El 14 de julio se lanzó en el canal RCN, la tercera temporada de una de las tantas series narcoparamilitares de los últimos tiempos, sí, esas que venden al globo terráqueo la imagen del colombiano bueno para la maldad, sembrar terror e incluso ser el capo de la producción y el consumo de las drogas, como lo deja ver las imágenes o más bien, montajes que suben a las redes sociales famosos de otros países, donde los futbolistas de la selección Colombia se encuentran consumiendo cocaína.
Es paradójico que nos quejamos ante la idea que de nosotros tienen los extranjeros; pero por otro lado, somos cómplices con la cita a las 8:00 p.m. para que las cadenas de televisión suban su rating y sigan vendiendo esa imagen de la Colombia violenta y drogadicta.Es tanta la hipocresía de los medios de comunicación, que sólo hace un par de meses el tema de la paz era utilizado como bandera para los debates televisados de los candidatos presidenciales en las pasadas elecciones.
Y este problema no termina ahí, nosotros nos encargamos de viralizar en redes como el facebook, la foto del narcotraficante Pablo Escobar y del supuestamente muerto Carlos Castaño, donde dan órdenes para matar a personas, como por ejemplo, el árbitro del encuentro de Colombia y Brasil en los cuartos de finales del Mundial Brasil 2014. Ese tipo de conductas lo que dejan ver a simple vista, es la doble moral de los Colombianos, quienes en las pasadas elecciones presidenciales, les pedíamos a gritos a los candidatos que vincularan a sus planes de gobierno, la finalización del conflicto armado, en el que participan no sólo los grupos narcoparamilitares, sino también las guerrillas de las FARC y el ELN, y además el ejército nacional; pero paralelo a esto hacemos alusión a la violencia, con lo que en mi opinión en el ejemplo anterior no es más que un asesinato selectivo, y aunque algunos dirán que esto son sólo fotos y estados en facebook y que no llegan a consumarse, tenemos por ejemplo al creador de muchas de estas novelas, Gustavo Bolívar que argumenta según una nota ciudadana anterior; que las generaciones donde la televisión era mucho más sana o no existía en Colombia, hubo más muertes violentas, que en la época actual en la que los jóvenes crecen con las narco novelas.
Todo esto sin verificar con cifras los argumentos podemos decir que es cierto, pero no obstante, lo que nos quedó claro en el mundial que actúa como ventana del vecindario mundial, es que para el exterior seguimos siendo los capos de la violencia y el narcotráfico, lo que es perjudicial para la búsqueda infalible de la paz.
Por otro lado, no es sólo las novelas y las imágenes, en la vida real, Montería la capital del departamento de Córdoba, es nuevamente testigo en los últimos 2 años, de cómo bajan por el río Sinú cuerpos sin cabeza torturados, desapariciones forzosas de funcionarios de la Alcaldía y la Universidad de Córdoba, además del aumento progresivo del sicariato, el cual se rumora que es una guerra por el control del territorio para el microtráfico y demás actividades ilícitas.
En conclusión, por todo lo anterior podemos decir que la situación de Montería y muchas otras ciudades del país, reflejan al igual que las narconovelas, el modus operandi de las AUC y demás grupos al margen de la ley. Aunque no sea culpa de los escritores de estas novelas, tampoco pueden negar el morbo con el que la mayoría de los televidentes las ven. La invitación es a que seamos consecuentes con lo que queremos, no podemos permitir que este conflicto interno se prolongue ni en nuestras mentes, ni muchos menos en la realidad.
