliar su base política de cara al 19 y el 22.

 

Petro está montado sobre una plataforma de ocho millones de votos

 

En cuanto a Duque, una persona que no provoca por sí misma aversión, me pareció que buena parte de su discurso se orientó a deconstruir los mitos de polarización que se le atribuyen, lo que es buena noticia. Que no hará trizas el acuerdo, que gobernará para todos, que no promoverá el odio. Inquietante que su alusión al expresidente Uribe desató la mayor ovación (la correspondiente a Pastrana apenas generó algún murmullo). ¿Qué grado de independencia podrá asumir?  Me pregunto cómo sus banderas contra la corrupción, la politiquería y el clientelismo se abrirán paso cuando apoyos clave a su campaña provinieron de movimientos que los practican de forma asidua. Ni idea qué le corresponderá entregar al Dr. Ordóñez y a la Dra. Morales como recompensa por su adhesión si es que desea gobernar un país diverso.

¡Ah! Duque perdió una oportunidad de oro al evitar reconocer a su adversario y sus ocho millones de votantes.

Por último, un mensaje en redes: “A esta hora, Colombia está feliz. Ganó uno de sus hijos ilustres. Preparado, capacitado, bilingüe. Orgulloso de su patria querida. Convenció con su discurso y trabajo de que se puede llegar lejos. No se le arruga a los grandes retos. Felicitaciones a Juan Carlos Osorio por dirigir a Mėxico tan decorosamente y derrotar a Alemania”.

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¿Escuchará Petro el mensaje?

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Boric, Petro

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