Este hecho histórico de enorme repercusión para el país lamentablemente ha sido desdeñado no sólo por la literatura criolla, sino por el Estado y la ortodoxia academia que autoreferencial y endogámica se dedica a la producción historiográfica. Vergonzoso. No es posible comprender las disputas liberal-conservadoras ocurridas en nuestra maltrecha vida republicana y/o las más de 23 guerras civiles sin detenernos en el asesinato del hombre que como ningún otro logró movilizar consciente y notablemente a los ciudadanos colombianos para que soñaran con un país distinto y a su vez respaldaran su candidatura presidencial.
Gaitán merece un lugar en nuestro Olimpo y por razones de sobra. Es el político colombiano más brillante de todos los tiempos en tanto pudo romper con la estructura tradicional cuando decidió aspirar al poder presidencial. Desentrañó la lógica de las élites e hizo ver la incompetencia de estas para gobernar el país y en consecuencia atender intereses colectivos. Fue un hombre con amor y respeto por el pueblo a gobernar, el mismo que como abogado defendió luego de haberse perpetrado la peor masacre de la que tenga memoria el país por parte de las fuerzas del estado (Masacre de las Bananeras). Un hombre honesto y sencillo a pesar de que contaba con la suficiente preparación profesional e intelectual. Un hombre valiente dispuesto a obrar en contracorriente, que no presumía o se amilanaba para ser aceptado por la burguesía cachaca, (esa que es amiga del clasismo, la desigualdad, el colonialismo y el desprecio por lo local).
Gaitán fue un hombre genuino que realmente tuvo vocación de servicio, que siempre desconfió de las bondades del sistema capitalista, que se esmeró por ser consecuente con su forma de pensar, que honraba su palabra y que soñaba con un país en paz por lo que llamó con destacada insistencia a la reconciliación nacional. Gaitán por desgracia fue víctima de las mezquindades del régimen al que denunció, fue cuota de inspiración en quienes enarbolando su nombre confrontaron el sistema político con guerrillas liberales, que padeció la torpeza de la izquierda electoral que lo llamaba bruscamente reviosionista y reformista, él fue un ejemplo vivo de porqué no hay que confiar en el precario sistema democrático colombiano. Por lo cual profesores y amigos hagan votos por su memoria y recuerden con orgullo y gala todo su legado.
