Entre fascismo y democracia

Entre fascismo y democracia

Si no fuera por el peligro real que estamos enfrentando, no tendría mayor importancia traer a cuento estas reflexiones

Por: Tiberio Gutiérrez Echeverri
mayo 24, 2021
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Entre fascismo y democracia

La situación política se está complicando de tal manera que a las corrientes democráticas y progresistas les corresponde ubicarse y definirse frente a hechos que no se pueden dejar pasar desapercibidos, so pena de cohonestar con las tendencias que de una u otra manera pueden estar llevando al país al precipicio del fascismo.

Frente a las últimas dos encuestas que dan como ganador a Gustavo Petro, lo que en el fondo se está expresando por parte de una gran mayoría de la sociedad es el cansancio, el repudio y la indignación con un modelo de desarrollo y un estilo de gobierno que no se sintoniza con las grandes angustias de las mayorías, especialmente de jóvenes, hombres y mujeres, enfrentados al desempleo, la pobreza extrema, la exclusión, la falta de educación, la desesperanza y la muerte.

Pero lo más sintomático y característico de la clase dominante frente a este fenómeno es su vocación de suicidio, si es que se puede decir que haya habido en la historia clases sociales que se suicidan. Ante este deseo profundo de cambio, que es en esencia lo que muestran las encuestas y las manifestaciones de protesta, así como sus expresiones violentas de trancones, bloqueos, taponamientos e incendios de instalaciones y vehículos automotores, la clase dominante de la ultraderecha en este país, en vez de enfrentar con realismo las condiciones de pobreza extrema, desempleo, exclusión y marginamiento de las mayorías nacionales, se enroca en una visión egoísta de las ganancias capitalistas como único valor que les da sentido a sus vidas fuera del cual no hay salvación, y en vez de buscar las causas del fenómeno le echan la culpa al candidato de la oposición.

Es lo que está pasando en las redes sociales con el video de publicidad que está circulando con la autoentrevista del presidente Duque echándole la culpa de los últimos acontecimientos al candidato de la oposición. Si no fuera por el peligro real que estamos enfrentando para el desarrollo y el crecimiento democrático de la sociedad colombiana en el inmediato futuro, no tendría mayor importancia traer a cuento estas reflexiones. Sin embargo, la verdad es que la situación se está poniendo color de hormiga cuando el presidente, en forma irresponsable como cualquier advenedizo improvisador, desata afirmaciones insensatas e imprudentes en las redes sociales, asegurando sin pruebas que el jefe de la oposición es el causante, responsable y culpable de los bloqueos a los que han tenido que acudir algunos protestantes del paro para poder hace oír su voz, en lo que va corrido durante el mes de mayo, utilizando el jefe del Estado la mentira y el miedo de la manera más irresponsable como arma de propaganda política para ganar las elecciones en el 2022.

El miedo y la mentira puede que logren durante un tiempo ocultar la verdad verdadera de que los reales responsables de la situación económica, social y política que estamos atravesando, además del modelo de fondo capitalista neoliberal que está haciendo agua por los cuatro costados, pues son Álvaro Uribe, el presidente Duque y el exministro Alberto Carrasquilla, quienes prohijaron el esperpento de su reforma tributaria que fue el florero de Llorente para la explosión social de un vaso que se está derramando a borbotones de indignación desde hace muchas décadas en Colombia.

Son los verdaderos responsables del uso del préstamo de los 23.000 millones de dólares que le sirvieron para apalancar las ganancias de los grandes bancos y que no llegaron ni sirvieron para minimizar siquiera los efectos nefastos del COVID-19, ni amainar la miseria, y mucho menos mermar el desempleo.

Acuden a la mentira y al miedo de la gente para inculpar al candidato de la oposición que tiene más opciones de llegar a la presidencia, de los bloqueos y trancones de las vías públicas, cuando son de público conocimiento las manifestaciones claras y ostensibles del llamado del candidato a las juventudes populares para que transformen los bloqueos en manifestaciones multitudinarias pacíficas que obliguen a la clase dirigente y al gobierno a negociar las reformas urgentes que está necesitando la sociedad colombiana.

Sin embargo, se empecinan en negar la verdad con videos en las redes sociales con los cuales quieren confundir a la opinión pública de que el candidato de la oposición democrática es el responsable de los bloqueos y de las manifestaciones violentas de algunos grupos manifestantes, cuando la verdad es todo lo contrario acerca del origen de la violencia desde el principio de la reforma tributaria de Carrasquilla en el 2019 cuando se les dijo, se les advirtió, se les reiteró que las exenciones a los grandes capitales de los grandes ricos, de los grandes empresarios, de los grandes banqueros y terratenientes, serían las causantes del déficit fiscal que hoy estamos padeciendo, pero no hicieron caso, se pasaron la advertencia por la faja con el argumento bizantino de la creación de empleo, y tuvieron la osadía y el cinismo de presentar una reforma tributaria que gravaba la comida en un país donde la mitad de la población se está muriendo de hambre, y el empleo donde la mitad de la población está desempleada y en la informalidad.

Y para acabar de ajustar, después de la pandemia de la clase dirigente que ha venido manejado el país en las tres últimas décadas, se aparece el virus del COVID-19 a profundizar la miseria, el desempleo, el hambre, la exclusión, la informalidad y la desigualdad, ante lo cual se le propuso al gobierno la inversión para un plan de pruebas y de vacunación que asegurara la medicina preventiva con los suficientes equipos de trabajo de salud anticipada, pero tampoco hicieron caso y hoy tenemos 500 muertos diarios a la fecha, 98% de ocupación de las camas UCI, un plan nacional de vacunación desordenado y atrasado que hace imposible el cumplimiento de la meta de la inmunidad de rebaño prometida por el gobierno para finales de este año.

A todas estas explotó la confrontación del paro nacional del 28 de abril con lo que va corrido del mes de mayo, donde especialmente la juventud sin futuro de los barrios populares, hombres y mujeres que ni estudian ni trabajan, se empiezan a enfrentar con el desprecio a la muerte —“no tenemos nada que perder”— desafiando con los escudos humanos la violencia criminal del Esmad.

Basta escuchar la entrevista de la W con la madre de primera línea, Yohana, (23-5-2021), para comprender el estado de entrega del todo por el todo y el estado de desesperanza de las juventudes de los barrios populares de Colombia, con sus sueños partidos en mil pedazos, con su rabia y frustraciones reconcentradas, para quedarse de una sola pieza tratando de explicarse la incapacidad de comprensión y de solidaridad de la clase dominante y de su gobierno neoliberal, a tal punto de estupidez política que le están echando la culpa de sus desaciertos, de su incompetencia y de su violencia a la candidatura presidencial de la oposición democrática.

Se podría decir que la primera línea contra el Esmad es una creación histórica del 28 de abril no solamente como una nueva forma de lucha de las juventudes urbanas, no solo universitarias sino también de todos aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan, unidos en sus sueños hechos pedazos contra la violencia criminal del Esmad; y en el mismo sentido los bloqueos podrían ser una especie de radiografía de lo que podría ser el germen de una insurrección armada en Colombia, solo le falta la conciencia política de la necesidad de un nuevo poder democrático que establezca una nueva correlación de fuerzas, es de cierta manera, como quien dice el adelanto de una insurrección armada en Colombia; además de ser también la creación de un nuevo sujeto social y político de la revolución democrática en Colombia; lo que no significa que la crisis política haya llevado a una situación revolucionaria, sin negar tampoco que el desarrollo de los acontecimientos pueda llevar más adelante a la conformación de una situación de estas características.

Así empezaron los campesinos de Marquetalia (Tolima) en 1964, con la consigna de la autodefensa de masas frente al bombardeo contra las “repúblicas independientes”, hasta convertirse en un poderoso ejército guerrillero en todo el territorio nacional contra la violencia del ejercito de los terratenientes durante 55 años, hasta que se logró la negociación política en el 2016 después de haber corrido tanta sangre y tanto dolor en el campo colombiano.

Señalaba Yohana en la entrevista: “Si no retiran el Esmad no retiramos el bloqueo”, “El gobierno no entiende sino con las medidas de fuerza”, “Le doy un beso a mi hijo de un año y a mi hija de cuatro años y salgo para la primera línea pensando que de pronto nunca los volveré a ver”. Lo decía con una fuerza, con un tono una seguridad, con una convicción invencible, que uno no se entiende cómo puede el gobierno y la clase dominante estar tan desconectados de la realidad social y económica de las mayorías populares de Colombia, echándole a estas alturas la culpa al candidato de la oposición por las manifestaciones y los bloqueos del paro nacional, a no ser que, como decíamos al principio, estén utilizando la mentira, el miedo y la violencia para hacer la compaña electoral del 2022.

Ya tuvimos la experiencia de las Farc durante 55 años a partir del bombardeo contra Marquetalia y Marulanda en 1964; no vaya a ser que este capítulo sangriento de la historia nacional se vaya a repetir y le estemos dando comienzo a la nueva forma de la guerra de guerrillas urbanas, como la del pueblo palestino contra el imperialismo de Israel, durante otros cincuenta años para poder llegar a otra negociación política con la clase dominante y con las élites dirigentes de este país.

Todo parece indicar que un sector de la clase dirigente de este país está dispuesta a llevar al pueblo colombiano al precipicio de una guerra urbana sin solución inmediata, con tal de mantenerse en el poder disfrutando de sus privilegios y de sus ganancias, por no hacer las reformas democráticas que está necesitando con urgencia la sociedad colombiana.

Así empieza el fascismo del capital financiero, de los bancos y de los terratenientes, de los grandes comerciantes y del gran capital inmobiliario, así empiezan las guerras urbanas que no terminan nunca como en el caso de Palestina, con toda la carga de sufrimiento y de dolor para los niños y las madres de las mayorías populares.

Así se atizan las guerras con las arremetidas de un presidente en las redes sociales con el video de una autoentrevista publicitaria contra el candidato presidencial de la oposición democrática, acusándolo de ser el responsable de los bloqueos con fin de desprestigiarlo y estigmatizarlo, haciendo uso de la mentira, el miedo y la violencia para poder ganar las elecciones del 2022.

Ante la arremetida de las fuerzas del gran capital financiero, de los terratenientes y del gobierno de los grandes empresarios hay que cerrar filas de todos los sectores democráticos, no vaya a ser que pase como lo dijo el famoso poeta y dramaturgo Bertolt Brecht: “Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó. Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Ahora vienen por mí, pero es demasiado tarde”.

Habrá que ver cuál será la reacción del Partido Verde, del “centro político”, de la Coalición de la Esperanza y de los sectores democráticos de los partidos tradicionales frente a esta andanada del presidente Duque contra el candidato mayoritario de la oposición democrática y de los sectores progresistas del país, a ver si de verdad estamos por defender la democracia mediante la convergencia y la unidad por un gobierno democrático.

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