“Nuestro” presidente, que es tan amigo de hacer alarde y sacar pecho por las más paupérrimas conquistas, salió ante los medios de comunicación a contar verdades a medias de su conversación con su homólogo estadounidense. Y es que en estos momentos cualquier información o desinformación le sirve, en tanto el país se hunde como un buque (palabra que rima con Duque) en medio de un naufragio de incertidumbre.
Hizo alarde, por ejemplo, de los dos millones y medio de vacunas que nos donará el presidente de Estados Unidos Joe Biden. Por supuesto que presumió de nuestra democracia (pero qué, cuál, cómo, cuándo y dónde, si de eso aquí no existe ni el más mínimo olor). Además, como era de esperarse rajó del país vecino y de su dictadura, y me imagino que aprovechó para explayarse sobre el dolor del pueblo venezolano (y no del nuestro que es igual o peor). Si hizo énfasis en que EE. UU. y Colombia son hermanas repúblicas, por demás felizmente aliadas, y que si patatín y que si patatán. Pero ni una palabra acerca de lo que conversaron sobre el paro nacional, y del apoyo del presidente Joe Biden a los manifestantes pacíficos. Por otra parte, éste le recordó la obligación que tienen las fuerzas del orden respecto a cumplir con los estándares de rendición de cuentas.
En últimas, Duque no reveló a los medios de comunicación lo más importante de ese diálogo privado con el mandatario demócrata. A propósito, estos detalles relevantes se hicieron públicos porque fueron publicados por el mismo gobierno estadounidense. En este sentido, el mismo director ejecutivo para las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, alertó en su cuenta de Twitter sobre lo omitido por el presidente Duque.
Al lector desprevenido estas reconvenciones del presidente de los Estados Unidos pueden parecerle peccata minuta. Sin embargo, aten los cabos: el uribismo mete las patas en las pasadas elecciones de los Estados Unidos apoyando a Trump; los demócratas expresan su malestar; esa quinta esencia de la prudencia que es Pachito Santos se vio impelido a renunciar como Embajador en Estados Unidos por la supuesta injerencia en dichas elecciones. Además, en las últimas semanas el mundo (¡por fin!) se enteró del irrespeto a los derechos humanos en nuestro país, lo cual afectó profundamente la imagen del actual gobierno. Hasta que a Duque se le aparece la Virgen con el lamentable atentado en Cúcuta. En fin, por este incidente Biden se solidariza con su homólogo y decide llamarlo después de 159 días de su ascenso a la Casa Blanca.
Yo no sé si ustedes estarán de acuerdo conmigo; pero esa llamada me suena más a regaño que a felicitación. En todo caso, pienso, que las relaciones con Estados Unidos volverían a la normalidad después de nuestras elecciones presidenciales en 2022, ojalá con un nuevo gobierno respetuoso de los derechos humanos, en el marco de una verdadera democracia.
