El lunes 10 de junio del año en curso, a las 4:00 de la tarde, se cierra la Convocatoria Nacional para el reconocimiento y medición de grupos de investigación, desarrollo tecnológico o de innovación y para el reconocimiento de investigadores del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTeI), 2018.
Para quienes no están familiarizados con el tema, desconocen que dicha convocatoria es la encargada de “contar con información actualizada de los Grupos de Investigación, Desarrollo Tecnológico o de Innovación y los investigadores del país, sus actividades y los resultados logrados para generar conocimiento sobre las capacidades, fortalezas, debilidades y potencialidades de quienes integran el SNCTeI”.
Así las cosas, más que un reconocimiento y medición de grupos de investigación, o de los investigadores que pertenecen a dichos grupos, y todas sus actividades para la apropiación del conocimiento y su respectiva divulgación científica a través de la academia, avalada en lo que el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias), admite como científico, la realidad está más allá de los resultados.
A la hora de la medición, con tal de no quedar por fuera del ranking que propone Colciencias, muchos “investigadores” apuestan a realizar alianzas estratégicas, hacer cualquier tipo de triquiñuelas o plantear “metodologías” que les permitan pasar por científicos, cuando quienes adjuntan los productos para la medición estipulada saben que solo buscan un beneficio personal que les permita estar en la lista de los “investigadores” con tal de poder aspirar a futuras convocatorias en las que estarán presentes los dineros que el gobierno, a través de este departamento administrativo que desembolsará para inversiones en ciencia, tecnología e innovación en el país.
Si bien el propósito de la medición es un mecanismo para reconocer la labor de quienes se dedican a la investigación en Colombia, la cultura traqueta del todo vale, donde los escrúpulos están al servicio de conseguir el objetivo y no de responder por los actos, está a la orden del día. Y la academia en Colombia no es ajena a una cultura que permeó el corazón y el estilo de pensar de los colombianos.
Nos sorprenderemos el miércoles 6 de noviembre de este año cuando salgan publicados los resultados definitivos de esta medición, los cuales develarán de qué están hechos los escrúpulos y la ética de algunos “investigadores” colombianos que, posando para la foto del festejo, no los asqueará que su producción en relación a la ciencia sea oropel y la fetidez de sus actos sea la complacencia con la que se cobijan en las logias del mutuo elogio mafioso, que existe en algunos ámbitos universitarios en Colombia.
Por ello, en cuanto a la ciencia y la “producción científica” en Colombia, no todo lo que brilla es oro, ni todo lo que se investiga es ciencia.
