El fino encanto de los rones colombianos

El fino encanto de los rones colombianos que le dan la pelea a los importados

Hechicera y Defensor marcan en punta, pero iniciativas como el ron Parce, o el Medellín, ponen al país a la vanguardia de uno de los tragos más populares

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julio 14, 2023
El fino encanto de los rones colombianos que le dan la pelea a los importados

Fue en la Inglaterra isabelina donde el ron empezó a ganar mala fama. Bebida de bucaneros que escondían en islas caribeñas los barriles de cedro para dejarlos añejar, la Corte veía con malos ojos este brebaje que embrutecía a los más feroces y efectivos fieles a la corona: los piratas. Desde esa época, viene el viejo prejuicio de que el ron es bebida de hampones y el whisky de caballeros. Esa mentira hace rato se ha caído.

En Colombia se está haciendo, como en casi todo el Caribe, ron de calidad. En 2022 sorprendieron marcas como Parce. Todo nació de la visita de unos gringos a una hacienda en Guarne, Antioquia, propiedad de Jaime Uribe. Allí, este hombre les dio a probar su destilado. Los extranjeros quedaron prendados con el sabor, invirtieron plata y unos años después, vemos su destilería en Panamá. El Parce puede costar entre 35 y 70 dólares en su edición más lujosa. Un precio que lo hace aún más competitivo.

La otra sorpresa es el ron Dictador con sabores de café y chocolate. La destilería la creó un asturiano llamado Severo Arango y Ferro. El Dictador ganó un concurso, el World’s Spirit competition en 2012 cuando se consagró.

Entre todos los rones, el más popular es el Medellín, creado en la década del cincuenta en la Fábrica de Licores de Antioquia. Su presentación de 8 años, además de ser económica –cincuenta mil pesos el litro- tiene unos sabores que los ponen a competir con los mejores. Junto al Medellín, también cabe mencionar al Ron Viejo de Caldas. Y los más premiados –o al menos los más caros- son los Hechicera y Defensor

El sabor de Hechicera

La verdad es que los Riascos empezaron a hacer ron desde los años ochenta y guardaban en barricas en viejos garajes, el preciado licor. Miguel y Laura Riascos, dos hermanos barranquilleros que habían heredado la fórmula para crear el mejor ron de todo el mundo, hacían pequeñas dosis y lo repartían en las fiestas organizadas en su casa. Cuando los invitados probaban su bebida, afirmaban que no habían tomado nada igual. Es la pócima con la que recibe Dios a los que van al cielo, decían los más alborozados.

Entonces, hicieron cuentas y algunos de esos barriles guardados tenían ya más de 30 años así que llegaba la hora de venderlos para evitar que se pasaran. Desde esa época ya producían, a pequeña escala, rones para Perú, Ecuador y México. La idea era meterse en el mercado de los rones Premium hasta ahora monopolizado por Nicaragua, Panamá o Guatemala.

Los Riascos nunca se tomaron demasiado en serio eso del ron. Hasta 1989, era solo un pasatiempo. Sin embargo, con la expansión guerrillera y el surgimiento de grupos paramilitares, los Riascos, como tantas otras familias, tuvieron que dejar el negocio y enfocarse en otros temas.

Miguel Riascos, el patriarca de la familia, estaba enamorado de Cuba. Fue seis veces en 1993. En una de esas ocasiones alcanzó a hablar con autoridades de la Isla. Uno de sus hijos le contó en su momento a El Espectador: “Mi papá Miguel Riascos Noguera se enamoró del ron. Hizo decenas de viajes en el 93 y logró un acuerdo con autoridades cubanas: invertimos dinero y ellos nos enviaban a una élite de maestros roneros para enseñarnos cómo hacer un ron fantástico en el Caribe”.

Durante 10 años, los Riascos aprendieron los secretos de los más altos maestros cubanos y en 2011, después de una reunión que tuvieron en Londres con Martamaría Carrillo, experta en mercadeo, ya tenían lista la estrategia para irrumpir en el mercado. Decían que tendrían todo lo concerniente a la marca en tres meses, pero no, se demoraron un año. Todos los elementos que nos identifican como pueblo deberían caber en una caja que, inevitablemente, recordaría las imágenes de Macondo.

Se foguearon en Londres, el lugar adonde solo llegan los mejores tragos del mundo. No hay paladar más exigente que el de los ingleses y con La Hechicera pasaron la prueba: se consagraron hasta el punto de que ya seguros de triunfar, se lanzaron al mercado nacional en 2014. El hombre que hizo realidad el milagro de convertir a La Hechicera en uno de los mejores rones del mundo es un cortador de caña llamado Giraldo Mituoka Kagana, responsable de que La Hechicera sea el trago más exótico del momento.

La nueva vida de Abelardo De la Espriella

Hace 25 años, Silvestre todavía era un muchacho de Urumita en La Guajira que soñaba con ser una estrella, pesaba 100 kilos y aún tenía el recuerdo fresco de su infancia cuando tenía que ayudar en la Terminal de Valledupar –ciudad a la que se mudaron para buscar una mejor vida- a William, su papá, camionero. Silvestre se aferró con uñas y dientes a su sueño, le tocó vivir en sofás prestados, cobrar 2 millones de pesos por toque para los pocos que lo conocían, plata que tenía que repartir entre los músicos que lo acompañaban y al final, sólo le quedaban 200 mil pesos. No tenía plata, pero sí talento y echó pa’lante.

En diciembre de 2001, Camilo Cano, hijo de don Guillermo Cano, el director y accionista de El Espectador asesinado por Pablo Escobar, y su esposa la vallenata Clemencia Villazón, hermana de Iván, hicieron una parranda monumental en su apartamento de Rosales en Bogotá. Invitaron a sus amigos más íntimos entre los que se contaban el joven abogado Abelardo De la Espriella e Indalecio Dangond, consultor experto en temas agrarios que intentó llegar al Senado por el Centro Democrático en las pasadas elecciones, quien llevó a su sobrino Silvestre, viendo en la reunión una oportunidad de oro para mostrarse a los influyentes bogotanos.

En esa época, Silvestre era un gordito carismático que, entre canción y canción, fascinaba a su público con chistes creados por él mismo. Uno de los que quedó impactado fue el abogado De la Espriella.  Se tomaron un ron al final de la presentación y el abogado le dijo: “Llámame cuando firmes tu primer contrato, vas a llegar lejos”, vaticinó.

Al año, sonó su celular. Era Silvestre. Sony Music acababa de ficharlo para grabar su primer álbum, Tanto para ti. Toda la asesoría legal corrió por cuenta de De la Espriella Partners. Era el principio de una bonita y duradera amistad que hoy es también la posibilidad de un gran negocio: el ron Defensor. Quieren llegar tan lejos como los reconocidos rones del Caribe que se imponen en el mundo y pertenecen a grandes familias latinoamericanas.

La historia del ron en el Caribe comenzó hace cuatro siglos en Barbados cuando a los piratas ingleses les dio por fermentar la caña de azúcar y enterrarla en barricas que después destapaban al cabo de unos cuantos meses. Desde entonces, el ron se ganó la fama de ser brebaje para bucaneros, cuando no hay nada más noble que esta bebida.

En los últimos años, el ron ha vivido una especie de época dorada. En grandes mesas, su nobleza le quita protagonismo al whisky. Según le contó a La República, Luis Alfonso Ríos, maestro ronero de la Industria Licorera de Caldas, estas serían las cualidades que deberían tener los mejores rones: usar la mejor agua manantial que se destile con columna de rones, usar un barril de buena madera, añejarlo en el lugar, a la temperatura y la altura correctas. Finalmente, la experiencia de quien lo produce. Allí, es indispensable el estilo y el ingenio del maestro ronero para exaltar las características.

Es por eso que existen rones de la categoría y tradición de Ron Zacapa, creada hace 35 años por la familia guatemalteca García Boltrán quienes vendieron la marca en 2011 a la multinacional Diageo por 100 millones de dólares. Otros roneros del mismo país, los Pellas decidieron no vender su marca que nació en 1890 cuando lograron producir el Flor de caña, uno de los mejores del mundo. Su historia, de 132 años, no se ha visto ensombrecida por nada, ni siquiera por la llegada al poder de Daniel Ortega y su perpetuación como dictador.

Venezuela tiene dos marcas de rones: uno es el Santa Teresa, perteneciente desde el siglo XIX a la familia Vollmer, que adquirió la tradición de otra con trescientos años de historia. Han logrado que los vaivenes políticos no los toquen. El chavismo no le negó su importancia e incluso, la llegada de Hugo Chávez no representó el peor revés que han tenido que afrontar. Recuerdan que más complicada fue la situación en 1983 cuando vivieron una crisis en pleno gobierno de Carlos Andrés Pérez.

La compañía, cuarenta años después, está cotizada en 400 millones de dólares, lo mismo que se estima que vale otra de las grandes roneras venezolanas, Ron Diplomático, otra de las inspiraciones y que acaba de vender su marca por más de 700 millones de dólares. Una transacción que ha animado a Abelardo de La Espriella a seguirle apostando a su ron Defensor, que bautizó inspirado en el oficio de toda su vida como abogado penalista: defender acusados.

Su idea de mezclarle otros gustos y emprendimientos al Derecho, no es nueva. Ya tenía una marca de vino, Fratelone y un aceite de oliva, Bocato de cardinale, pero buscaba su golpe de nocaut. Era una idea fija desde hace cinco años: incursionar en el ron y volar alto. Había nacido la empresa Dominio de la Espriella. Y puso toda la carne en el asador.

Ubicó a Panamá como el destino perfecto para instalar la compañía. Consiguió allí al maestro ronero Don Pacho, uno de los más cotizados del mundo e instaló su destilería en las tierras volcánicas de Chiriqui donde después de un lustro, el ron Defensor quedó listo. La siguiente prueba: la cata de Silvestre Dangond. Se fascinó. Lo dudó. Entró de socio al negocio.

El ron fue añejado en barricas de roble que importó directamente de Jack Daniels y el toque colombiano marca la diferencia. La concentración de alcohol del líquido destilado puro es del 60 % y para bajársela, se le añade el agua más pura que baja de la Sierra Nevada de Santa Marta para que quede en 40 %. De la mezcla, resulta la exquisitez del ron Defensor.

Las botellas también fueron pensadas al detalle. Se diseñaron e hicieron en Italia, en Bruni Glass, un lugar en donde hacen exclusivos envases de perfume. La discusión sobre el diseño de la botella duró dos años. Quería que no se pareciera a ningún otro ron colombiano. Los corchos fueron hechos en Alemania. Todo quedó a punto y desde octubre, el ron está a la venta en licoreras seleccionadas. Su precio oscila entre los $220 mil y los $290 mil pesos.

Abelardo De la Espriella y Silvestre Dangond se entregaron al proyecto con todo. El primero, suspendió sus actividades como abogado y quedó solo como presidente de De la Espriella Enterprise. El músico hizo un paréntesis para celebrar catas y posicionar su marca porque están convencidos que Defensor está por encima de los rones más importantes del mundo, saben que el licor está de moda y en febrero, Defensor entrará a conquistar el mercado de Estados Unidos donde sobran los latinos dominicanos, puertorriqueños, cubanos, colombianos, que saben lo que vale un buen ron.

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