Los daños que hace Trump a la economía global, con su neoproteccionismo, la reactivación del imperialismo cowboy y la ruptura de los acuerdos internacionales, abren oportunidades para Colombia. Al patear a sus aliados, imponer decisiones con amenazas, desconocer la historia, el tamaño y la interrelación de sus culturas y economías, invita a asumir una política autónoma, como una necesidad, no como un gesto.
En la guerra comercial China-Estados Unidos, Colombia suma cero. En cambio, Colombia se puede beneficiar de una apertura hacia China como lo hace México, Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Perú, entre otros, sin necesidad de rupturas con Estados Unidos. Aunque un círculo empresarial clásico del país se asuste con la posibilidad de acercase a China, lo cierto es que Trump castigará a Colombia si le da la gana, por cualquier motivo. Solo se avecinan dificultades para beneficiarse del mercado y de la relación con Estados Unidos, como ya se ve en Candá y México. Lo prudente es diversificarse.
El trumpismo acabará mal si sigue destruyendo la economía y la confianza global. Pero igual estará años en el poder. Un replanteamiento llegará después de su eventual salida del gobierno en 2029, a menos que el desastre en la economía norteamericana lleve a un colapso político. Pero por ahora el predictador avanza sin respetar controles del poder judicial, con un Congreso en el bolsillo, las redes sociales bajo su control y los medios de comunicación neutralizados.
Esperar a ver cómo Colombia se inscribe en ese baile, o someterse a los designios imprevisibles de Trump, carece de sentido. Colombia debe enfrentar el cambio de política en Norteamérica si quiere neutralizar sus consecuencias. El viejo aliado ya había jugado el rol de mal vecino, cuando se inventó Panamá gracias a la estrechez de la élite bogotana. Trump actúa como Roosevelt, toman lo que quieren. Por este acto imperial Colombia rompió relaciones once años con Estados Unidos, un episodio que le duele recordar a los herederos de la élite que se asusta de perder acceso al mercado USA. Deben aprender que Estados Unidos solo respeta a los que se hacen respetar.
Pero no es necesario enfrentar al Tío Sam, sería tonto, pues el país depende en buena medida de esta potencia. Más bien se trata de ejercer el derecho como nación independiente a profundizar sus relaciones en otros rincones del planeta donde las puertas están abiertas. Y aceptar que el Plan Trump no trae beneficios sino riesgos para Colombia.
Ahora expulsan como perros sarnosos a millares de latinoamericanos que también con su trabajo ayudaron a hacer más ricos a los estadounidenses
Expulsar 150 mil compatriotas que dejarán de tener ingresos en dólares con los que ayudan a sus familias en el país, no es amistoso. Sean migrantes legales o ilegales, poco a poco los empaquetan encadenados, como se llevaron secuestrados millares de esclavos a trabajar gratis y a latigazos para hacer grande a América. Que ironía, ahora expulsan como perros sarnosos a millares de latinoamericanos que también con su trabajo ayudaron a hacer más ricos a los estadounidenses. Vaya socio.
También incluyó el plan Trump la suspensión en el país de los USD 400 millones de ayuda de USAID que beneficiaban a miles de personas en regiones donde se necesitaba ese apoyo. La suspensión de la ayuda militar la aplauden las narcobandas del sur, al inmovilizar la flota aérea que los gringos diseñaron para frenarlas. Interesante contrasentido, sobre todo cuando en septiembre descertifiquen al país e impongan sanciones por no combatir la producción de cocaína, o cuando para atacarla obliguen a fumigar de nuevo.
Al dejar claro Trump que le importa un bledo lo que ocurra en Colombia, o en los demás países afectados por sus medidas, el camino es fortalecer el acercamiento a la opción asiática desde una posición equidistante. Ya México, Brasil, Perú, Chile, Uruguay y hasta la Argentina de Milei, han dado ese paso con buenos resultados, Colombia debe en efecto mirar hacia sus similares para redefinir su ubicación en el mundo.
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