Continuamente, día tras día, estamos viviendo bajo falsos estándares. Estamos creyendo completo lo que oímos en cada red social. Estamos creando falsas identidades y estamos dejando a un lado nuestra autenticidad. Un falso líder se ha reforzado dentro de cada uno de nosotros. Un falso líder se alimenta de cada decisión que tomamos y nos rebaja a las expectativas ajenas. Hoy en día tienes que ser el mejor en algo, de lo contrario no vales. Hoy en día cada foto publicada en tu red social debe superar cierto número de likes, de lo contrario careces de amistades. Hoy en día nos hemos llenado la cabeza de gusanos. Gusanos que no solo infectan nuestros pensamientos y emociones sino que nos carcomen por dentro. Hoy en día nuestro ego domina nuestra mente.
¿Por qué te importa tanto ser extraordinario para todos en todo momento? ¿Por qué por un momento no dejas a un lado esas nimias y te enfocas en lo realmente importante?
El mejor estado que puede experimentar una persona es la tranquilidad. Cuando estamos en estado de paz, todo parece ir en orden, la noción del tiempo deja de existir. Todo conspira para que las cosas fluyan. Sin embargo, no podemos estar en este estado, en la manera como nos estamos sintiendo. Nos estamos sintiendo acelerados. Estamos viviendo con afán, si es que a eso se le puede llamar vivir. En resumidas cuentas, estamos intentando demostrarle algo al mundo, porque de lo contrario no valemos lo mismo. Nuestra valía depende del reconocimiento ajeno. Nuestra valía es externa y solo engrandece a nuestro ego. Un líder interno que fundamenta sus bases en ilusiones. Ilusiones que intentan ocultar frustraciones, miedos y estados de inseguridad por los cuales pasamos y sentimos debido a nuestras expectativas, o más bien debido a las expectativas creadas por tus círculos sociales.
Al parecer, vivimos en función de los demás. ¿Hasta qué punto debemos depender de la opinión ajena? El gran filósofo de la escuela estoica, Epicteto, fue claro al decir que el ser humano sólo es capaz de controlar dos cosas: sus pensamientos y sus acciones. Seguimos temiéndole a la vida y no nos damos cuenta que es viviéndola que la aprovechamos. ¿Cómo se vive? ¿Alguien nos tiene que enseñar cómo vivir? No nadie tiene que decirnos como tenemos que vivir. Pero alguien sí nos puede avisar como no tenemos que vivir, y es viviendo a través de falsas expectativas que fortalecen nuestro ego. El noble reconocimiento no es el que busca alabanzas efímeras ni numerosos halagos, es el que nace genuinamente gracias a acciones que empoderan y están al servicio de los demás. El verdadero líder también está en ti.
