De los casos de más trascendencia como muestra de un hito en lo que han sido los cambios en los centros de poder es el resultado del proceso por difamación de la firma Dominion – procesadora de los resultados electorales en los Estados Inidos- contra la Fox -la cadena de televisión de más audiencia de ese país-.
Esa cadena y sus comentaristas consideraron que perdían sintonía si reconocían la derrota de Trump en las elecciones para presidente; así terminaron siendo los principales promotores de las ‘teorías conspirativas’ que sostienen que Biden ‘se robó’ la presidencia; y entre los argumentos usados incluyeron la acusación de que la firma escrutadora había manipulado los datos de la votación.
La demanda terminó en una ‘conciliación’ que obliga a la cadena Fox a pagar 787 millones de dólares (4 millones de millones de pesos, equivalente a todo el presupuesto anual para funcionamiento de Bogotá). Por supuesto está implícito un reconocimiento del delito, pero sobre todo un precedente de hasta dónde la mal llamada ‘libertad de prensa’ pierde el carácter de absoluto.
Hasta ahora el poder de desinformación de la prensa había sido omnipotente. En Estados Unidos la Primera Enmienda permitía que, por el desarrollo de la’ libertad de expresión’ en la ‘libertad de prensa’, la Corte Suprema había sentado que no sólo el conocimiento de la falsedad de lo que se divulga era requisito para que una demanda por difamación prosperara sino también el propósito de obtener un beneficio de ello. Con lo sucedido en este proceso se desvirtúa la reivindicación de Trump según a cual habría ganado las elecciones (una vez más, pues varias instancias judiciales ya lo habían definido), pero sobre todo en un llamado a juicio se cuestiona la inmunidad que gozaban y se da un resultado que limita el poder de los medios de prensa.
La competencia de las redes sociales, que en cierto momento se vio como contrapeso a ese poder, muy pronto se reveló no tanto como competencia informativa como desinformativa. Primero las llamadas fake news (noticias falsas) y después el montaje de las ‘bodegas’ se convirtieron en la principal fuente de desinformación y manipulación para y sobre quienes se alimentan de ellas.
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Hoy uno de los principales temores es que la Inteligencia Artificial puede llegar a tener la capacidad de convertir en verdades aparentes cualquier ‘alucinacion’
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Y hoy uno de los principales temores es que la Inteligencia Artificial puede llegar a tener la capacidad de convertir en verdades aparentes cualquier ‘alucinacion’, o sea, de remplazar lo que antes monopolizaban los grandes del cartel o carrusel de los medios (prensa, radio y televisión) pero sin que exista nadie detrás que oriente o controle lo que sería ese nuevo Primer Poder
‘Alucinar’ en el nuevo lenguaje de la Inteligencia Artificial consiste en dar coherencia a varios argumentos presentados alrededor de algún tema (puesto es lo que hace la IA) sin verificar cuáles son ciertos y cuáles falsos.
En Colombia el poder de los medios -sin ‘primera enmienda’- ha sido más que intocable, todopoderoso para convertir ‘alucinaciones’ en realidades. Ejemplos de cómo se ejercía ese poder son la elección de Misael Pastrana como presidente, ya que por confirmación directa del ‘tigrillo’ Noriega y por el ‘testimonio de oidas’ del presidente López se sabe que se debió a un fraude. O el caso de la ‘séptima papeleta’ que ni siquiera existió pero sirvió para justificar una sentencia de la Corte Suprema que dio validez a un decreto de Estado de Sitio para citar a una Asamblea Constitucional que después volvieron Constituyente. Y por supuesto miles de ejemplos más… podemos decir que nosotros ya sabemos lo que es el poder de la desinformación, y que nos adelantamos a la Inteligencia Artificial en cuanto a las ‘alucinaciones’.
