El Padre, la película del director francés Florian Zeller, es una puerta que invita a entrar en un universo en el que somos indiferentes: la demencia.
Al parecer la película se hizo con la intención de contar una historia desde la óptica de la interioridad. No desde los ojos que ven hacia afuera, sino desde los que ven hacia adentro. El largometraje se narra desde la intimidad de Anthony, el personaje central del film. Este es un hombre de más de ochenta años que vive en un apartamento que va cambiando imperceptiblemente ante nuestros ojos. Anthony sufre de demencia y eso lo hace relacionarse con los lugares y con las personas a través de imágenes y palabras que solamente tienen sentido para él.
La sensación que produce la película nos hace sentir confundidos, desorientados. Tanto así, que en ocasiones parece necesario regresar la grabación y captar cualquier segundo en el que se pudo sucumbir a la tentación. El film, también pone en entredicho lo que creemos estar comprendiendo. Puede que solamente al final de la película uno logre entender que la película está narrada, desde lo que siente y vive la persona que sufre de la dolencia, no desde lo que viven y sufren quienes acompañan al doliente.
Seguramente al ver la película se viene a la mente una pregunta, ¿entonces cuál es la verdad?, ¿qué estaba sucediendo realmente? La respuesta más sensata es decir que todo lo que ocurre en el film es real y verdadero, dado que para el testigo interior, Anthony, todo es cierto. Pascal solía decir, no hay vida más verdadera que la soñada. Pues bien, la condición que viven quienes padecen demencia es real en su mundo interior, y en eso, radica la grandeza de El Padre, que nos hace volcar la mirada no al mundo de las apariencias, ni a la percepción del testigo externo, sino a lo que vive y siente el ser humano con demencia.
Ahora bien, es necesario decir que en el mundo hay millones de seres humanos que experimentan lo vivido por Anthony; mundos inverosímiles, voces, escenarios que se traslapan todo el tiempo. De acuerdo con la OMS, “la demencia afecta a nivel mundial a unos 50 millones de personas, de las cuales alrededor del 60% viven en países de ingresos bajos y medios. Cada año se registran cerca de 10 millones de nuevos casos. Se calcula que entre un 5% y un 8% de la población general de 60 años o más sufre demencia en un determinado momento. Se prevé que el número total de personas con demencia alcance los 82 millones en 2030 y 152 millones en 2050. Buena parte de ese incremento puede achacarse al hecho de que en los países de ingresos bajos y medios el número de personas con demencia tenderá a aumentar cada vez más.”
Las anteriores cifras son alarmantes, en especial en lo relacionado con el incremento de esta condición en los países empobrecidos. Precisamente por ello la película recobra fuerza, porque está ambientada en un escenario en donde no hay pobreza, aun así, Anthony sufre, llora, se siente desorientado, por tanto, el largometraje nos deja un cuestionamiento: si así sufre quien vive en estado de bienestar económico, ¿cómo será el padecimiento de quien padece demencia en la pobreza?
