El milagro de la bebé de Sara Castellanos, la líder cristiana que se hundió en la política

El milagro de la bebé de Sara Castellanos, la líder cristiana que se hundió en la política

Forma parte la Misión Carismática de sus papás y aunque no logró llegar al Congreso por el Partido Liberal, ahora solo le importa la vida de su pequeña Zara

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junio 07, 2022
El milagro de la bebé de Sara Castellanos, la líder cristiana que se hundió en la política

No ha sido un año fácil para Sara Castellanos. Hija de Claudia Rodríguez y César Castellanos, los pastores evangélicos que crearon en 1983 la Misión Carismática en Bogotá que actualmente tiene 250 mil fieles y que se hicieron aún más fuerte en los ocho años de Uribe en los que, incluso, Claudia Rodríguez fue embajadora en Brasil.

Sara Castellanos, a diferencia de sus papás, saltó a la política de la mano de César Gaviria como concejal de Bogotá en el 2019, graduada en Gobierno y Relaciones en la Universidad de Regent en Virginia Estados Unidos, después de escribir el libro En Construcción, dedicado a jóvenes con inquietudes espirituales. Este año, de la mano del Partido Liberal, fue durante unas horas senadora de la República, pero en el reconteo de la Registraduría se quedó sin la curul.

Su hija Zara Esther nació hace 14 meses, un embarazo que vivió siendo concejal y en plena pandemia. Nació en unas condiciones difíciles con Sara contagiada de Covid y padeciendo preclamsia en el momento del parto. Pero la pequeña estaba destinada a vivir.

El pasado sábado 4 de junio, en su casa en Chía, la pequeña puso de nuevo a prueba a Dios. Ese día estaba con sus dos hermanitos y con sus papás en la sala de su casa, pero en un momento de descuido la pequeña salió al patio y buscó la piscina. Tres minutos después Sara se percató de la ausencia de la bebé. Le preguntó a su esposo por ella. El silencio lo dijo todo.

Corrió al patio y se encontró con la peor escena que una mamá pueda presenciar: la pequeña flotaba en la piscina.

Desesperada, Sara la recató: las señales no podían ser peores: estaba gris, con sus labios azules; el corazón no le palpitaba; parecía estar sin vida… Le imploró a Dios que la resucitara. Su esposo reaccionó con prontitud y sereno le aplicó ejercicios de reanimación. La niña reaccionó. Se le escurrieron por la boca agua y pedacitos de comida. Había que llevarla pronto a una clínica.

Tomaron la camioneta y corrieron hacia la Fundación Santa Fe. En todo el camino elevaron sus plegarias al cielo. Incluso Sara llamó a su mamá, siempre ocupada con los requerimientos de su iglesia, le contestó y también se puso a orar. Fue una cadena fuerte. Poco antes de llegar a la clínica la niña había reaccionado; volvió a tener color en su rostro y empezó a llorar. Aun corría peligro.

Según las estadísticas un bebé de 15 meses se ahoga en 27 segundos. Nada más que la niña ya estuviera flotando en la piscina ya le estaba entrando agua en los pulmones. Sobrevivir no era garantía para que Zara Esther no estuviera completamente libre de peligro. Las secuelas podrían ser devastadoras.

La niña lloró durante tres horas y los médicos de la Fundación Santa Fe temían lo peor porque la bebé tenia rígidas las piernas y los brazos.

De un momento a otro Zara hizo un gesto que albergó toda la esperanza del mundo cuando dejó de llorar y se metió el dedo en su boca. Todos los detalles los narra Sara, con la convicción de que se trató de un milagro. Y no dudó en divulgar lo ocurrido en redes sociales.

El neurocirujano que la atendió le confirmó lo excepcional de lo ocurrido. Sin secuela alguna los pulmones, el corazón y el cerebro funcionaban perfectamente. Sara, su mamá, una cristina convencida, no termina de agradecerle a Dios y muy seguramente regresará a la Iglesia con más devoción, decidida seguramente a volver la política un asunto del pasado.

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