¿Cómo se explica que el presidente Juan Manuel Santos tome tantas medidas equivocadas, en medio de una crisis económica? Es cierto que las cifras siempre pueden interpretarse para ver el vaso medio vacío o medio lleno y por eso el análisis estrictamente cuantitativo en economía está lleno de críticas. También, el Gobierno Nacional asumió como posición oficial presentar los resultados de la economía de forma separada: empleo, inflación, infraestructura, comercio, gasto público, tributación, producción, todos por separado, como si el bienestar de la economía no dependiera de la acertada coordinación entre todos.
Claro que Chile, Brasil y Venezuela están creciendo menos que Colombia, pero a esos países no se les puede hacer responsables del equivocado manejo de la economía colombiana. Claro, es cierto que hay factores internacionales que afectan la economía, y por eso los países toman medidas para intentar blindarse de esos fenómenos. Pero la estrategia del presidente Santos y su ministro Mauricio Cárdenas es desviar el debate, para que ningún resultado negativo pueda relacionarse con sus pésimas decisiones. Por fortuna la poquísima credibilidad que les queda los desnuda cada vez más.
La realidad es que la situación de Colombia se está deteriorando. En materia social, la desigualdad sigue siendo una de las más altas del mundo. Para quienes salieron de la condición pobreza, a punta de asistencialismo, la vulnerabilidad y el riesgo de retroceder es enorme; según Oxfam, unos 16 millones de colombianos podrían volver a ser pobres. Asimismo, la tasa de desempleo está incrementándose nuevamente, los inactivos se dispararon porque se cansaron de buscar trabajo y la informalidad no ha tenido ninguna mejora.
La desigualdad social es de las más altas del mundo,
cae la confianza de empresarios y consumidores
cae la inversión extranjera, sube la inflación
En lo económico, la confianza empresarial y de los consumidores caen, la cartera vencida de créditos está en el 3,2%, la más alta desde 2013. El déficit fiscal puede terminar en 4% del PIB este año. La inversión extranjera está cayendo y la de portafolio aumentando, en una evidente exposición a la especulación. El déficit comercial no reacciona ante la devaluación, principalmente porque no hay mercancías para ofrecerle al mundo y también porque el mundo está comprando menos de lo poco que ofrece Colombia. Y, para completar el panorama, el Banco de la República actúa como si la inflación fuera un problema de recalentamiento, cuando es lo contrario. Todo configurado para ahogar la economía, como un plan deliberado.
Es quizás la única explicación para que el Gobierno tenga tan poco interés en resolver el paro camionero, provocado por el incumplimiento oficial. Seguramente la carta que el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden envió al presidente Santos en septiembre de 2014, exigiendo la chatarrización para poder ingresar más camiones gringos, tenga algo que ver con la falta de voluntad en resolver el problema a los transportadores colombianos.
El debate sobre la situación real de la economía se debe sacar de las oficinas y los computadores de los tecnócratas oficiales, y llevarse a los hogares, hospitales, colegios y universidades, comercio, al campo, fábricas y a las carreteras, para probar el fracaso de las políticas neoliberales, que ya hasta el Fondo Monetario Internacional critica, pero que siguen siendo el dogma favorito de quienes mal gobiernan a Colombia.
